El restaurante no era muy grande sin embargo tenía la mejor vibra y se sentía cómodo el poder estar allí.
Joel con una sonrisa apenas visible se encaminó en línea recta para llegar hasta sus compañeros. Valencia era alto, delgado, pero fuerte, cabello negro y algo lacio, ojos avellana, simpático y bromista, pero solía decir la verdad siempre, eso lo impulso a aceptar su amistad. Jane y Valencia estaban sumergidos en una charla muy cómica, o eso pudo notar él, pero algo había cambiado. Por un momento sintió una chispa diferente, era una sensación de desconcierto y era algo que jamás antes había sentido, y mucho menos con ellos.
¿Ambos están coqueteando entre sí?
Su pregunta fue respondida cuando Valencia le aparto un mechón de cabello a Jane y esta sonrío apenada, ya que agacho la mirada y mantuvo su sonrisa penosa.
Joel carraspeó, pero ellos no se percataron de que estaba allí, peleo consigo mismo durante unos segundos, “quedarse o irse”, pero no tenía ni la más remota idea de por qué debería huir de allí, cuando nunca antes lo había hecho, y por alguna extraña razón recordó ese email, de hacía un par de horas, “oportunidad”, una que había perdido, pero realmente, ¿Qué era lo que había perdido?
Su corazón latía apresuradamente y sintió que las piernas se le debilitaban, trago saliva por la sensación de sequedad en su garganta, pero fue espantoso como su cuerpo reaccionaba a una simple expresión de afecto de dos personas. Retrocedió, por primera vez lo hizo, y salió de allí, chocando con un camarero que trato de sujetar la bandeja de comida, pero no lo consiguió, Joel esquivo la comida desbordándose de la bandeja, lo hizo con una rapidez que solía demostrar cuando se trataba de algún animal peligroso en pleno campo salvaje.
Choco su hombro con un sujeto que se ponía de pie y escucho a la distancia la voz de Jane, pero a trompicones atravesó la puerta hasta llegar a la acera, escucho de nuevo voces, pero un montón de luces colgando sobre él, como si se trataran de pequeñas luces navideñas o lo que era peor, la clara visión de un tipo con miopía distrajo su atención y un fuerte ruido semejante a metal golpeando contra algo que se rompía, un claro ¡CRACK! y un grito, fueron lo último que su yo consciente pudo guardar en la memoria.
Las luces centelleantes que había visto, eran de los anuncios iluminando las calles y del auto que avanzaba hacia él.
Joel Ferreira había sido atropellado, y su cuerpo inerte yacía sobre el asfalto de la carretera en pleno mes de junio.
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Editado: 01.07.2022