Quizás sea muy pronto para escribirte, pero lo encuentro tan necesario que estoy escribiendo estas palabras conteniendo las lágrimas en mis ojos. Corrígeme, amor mío, si alguna vez me equivoco; enseñame estas palabras cuando ya yo las haya olvidado. Recuerdame cuántos lunares hay en mi cuerpo y, por favor, perdóname si me olvido de tu nombre; recuerdame que con amor yo te lo puse.
Cada una de estas palabras serán para mis hijos, para que conozcan un poco más a su madre. Con todo el amor que puede albergar mi corazón, para cada noche, un cuento para ustedes.
Para mi madre, porque nunca podré darte la espalda; haré todo lo posible para que nunca te olvides de mí.
Para mi hermana: eres una gran madre; mis sobrinos son muy revoltosos, pero eres amorosa con ellos; eso marca siempre la diferencia.
Para cada hijo, para cada madre: nunca se cansen de dar amor y lealtad. Nunca se cansen de siempre enseñar el camino correcto.
Porque al final, siempre nos necesitaremos.
Y no hay nada mejor que el amor de una madre y un hijo.