Cuidado con la Nerd

Capítulo 20: Corazones en silencio

Amelia

Eran las diez de la mañana del sábado 20 de junio de 2025, y mi escritorio en la oficina era un desastre de facturas y notas, pero mis ojos seguían desviándose al jarrón donde descansaban las margaritas que Max me había regalado. Cada pétalo blanco era un recordatorio de su sonrisa, de su voz diciendo “cariño”, de la forma en que me miraba como si, por un segundo, yo fuera más que la nerd con gafas torcidas y una blusa con una mancha de tinta. Mi corazón latía como un tambor desbocado, y aunque no se lo había confesado a nadie, ni a Gloria ni a Zianna, estaba más enamorada de Max Roux cada día. Era un secreto que guardaba como un diario bajo llave, un tesoro que dolía tanto como brillaba.

No podía evitar repetirme sus gestos en la cabeza, como si fueran una película que no podía pausar. El café que me trajo ayer, diciendo “para mi secretaria estrella” con un guiño que me dejó sin palabras. La nota en un post-it, “Eres un tesoro, Amelia”, que había escondido en mi agenda como si fuera un poema prohibido. Y ese “cariño” que soltaba con tanta naturalidad, como si no supiera que cada vez que lo decía, mi mundo se tambaleaba. Sabía que era imposible: Max era mi jefe, comprometido con Clara, un hombre que vivía en un universo de elegancia y carisma donde yo, con mis listas y mi torpeza, no encajaba. Pero mi corazón no escuchaba razones, y cada interacción con él era una chispa que avivaba un incendio que no podía apagar.

—Amelia, ¿estás soñando despierta otra vez? —dijo Gloria, entrando en la oficina con una bandeja de croissants que llenaron el aire con un aroma cálido y tentador.

Parpadeé, ajustándome las gafas, que se habían deslizado por enésima vez.

—Solo… revisando las reservas —mentí, empujando una pila de papeles para disimular el rubor que me traicionaba.

Gloria dejó la bandeja en mi escritorio, cruzándose de brazos con una sonrisa que era puro interrogatorio.

—No me engañas, nerd —dijo, inclinándose hacia mí—. Estás mirando esas flores como si fueran un mensaje de amor. ¿Qué pasa con Max? Porque ese “cariño” que te soltó ayer en el comedor no era precisamente profesional.

Mi cara ardió, y negué con la cabeza tan rápido que casi se me caen las gafas.

—¡Nada! —dije, con una voz que sonó como un chillido de ardilla—. Las flores son solo… un agradecimiento por el evento. Y lo de “cariño” es… es solo su forma de ser. No significa nada.

Gloria rió, sentándose en la esquina de mi escritorio como si fuera a arrancarme una confesión.

—Claro, y yo soy la reina de Francia —dijo, haciendo un gesto teatral—. Amelia, ese hombre te está mirando diferente. Y tú… tú estás más enamorada que una telenovela. Pero tranqui, tu secreto está a salvo conmigo.

Quise protestar, pero Zianna entró, con su delantal salpicado de harina y una mirada que prometía travesuras.

—Hablando de secretos —dijo, cerrando la puerta con un codazo—, tenemos un plan para Anet. Esa víbora no para de chismear sobre ti y Max, y ya es hora de que reciba una lección. ¿Te apuntas?

Mi estómago dio un vuelco. Los chismes de Anet sobre el “romance secreto” eran como agujas, especialmente porque una parte de mí soñaba que fueran reales. Cada vez que oía a alguien susurrar sobre las flores o el “cariño”, sentía una mezcla de vergüenza y esperanza que me dejaba sin aire. Pero no podía dejar que Gloria y Zianna vieran cuánto me afectaba.

—¿Qué plan? —pregunté, ajustándome las gafas para ganar tiempo.

Gloria y Zianna intercambiaron una mirada de cómplices, como si estuvieran planeando un golpe maestro.

—Digamos que la libreta de reservas de Anet va a tener un pequeño… accidente —dijo Zianna, con una risa que sonaba como un cascabel—. Le pusimos un poco de pegamento en la tapa, y cuando intente abrirla, va a ser un caos. Y, de paso, las reservas de hoy están un poco… revueltas. Nada que no podamos arreglar después.

—Es solo un toque de justicia poética —añadió Gloria, guiñándome un ojo—. Anet se merece un recordatorio de que no puede seguir atacándote. ¿Qué dices?

Dudé, pero la idea de Anet, con su sonrisa venenosa y sus pullas, enfrentando un poco de su propio drama era irresistible. Además, necesitaba una distracción para no pensar en Max, en su voz, en la forma en que mi corazón se aceleraba cada vez que estaba cerca.

—Está bien —dije, con una sonrisa tímida—. Pero que no se salga de control, ¿vale?

Gloria chocó su puño con el de Zianna, y ambas salieron riendo, como si ya vieran el espectáculo.

El comedor estaba vibrante para el almuerzo, con clientes charlando bajo las lámparas de cristal y camareros como Tomás moviéndose con una gracia que yo nunca tendría. Yo estaba en la recepción, revisando las reservas “revueltas” por Gloria y Zianna, cuando Max apareció, con una camisa azul que parecía tallada para él y una sonrisa que me robó el aliento. Se acercó al mostrador, tan cerca que pude oler su colonia, una mezcla de madera y especias que me mareó.

—Amelia, ¿todo listo para el turno? —preguntó, apoyándose en el mostrador con una naturalidad que era puro magnetismo.

—S-sí, señor Roux —balbuceé, ajustándome las gafas como si fueran un escudo—. Las reservas están… casi listas. Solo un pequeño ajuste.

—Cariño, no te preocupes —dijo, con un tono tan cálido que sentí mi corazón derretirse—. Sé que lo tienes todo bajo control. Oye, ¿te conté que el cliente VIP de ayer quedó encantado con tu organización? Eres un genio.

Mis mejillas ardieron, y por un segundo, olvidé cómo hablar. “Cariño”. Esa palabra era como una melodía que no podía dejar de tararear. Y la forma en que me miraba, con esos ojos azules que parecían ver más allá de mi torpeza, me hacía soñar con cosas imposibles: paseos bajo la luna, risas compartidas, un mundo donde no era solo su secretaria.

—G-gracias, señor Roux —murmuré, mirando el portapapeles para no traicionarme—. Solo hago mi trabajo.

Max se inclinó un poco más, bajando la voz como si compartiera un secreto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.