12 de octubre de 2021
Giselle
La tarde estaba bañada en la calidez del sol poniente, y aunque el día aún no se despedía del todo, una brisa suave ya anunciaba la llegada del crepúsculo. El ambiente en la casa estaba cargado de una mezcla de emociones que no podía ignorar. Claire estaba a punto de irse. No había palabras suficientes para describir todo lo que sentía en ese momento. Mientras observaba cómo ella se despedía de cada uno de los que más amaba, sentía que un nudo se formaba en mi garganta, un nudo que no desaparecía.
Camila estaba a su lado, abrazándola con una fuerza que mostraba el cariño y la tristeza de toda una vida compartida. Aunque ambas intentaban mantener la compostura, podía ver cómo las lágrimas brillaban en los ojos de Camila, a pesar de su esfuerzo por sonreír. Era imposible no sentir que algo se rompía con esta despedida. Claire no solo se llevaba consigo un pedazo de su historia, sino también un pedazo de nosotros.
—Voy a extrañarles tanto —dijo Claire con una voz quebrada, abrazando a Camila con toda la intensidad que sus brazos podían ofrecer. Era como si tratara de retener ese momento, de guardarlo para siempre.
Camila no pudo responder con palabras, solo la abrazó con más fuerza, y me di cuenta de que las dos se entendían sin necesidad de hablar. Claire había sido una hermana para ella, y perderla era perder una parte de sí misma. Fue un adiós silencioso, pero lleno de todo lo que no se podía expresar con palabras.
Andrew, de pie al lado de la puerta, observaba en silencio, pero su expresión hablaba por sí sola. Sus ojos, siempre tan firmes, ahora reflejaban una mezcla de emociones. Aunque su rostro no mostraba tristeza abiertamente, había algo en su postura que me decía que esta despedida también le pesaba. Claire había sido su hermana menor, su compañera en todo, y aunque lo sabía desde el principio, la separación le costaba.
—Te vas a ir lejos, ¿eh? —dijo Andrew, con su tono grave pero lleno de cariño—. No importa la distancia, siempre serás parte de nuestra familia. Siempre tendrás un hogar aquí.
Claire asintió lentamente, mirándole a los ojos, agradecida, pero con ese brillo en la mirada que delataba la mezcla de sentimientos que la embargaban. La hija de Andrew, Bárbara, abrazada por Camila, observaba la escena con una curiosidad inocente. Su pequeño rostro, tan puro, no comprendía por completo lo que sucedía. No entendía que su joven tía se estaba alejando, y aunque en algún momento lo entendería, ahora solo podía mirar a Claire con los ojos llenos de confianza.
—Estarás bien, Claire—dijo Jayden, quien había estado en silencio observando todo el tiempo. Su voz, aunque un tanto temblorosa, mostraba una madurez que a veces me sorprendía en él. A pesar de lo joven que era, siempre parecía tener la capacidad de entender más de lo que dejaba ver.
Rosalie, en cambio, no entendía la magnitud de lo que sucedía. Con su dulzura, se acercó a Claire, la miró a los ojos con su inocencia intacta, y sin pensarlo, la abrazó fuerte.
—Te quiero mucho, tía Claire —dijo, y con esa simple frase, todo el dolor de la despedida parecía desvanecerse por un momento. Claire la miró, y en sus ojos brillaron las lágrimas mientras acariciaba el cabello de la pequeña.
El llanto de Rosalie, tan sincero y lleno de amor, hizo que todos los presentes se conmovieran. Sin necesidad de palabras, la niña había logrado hacer visible lo que todos sentían en su interior: el amor, la tristeza, la esperanza, todo en un solo gesto. Claire besó la frente de la niña, y por un instante, el tiempo pareció detenerse.
Irene, Thomas y Joanne observaban desde un rincón. Eran los amigos que se habían convertido en familia, que siempre habían estado allí para Claire, pero ahora, al igual que nosotros, sentían el vacío que dejaba su partida. En sus rostros se reflejaba una mezcla de orgullo y tristeza. Sabían que ella se iba, pero también sabían que lo hacía para seguir su propio camino, para buscar lo que siempre había soñado.
Finalmente, Claire llegó a donde James y yo estábamos. Sentí una oleada de emociones cuando la vi acercarse. Su mirada se encontraba con la mía, y por un momento, ambas sonreímos, pero era una sonrisa melancólica, llena de cariño y despedida.
—No sé cómo agradecerles todo lo que han hecho por mí —dijo Claire, su voz casi un susurro, como si esas palabras fueran suficientes para resumir todo lo que sentía. Sabía que este era un momento difícil, pero las palabras no podían abarcar lo que nuestra amistad había significado.
James la miró, sus ojos reflejando una comprensión profunda. Siempre había sido el más racional de todos, el más fuerte cuando las emociones amenazaban con desbordarnos. Pero ahora, sus ojos mostraban algo más: un amor profundo por Claire, por todo lo que había sido para él, para nosotros.
—Te deseamos lo mejor, Claire —dijo él, con su voz grave, pero cálida, mientras la tomaba de los hombros—. Sabemos que esto es lo que necesitas, y aunque vamos a extrañarte, siempre tendrás un lugar en nuestras vidas, en nuestro corazón. Gracias por todo lo que nos has dado.
Las palabras de James, tan sencillas, pero tan llenas de amor, parecían envolver a Claire en una especie de abrazo invisible. Se abrazaron una vez más, y me acerqué, envolviendo a Claire en mis brazos. No pude evitar sentir cómo las lágrimas comenzaban a brotar. Había sido mi amiga, mi hermana, en tantas formas que no podía describir. El vínculo que teníamos era tan fuerte que la idea de que se alejara era casi imposible de procesar.
—Te voy a extrañar tanto —le susurré, apretándola contra mi pecho. Era un adiós que no quería dar, un adiós que se sentía como una parte de mí misma arrancada, pero también sabía que este era su momento, su oportunidad para hacer algo por ella misma.
Ella me apartó ligeramente, me miró con esos ojos tan llenos de sabiduría y cariño, y me dijo, con la voz temblorosa:
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Editado: 15.12.2024