Cuando yo te amé

6.2

Tres años después

El corazón le late fuertemente en el pecho y siente un sudor frío bajar por la columna vertebral. No sabe qué hacer, pero después de todo lo ocurrido, no puede aparecer así; no sería justo. Por eso cubre sus peculiares ojos azules con unas gafas oscuras y oculta su cabello bajo una gorra, esperando pasar desapercibido entre la gente.

«Ahora que lo pienso, ¿quién fue justo conmigo?», se pregunta mientras avanza discretamente por las gradas de aquel campo de fútbol. No hay nadie cerca, así que no corre demasiado peligro de ser visto, especialmente por los dos hermosos niños a los que tiene bien ubicados, ya que los ha seguido durante algunos días.

«Mis amores, mis pequeños», piensa fascinado al verlos en el campo. Uno de ellos es portero, mientras que el otro corre con sus cortas piernas de una manera veloz e impresionante. Ambos llevan uniformes amarillos, que representan al colegio al que asisten.

¿Cómo pudo perderse los primeros años de su vida? Se siente furioso, asqueado, con ganas de destruirlo todo a su paso y estar junto a los amores de su vida, en su hogar. Necesita recuperar todo cuanto le pertenece, sobre todo a la mujer que tanto ama.

De pronto, una joven se sienta junto a él. Al principio, él se mantiene atento a los niños, analizando las jugadas del pequeño rubio, quien da una fuerte patada y logra meter un gol.

—¡Ese es mi hijo! —exclama la chica, uniéndose a los gritos de celebración.

Él se queda sin respiración. Ladea ligeramente la cabeza y entonces la reconoce. «Micaela, Micaela, mi vida», piensa con lágrimas en los ojos. Quiere alargar el brazo y tocarla, estrecharla entre los brazos y decirle cuánto la ama, pero se queda petrificado. Todo ha terminado, y ahora es libre; sin embargo, se acobarda. ¿Cómo va a hacerle creer todo lo que pasó? Tiene que pensar en algo mejor antes de enfrentarse a ella.

Se une a los aplausos de su alrededor, pero a los pocos segundos finge una llamada y se va discretamente entre la gente. Nota que alguien lo llama y lo ignora. En ese momento no se siente capaz de hablar con nadie. En realidad, lleva años sin hablar de verdad con nadie.

—Pronto, pronto estaré de regreso —susurra para consolarse mientras sale apresuradamente de aquel pequeño estadio, donde lo dejaron entrar porque el partido es abierto al público por ser una recaudación—. Y nadie más nos va a separar. Solo espérenme un poco más.




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