Cuentos de Familia

El niño invisible

Arnaldo se movía por la calles como un fantasma. Corriendo en medio de la gente o hurgando en la basura pasaba desapercibido. Nadie tenía ojos para este niño de diez años. Los adultos solo notaban su presencia cuando su vocecita pronunciaba la frase: " Señor, señor, le lavo y le cuido el carro".

Para Nelson también era invisible. Únicamente lo observó la vez en la que se sentó en la plaza. Se vio a sí mismo en ese niño. Imaginó a sus hijos en ese estado de indefensión. Por eso al escucharlo se ofreció a comprarle un desayuno en el negocio de la esquina.

Arnaldo comió con ganas. Parecía que tragaba entero. No masticaba. El niño estaba sorprendido de que alguien lo ayudará desinteresadamente y planeaba comer rápido e irse corriendo de allí. Su conocimiento de la calle le hacía sospechar de todos.

- ¿Cómo te llamas?

-Arnaldo

- Yo me llamo Nelson. ¿Cuantos años tienes?

- No sé

- ¿Cómo que no sabes? ¿ Tú no celebras cumpleaños?

- Yo no se qué eso

- ¿Por qué no estás en la escuela?

- Yo nunca he ido

- ¿Tus papás donde están?

- No sé

- ¿Donde vives?

- Por el puente La Chica

Nelson estaba conmovido.Genuinamente se sentía como ese niño. Arnaldo no lo dejo hacer más preguntas, apenas terminó de comer escapó. Llegó a su rancho y del bolsillo sacó media empanada que se la dio a un hombre mayor que lo esperaba.

- Llegaste rápido. ¿Cuántos carros lavaste?

- No lavé, un señor me dio comida

- Regresa, anda a lavar carros, a esta hora es que llega la gente de real

- Ya voy. Ese señor pregunta mucho

- ¿Qué te preguntó?- el viejo se levantó de la silla impulsivamente

- ¿Por qué no estaba en la escuela? ¿Dónde estaban mis papás? ¿Dónde vivía?

- ¿Qué le dijiste?

- Yo le dije que vivía en el Puente La Chica. Más nada

-- Esta bien. No tiene por saber nada de nosotros.

- Regresa. Yo tengo que resolver algo en la calle

Nelson siguió con su vida. Aunque sentía un nuevo propósito en ella. Cada vez que iba a su oficina buscaba al niño. Cuando regresaba a su casa pasaba por La Chica para encontrarlo. Se dio cuenta que preguntarle a cualquier persona era perder el tiempo. El pequeño pasaba desapercibido. En esta ciudad un niño realengo, un niño de la calle tiene el poder de la invisibilidad.

Arnaldo también estaba pendiente de verlo. Varias veces lo observó en la plaza Rolando, como buscando a alguien: "Me estará buscando a mi?". Esa idea lo perturbó. Su experiencia con extraños no era buena. Ya había pasado por un retén de menores. Ya había sido golpeado por robar comida. Arnaldo se asustó. Prometió tener más cuidado para no encontrarse a Nelson. Estaba seguro que esa comida que le dieron le iba a costar cara.

La persistencia de Nelson dio frutos. Divisó a Arnaldo una tarde. Lo siguió sigilosamente por dos cuadras. Vio como entraba a una casa que a simple vista parecía abandonada. Esperó unos minutos para ver si salia. El niño no salió y él decidió entrar. Empujó la puerta. No pudo abrir. Tocó y se asomó un hombre de unos cincuenta años.

- ¿Qué quiere?

- Buenas tardes, quiero hablar con Arnaldo -ante la extrañeza del hombre, Nelson continuo- ¿Quiero saber si necesita algo?

- ¿Por qué?

- Lo conocí hace poco y se que pasa necesidad...

- Lo que le vaya a dar a él démelo a mi. Soy su tío

- Él está aquí?

- ARNALDO VEN ACA!

- ¿Que pasó? -contestó el niño

- Este es el tipo de la empanada?

- Si -Arnaldo estaba nervioso.

- Solo quiero ofrecer ayuda al niño: Comida, que estudie. Esas cosas. No estoy buscando más nada.

- Si quiere ayudar deme dinero.

- Esto es lo que tengo ahorita. Con eso pueden comprar algo para comer. Deje llevarme a Arnaldo a mi casa, ahí está mi esposa y mis hijos Los voy a llevar a pasear. Él nos puede acompañar

- Yo te he visto. Tú eres el abogado que está frente al teatro.

-Si, ahi está mi oficina.

- Bueno Doctor, él muchacho no ha trabajado nada hoy, tiene que traerme más plata cuando regrese.

- Si, tranquilo.

Los paseos de Arnaldo con la familia de Nelson se hicieron habituales. Cada salida era dinero que recibía el tío. El niño estaba contento; sin embargo, siempre guardaba cierto recelo. Constantemente esperaba que algo malo le hicieran. Evadía las preguntas.No hablaba de su “tío”. Nunca comentaba nada de sus padres. Cuando le preguntaban por las marcas o cicatrices que tenia en su cuerpo jamas reveló los maltratos que recibía. Tampoco les contó que él mismo, en varias ocasiones, se emborrachó con cualquier bebida alcohólica que encontrara. Mucho menos comentó que algunos amigos le daban a fumar un envoltorio que le decían crispy. Sí quería decirles que su tío estaba planificando robarlos; pero tampoco pudo hacerlo. Temía que esta familia lo culpara y rechazara.



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En el texto hay: familia, hijos, cuentoscortos

Editado: 10.12.2025

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