Cuando yo te amé

2.1

Clio

Han pasado algunos días y mi hija simplemente no mejora. He intentado por todos los medios contactar a Caelum para que me explique qué sucedió exactamente, pero no hay manera. Desde que se fue a Europa, ni Iris ni yo lo hemos logrado. Lo único que Iris pudo decirme es que Caelum inició una relación con su hermanastra y que lo dejó todo por ella para irse con su padre. Tal parece que esa corta visita lo volvió loco por ella y lo hizo dejar atrás todo lo que tenía con Micaela.

Para mí, todo sigue siendo muy extraño. Caelum amaba con locura a mi hija, así como Theon me amaba a mí. En estos momentos, cuando mi hija apenas logra abrir los ojos, lo necesito más que nunca. Él sí sabría qué hacer para sacarla de ese estado tan deplorable en el que se encuentra.

Termino de pagar las compras en la tienda y me marcho rápidamente. El cielo está nublado y ligeras gotas caen sobre mi rostro mientras me dirijo al auto. Me encantan los días lluviosos y el petricor que los acompaña, pero esta vez estoy tan sumida en el dolor que apenas lo percibo. Necesito llegar pronto a casa y que mi hija no se despierte sin mí y se asuste. Según el doctor, el calmante que le aplicó la ayudará a descansar, pero algo en mi corazón me dice que ella está sufriendo incluso en la inconsciencia.

El tráfico no coopera, así que decido llamar a Wren para confirmar que mi hija está bien. Puede que sea adulta, pero no pienso dejarla sola en ese estado.

—¿Cómo está? —le pregunto desesperada.

—Parece que mejor, amiga —me dice contenta—. Se levantó y quiso darse un baño. Incluso me pidió que le preparara algo de comer. Dijo que ya no iba a sufrir, que todo estaría bien.

—¿En serio? —pregunto incrédula.

Debería estar feliz, pero siento como si tuviera una piedra en el corazón que no me permite estarlo del todo. Espero estar equivocada y que mi pequeña realmente esté bien, que haya decidido mejorar.

—Sí, hasta sonrió. Yo creo que ya se le pasará.

—Mejor ve a buscarla, ¿sí? Llegaré dentro de poco.

—De acuerdo, tienes razón. Es mejor estar pendiente.

Cuelgo la llamada y tamborileo los dedos sobre el volante. Me encantaría rebasar el auto que tengo delante, pero estoy rodeada de coches y no puedo subirme a la jardinera que divide las calles porque sería una muerte o una multa segura.

Mi mirada se enfoca en el parabrisas, que se mueve de un lado a otro apartando las pequeñas gotas de lluvia, las cuales se intensifican a medida que avanzo lentamente por la calle. Por suerte, llega un punto en el que el tráfico se dispersa y puedo ir a mayor velocidad.

Llego a casa aproximadamente diez minutos después y no me preocupo por sacar nada del auto. Necesito ver a mi hija; mi corazón desesperado me lo pide a gritos.

La puerta del baño está en el mismo pasillo que la entrada, y ahí está Wren tocando desesperadamente.

—¡Micaela, abre! —grita.

—¿Qué pasa? —pregunto con angustia—. ¿Qué le pasa a mi hija?

—No me responde —solloza Wren—. Bueno, me respondió hace poco que estaba bien, pero volví a llamarle para decirle que su comida estaba lista y no contesta.

Sin decir nada, saco de mi bolso una de mis tarjetas de crédito. No me importa que se dañe, no si eso puede abrir la puerta. Me cuesta varios intentos y patadas, pero finalmente lo consigo.

Una mano cuelga del borde de la bañera, la cual está desbordando agua. Mi primera reacción es lanzar un grito que lastima mi garganta, pero no pierdo tiempo y corro hacia mi pequeña, que está inconsciente.

—No, no me hagas esto, mi niña, no, no, por favor —le grito.

Wren y yo gritamos enloquecidas, aunque al mismo tiempo actuamos para sacar a Micaela, quien se metió en la bañera con la ropa interior puesta. No nos cuesta mucho, ya que ha adelgazado demasiado en estos últimos días.

—Mi niña, mi niña, hazme caso, por favor —sollozo mientras le muevo la cabeza, buscando hacerla reaccionar—. Mi vida, tú no, tú no me dejes, mi princesa. No me dejes, no. Yo te amo y te necesito, no me puedes dejar.

—Debió ser lo que vio —murmura Wren mientras llama a la ambulancia.

—¿De qué hablas? —gimo.

—Ahora que fui a su cuarto, lo vi. En su celular había una noticia: Caelum se va a casar muy pronto y está feliz con su nueva novia.

—¡Maldito! —vocifero, volviendo mi atención hacia mi hija para darle respiración boca a boca y que reaccione.

Ella lo hace, reacciona y saca el agua. Sin embargo, está tan débil que no responde y es sumamente necesario llevarla al hospital, donde nos darán una noticia que me estremece por dentro y cambia mi vida para siempre.

Mi pequeña ha sido dejada con un hijo en el vientre, el cual corre peligro de morir.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.