Cuando te fuiste

Capítulo 24

Lunes 2 de diciembre, 2013

 

—¿Cómo fue que acabaste aquí? —quiso saber Minerva luego de contemplar embelesada a Luca por largo rato mientras él acariciaba a la gata persa que le daba la bienvenida, acostada en su regazo.

Eran las siete de la tarde y ambos se encontraban en la sala de descanso de su chalet, disfrutando de una buena película y un merecido descanso. Afuera soplaba el viento, pero dentro el ambiente era cálido y lo disfrutaban al máximo. El mes anterior había estado colmado de desengaño, incertidumbre y reencuentros. Sin contar el hecho de que estuvieron a punto de perder la vida, por lo que estar de vuelta era casi una segunda oportunidad que deseaban aprovechar.

El papeleo y todas las indagaciones de la policía italiana tardó más de lo esperado, obligándolos a permanecer en Palermo un par de semanas más. Cuando por fin Paolo Lombardo quedó libre de toda culpa, Minerva tuvo la idea de visitar a Sofía en España y así lo decidieron. No obstante, antes de abandonar Italia, Luca visitó a Flavio una vez que este recuperó la consciencia. El encuentro fue desagradable y a Minerva le dolió el estómago solo de atestiguarlo. El amigo al que tanto debía Luca era otro, veinte años contemplando lo más ruin del ser humano lo habían envilecido, pero aún conservaba la estimación hacia su amigo de adolescencia. Sin embargo y pese a la insistencia de Luca, no estaba dispuesto a cambiar ni a entrar en rehabilitación; eso no le preocupó tanto, Flavio tenía una cuenta pendiente con la justicia y ellos se encargarían de alejarlo un tiempo de las calles; lo que en verdad lo inquietaba era que eso no sería suficiente. Luego de varias visitas y muchas más pláticas en torno a lo mismo, tuvo que aceptar resignado que no podía hacer por su amigo nada más que agradecerle lo que había hecho por él y por su hermana en un tiempo que ya le parecía algo más que lejano. Más tarde, al despedirse le aseguró que pasara lo que pasara siempre tendría un amigo en él, era lo menos que le debía. Después pagó la cuenta del hospital y pidió a Victoro Rossi que lo tuviera en consideración; el sargento prometió hacer lo que estuviera en sus manos y Luca tuvo que conformarse con eso.

Con Letizia no volvieron a reunirse, lo único que supieron de ella fue luego de que en los noticieros se dijera lo ocurrido con Fontana. Al enterarse, Letizia le había hecho llegar a Luca las cartas que le había entregado junto al cheque. Tanto él como Minerva agradecieron no saber más de ella; a los dos les habían dejado un mal sabor de boca sus respectivos encuentros con Letizia y no creyeron justo importunarla más. Pese a eso, Minerva siempre le agradecería la ayuda que le brindó para encontrar a Luca. Sin embargo, una vez que subió al avión rumbo a España, decidió no volver a pensar en ella. Lo único que guardó de haberla conocido, fue darse cuenta de la fortuna que significaba tener tanto amor y oportunidad en su vida.

Lo último que hicieron en Italia fue visitar la tumba de los padres de Luca, hacía tanto que él no pisaba ese sitio que no pudo ocultar lo mucho que lo afectaba; aunque se sintió dichoso de poder al fin presentárselos a Minerva mientras le hablaba libremente de quiénes habían sido y de los recuerdos que guardaba de ellos. 

En España el encuentro entre los dos hermanos fue emotivo; pese a que no podían quedarse mucho tiempo, lo aprovecharon al máximo disfrutando de todo lo que Sofía deseaba compartir con ellos. Conocieron de su familia, de su trabajo, de sus lugares favoritos y también, vieron a la familia que la había acogido tantos años atrás. Luca no podía estar más agradecido con ellos por haberla cuidado y mantenido a salvo, y así se los hizo saber en cada oportunidad de hablar que tuvieron.

Volvieron a México el 30 de noviembre. Lo primero que Minerva hizo fue reunirse con Eugenia, tenía tanto que compartirle; su amiga por su lado le hizo saber que había decidido tener a su bebé e intentar formar una familia para recibirlo luego de una larga conversación con Miguel. Minerva sabía que era una buena decisión, ella misma llevaba en el vientre el fruto de su reencuentro con Luca. Era de esperarse, había dejado de tomar la píldora anticonceptiva tras el abandono de su esposo y no había vuelto a hacerlo al encontrarlo. Felizmente una, dos y tres pruebas que se hizo emocionada al obtener el mismo resultado le confirmaron su embarazo, pero decidió guardarse la noticia un poco más.

En su querido México todo seguía igual, la editorial había sido bien cuidada por el contador Morales, el último libro del año publicado y el cierre financiero iba mejor de lo esperado. Minerva no podía pedir más, estaba satisfecha en cada uno de los aspectos de su vida, excepto quizás en uno que no tardaría en arreglar.

—¿Quieres saber cómo acabé en México? —preguntó Luca, regresándola al momento que vivía. Minerva asintió mirándolo fijamente —Veo que no te ha bastado con interrogarme todo el viaje de regreso. Pareces más interesada en Paolo de lo que estuviste en Luca. 

—¿Estás celoso? —él rio moviendo la cabeza negativamente y mirando a la gata en sus piernas con aire ausente —Sí estoy tan interesada es porque pasé los últimos trece años de mi vida con Luca, lo conozco y ahora quiero saber de ti. Vamos, dime por qué México pudiendo ir a cualquier otro lugar.

Luca volvió a mirarla y suspiró tan hondo que sus hombros se levantaron; tardó unos instantes más en responder, cavilando sobre el pasado.

—En realidad no lo recuerdo bien, sé que el idioma ayudó; pase tres meses en Valencia en casa de mi tía así que hablaba el español lo suficiente para hacerme entender —Luca siguió reflexionando hasta remembrar el momento preciso en que eligió su destino —Creo saber porque lo elegí, aunque es una tontería, te decepcionará.




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