Animal herído
Bestia, si ella es una bestia.
Pero mira que todo comenzó cuando corría por aquel bosque, su vestido blanco manchado con su sangre.
Sí, ella es bestia, pero al principio fue un animal domesticado, y ahora es una máquina de muerte alentada por el Diablo.
No te asustes si lo menciono, porque él y yo no somos amigos ni mucho menos compañeros, aunque seamos parecidos.
Me da miedo solo pensarlo, de solo poder sentirlo. Lo siento en la punta de mis dedos y corre hasta apoderarse de todos mis sentidos.
Yo la miré a ella y me di cuenta: ya no era un animal domesticado, era una bestia.
Es que sus gritos rasgaban las paredes y demonios salían por ellas; los ángeles no se atrevían a mirar. La última vez que vi a uno, sus lágrimas no las podía aguantar.
Y es que todavía recuerdo cuando sus dedos tocaron aquella piel suave, y aquella sonrisa fue ruidosa para todos en aquel lugar. Pero es que yo lo recuerdo: vi cómo daba su último aliento.
Ella lo miraba tiernamente; aquel pequeño la tenía como animal domesticado.
Ella besaba su pequeña nariz y le sonreía; lo cargó en sus brazos por primera vez y su corazón latía. Su piel era suave como la seda, me había confesado. Sus ojos eran violetas.
No hay nada más cruel en la vida que quitarle un hijo a una madre. Pero no voy a cuestionar a Dios; él sabe lo que hace.
Pero es que no hay dolor tan profundo como ver una parte de ti desvanecerse.
Pero es que no hay peor castigo que arrebatar a un hijo con la muerte.
Y entonces lloro con ellas, miro con ellas las mejillas rosadas que ahora descansan pálidas.
Entonces yo también me quedo en esa jaula como un animal herido que ha perdido la batalla.
Porque aquel ángel que hasta ahora miraba era yo, y no me pude contener; terminé llorando.
Pero es que yo podía sentir el dolor de ellas multiplicado por cien, y me desesperaba, rugía como un animal herido en una jaula.
Qué dolor, descubrir que el fruto de tu vientre no podrá vivir.
Es que sería el peor castigo que se pudiera vivir; cariño.