Cuando vuelva a verte

CAPÍTULO 2

—SECRETOS— 

Después de unos segundos decidí ir tras él. 

—Perdón Evan tengo que ir... 

—No te preocupes entiendo, espero que puedas hablar con él. 

Dejé a Evan detrás mientras intentaba caminar rápido hacia Matías, quien se encontraba a varios metros de mi. 
Subí algunas escaleras pequeñas hasta que lo vi sentado con su celular en la mano. 

Llegué a él y esperé unos segundos. 

—Te había dejado sola con él apropósito,  no creo que hayas venido solo a ver como estoy ¿Cierto?. 

Me senté a su lado. 

—Estoy algo preocupada por ti, has estado actuando raro conmigo, tú no eres así. Tú no te molestas. 

—Dime algo Ainara, ¿Crees que no puedo simplemente pasarla mal por una vez en mi vida? 

Me quedé callada, no sabía exactamente que decir. 

—Sí, es mi error, no debí decirlo así. Tienes razón no tendrías porque ocultar tu enojo  o aparentar estar bien todo el tiempo, a lo que voy es que... 

—No Ainara, no siento nada por ti. 
Lo dijo tan seco y tan seguro que algo en mi se entristeció. 
Tal vez había sido un poco duro, pero su rostro parecía decir la verdad. 

—Yo...—Respiré un poco—Escuché a todos decirlo que... pensé que podrías llegar a sentir algo así. 

—Eres como una hermana para mi, y no creo jamás sentir algo más que eso, no eres realmente mi tipo—Me miró tan fijamente que no pude evitar bajar la mirada. 

—Entonces ¿Por qué razón estás así?—Pregunté tomando su mano. 

—Son problemas que no quiero decir realmente—Se libró de mi mano—Pero por el momento deseo estar solo, discúlpame. 
Matías se puso de pie y se fue. 
Miré como cada vez más se alejaba de mi. 

Regresé a mi salón y miré a Mía, quien se encontraba a unos metros de mi, estaba sentada concentrada en su celular. Llegué a ella y comencé a platicarle. 

—¿Qué no eres su tipo?—Preguntó Mía indignada. 

—Así es, quedé como una tonta, pensé que confesaría lo que siente por mi y luego yo... ¡que tonta, que tonta!. 

—No me digas que tú... 

—¡No!, es solo que fue realmente impresionante; sabes, él ha tenido dos novias y ellas han sido tan diferentes a mi, tiene lógica que diga que no soy su tipo. 

Mía me miró riendo. 

—Te decepciona el saber que no siempre estará para ti ¿verdad?. 

—Mía sabes que lo quiero pero solo porque siento la necesidad de querer protegerlo como él a mi. 

—Claro, como la vez que te pusiste celosa de su novia y fuiste a hacer mal tercio en su cita. 

—Fue un error, no sabía que ese día cumplían otro mes de noviazgo. Y él no lo mencionó, pero sabes que de verdad fue un error, quise irme pero ella insistió en que me quedara. 

—Y luego lo llenó de besos frente a ti para marcar territorio—Mía se soltó a carcajadas mientras que los demás la miraban. 

—Silencio, sabes que no me gusta hablar de eso, aún cargo con la vergüenza. 

—Dale tiempo a lo mejor si está pasando algo personal, aunque sean mejores amigos no significa que debas saber absolutamente todo de él, hay secretos que se quedan con uno mismo. 

—Tienes razón, no lo había pensado así. Voy a esperar, es lo mejor que puedo hacer ahora. 

Estaba muy pensativa, e ida. 
Las personas guardamos secretos, algunos lastiman pero se quedan con nosotros, me agobiaba saber que estaba pasando algo así y no podía hacer nada más que esperar. 
Horas después tocaron el timbre para poder regresar a casa. 

—Me adelanto—Dijo Mía rápidamente—Mi mamá me espera, iremos a comprar algunas cosas, y papá saldrá temprano para acompañarnos. 

—Pásala bonito Mía,  mañana me cuentas como te fue—Sonreí. 

Mía tomó su mochila  y vi como salió del salón. 
Me quedé mirando al suelo, mi vista se volvió borrosa mirando a la nada. 

Sentí como alguien me tomó del hombro. 

–¿Estás bien?—mi vista volvió a centrarse—Ya todos salieron. 

—¿Matías?—Pregunté. 

—Lamento lo que dije hace unas horas, debí guardarme ciertos comentarios. Eres todo lo que alguien querría, eres esa esencia que todos necesitan. 

—Yo...—Me detuvo al hablar. 

—Eres como mi hermana, y solo quiero protegerte, eso es todo. Me molestó saber que Evan se había fijado en ti, de tantas personas que hay, no quiero que por su culpa puedas resultar herida. 

Me sorprendió oír decir todo eso. 

—Gracias, no quiero perder a mi amigo de ninguna forma—Fui hacia a él y lo abracé—No temas, nadie me hará daño. 

—Eso espero Nara—Me abrazó de vuelta—Vamos te acompaño a la salida. 

Ambos salimos del salón, y tras caminar varios metros salimos del colegio. 
Me sentía más en paz luego de hablar con Matías. 
Todo se sentía tranquilo. 

—Por cierto—Habló de repente Matías dejando atrás el silencio—Todo está organizado para las vacaciones de Verano, nos iremos unos días después de salir del colegio. 

—Claro, solo dime exactamente el día para poder avisarle a mi mamá. 

—Más tarde te mando todo.—Lo vi sonreír. 
Al llegar a la salida vi a mi hermano esperando en el auto. 

—Vamos te llevo—Hablé para Matías. 

—Gracias pero pasaré a comprar algunas cosas, te veo mañana en clase—Lo vi irse. 

Solo sonreí y entré al auto. 

—¿Cómo te fue?—Preguntó mi hermano mientras mantenía la vista al frente. 

—Bien, todo fue muy tranquilo—respondí mientras me colocaba el cinturón de seguridad—Hoy fue un día diferente—Al mirar hacia la ventana vi como dejamos atrás a Matías. 

—Mi mamá me comentó que saldrás con la familia de Matías en vacaciones de Verano. 

—Sí, serán dos semanas, Matías me mostró el lugar, es increíble. 

—Recuerda divertirte y no perderte seguido en tus pensamientos. 

Reí de inmediato. 

—Lo tendré en cuenta, por lo mientras intenta decirle a mamá sobre Emma. Las personas son muy especiales y Emma lo es el doble. Amar, existe muchas formas de poder amar, incluso si no puedes ver. 

—Lo tomaré en cuenta—Sonrió—Gracias por guardar mi secreto. 

Secretos, estábamos rodeados por ellos. Y era difícil no tener al menos uno. 
Emma había tenido un accidente automovilístico hace años en ese accidente perdió la vista. Durante meses se había estado lamentando y culpandose así misma por algo que ella no causo. 

Y un día cambió completamente su vida. 
El día que mi hermano la salvó. 

—Ella se encontraba en aquella parada de autobús a unos metros de mi, el sol estaba metiéndose poco a poco, y vi los últimos rayos de luz pasando por su rostro. Cuando noté que no hizo gesto alguno, me di cuenta de que ella no podía ver. Pero era la primera vez que sentía mi corazón latir más de lo normal. 

—Es como una historia de película. 

Mi hermano rió de inmediato. 

—Noté que lagrimas salieron de sus ojos, y me preocupé. La vi caminar hacia los autos que aún avanzaban, al verla solo corrí hacia ella, alcancé a tomar su mano y la llevé hacia a mi, ambos caímos al suelo, me pegué en la cabeza y ella se lesionó la mano, pero estaba viva, le dije mi nombre, y la llevé a un lugar tranquilo, platicamos toda la noche, y no pude dejar de pensar en ella. Volví a ella unos días después, dispuesto a ayudarla en todo lo que pudiera, y así me enamoré, salvaría su vida una y mil veces porque la amo. 

Él sentía que mi madre no estaría de acuerdo. Pero para mí ya era más que de la familia. Esperaba que pronto pudiera presentar a aquella chica que flechó el corazón de mi hermano. 

Llegamos a casa y bajé del auto mientras mi hermano estacionaba el auto. 
Entré a mi casa y subí a mi habitación a quitarme el uniforme. 
Me recosté sobre mi cama y cerré los ojos unos minutos. 
Sentí caerme de repente, abrí los ojos rápidamente, me había quedado dormida. 

—4:00 pm—Dejé el celular en mi cama—Me quedé dormida una hora. 

Me quité el uniforme, y reí un poco de lo que le había pasado a mi falda, tomé el sueter de Evan y lo coloqué en el cesto de ropa sucia, segundos después me puse otra cambia de ropa. 
Tomé una liga y me hice una coleta alta. 

Bajé por las escaleras mientras lo hacía vi a alguien sentado en la sala. 
Bajé cada vez más lento, hasta que me di cuenta de quien era esa persona. 

—¿Evan?—Pregunté llegando a él. 

—Hola, no tenía tu número, y me enteré por Mía que vives aquí. 

—Pero, ¿Qué haces aquí?—La pregunta sonó como si quisiera correrlo—Bueno, no es que no quiera que estés aquí. 

—Gracias por hablar con Matías, me alegra ver que ambos pudieron arreglar todo. 

—¿A eso venías?—me reí un poco—No era necesario, pudimos hablar en el colegio sobre esto. 

—Es que... quería verte—Vi sus cachetes volverse rosas—Era una buena excusa. 

Sentía ponerse mi rostro caliente, estaba avergonzada. 

—Es algo nuevo—sonreí—Y lo nuevo siempre me ha gustado. 






 




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