—¿Por qué lloras?
Salta del susto mientras gira su cabeza repentinamente hacia mí con ojos bien abiertos y asustados.
—¿Quién eres?
—Alguien que quiere saber porqué lloras— le doy una sonrisa.
—Déjame.
Intenta irse pero me pongo en frente obstruyendo su paso.
—Oye, lo siento, ¿Qué te parece si hacemos un trato?
Primero me mira arrugando el ceño pero luego cambia su expresión frunciendo sus labios, creo que se lo está pensando.
—Hmmmm, ¿Qué propones?
—Bueno, mi mamá está allá...— señalo hacia el otro lado del parque —le puedo decir que nos lleve a comer helado solo si me dices porqué lloras.
Vuelve a fruncir sus labios y después de unos segundos dice:
—¿Por qué quieres saber?
—Mi mamá me enseñó que cuando alguien llora es porque necesita un amigo.
Me mira seriamente para después regalarme media sonrisa.
—Bien, acepto el trato.
—Bien— le devuelvo la sonrisa.