Culpa y Redención

Prólogo

Raúl del Valle

Años atrás

—No necesito de tu dinero, lo que necesito es que me apoyes. No quiero hacer esto sola, no hice esto sola. —Empieza a hacer puchero y enseguida sus ojos se llenan de lágrimas. Quiero correr hasta ella, envolverla en mis brazos y prometerle que todo estará bien, que puedo aceptar lo que me dice.

No lo hago porque el miedo es más fuerte.

—Es todo lo que te puedo ofrecer. Tengo muchas metas, muchos planes, así como las tienes tú también y un hijo no está dentro de ellas, date cuenta, estamos demasiado jóvenes. Lo habíamos hablado. —Le recuerdo esa conversación que alguna vez tuvimos. Siempre fuimos conscientes de lo que buscábamos, de nuestros planes a futuro.

También soy consciente de que fue un error de ambos, así que ambos debemos resolver estos.

—Es más fácil decirlo que llevarlo a la práctica. No quiero hacer esto.

—Ya te dije la solución, ni tú ni yo estamos listos para eso. Estoy dispuesto a hacerme cargo de nuestra falla, toma el dinero y realiza el procedimiento y ambos estaremos libres.

—Eres un idiota, no pensé que reaccionarias de este modo.

—No digas tonterías, lo sabías, hablamos muchas veces de esto y por eso siempre nos cuidamos. Que el método haya fallado es normal después de todo el tiempo que hemos pasado juntos, pero para eso hay una solución.

—Te lo repito: no quiero tu solución. No la quiero. —Empieza a sacudir sus pies como una chiquilla que hace berrinche y es precisamente por esto que le digo que no estamos listos. Ambos somos inmaduros, ambos necesitamos crecer personal y profesionalmente y esto solo va a hacer que los planes tengan que tomar otro rumbo y eso es algo a lo que no estoy dispuesto.

Mi padre me enseñó que siempre debo tener un plan bien establecido y tratar de no alejarme de ella y eso es lo que voy a hacer para ser tan exitoso como él.

—Así como tú no estás dispuesta a cambiar de opinión, yo tampoco y es mi última palabra. Toma lo que te ofrezco o déjalo.

—Eres un idiota, por eso terminé contigo —Auch, eso dolió.

—Lo sé, lo sé. —Agacho la cabeza ante el recuerdo amargo de lo que soy y lo que era antes, cuando ella se fijó en mí.

Alina se levanta indignada, mostrándose orgullosa y demostrándome que ella siempre va a defender su postura, que no se dará por vencida y que tiene la última palabra. En realidad, somos tan parecidos que siento que fue eso lo que hizo que termináramos por chocar.

—Si eso es lo que quieres, eso haré y considera esto como una ruptura definitiva. Olvida que alguna vez existí en tu vida que yo haré lo mismo. A partir de hoy nada nos ata, ni siquiera el amor que nos juramos tener en esa cabaña donde fue nuestra primera vez. Olvídalo que yo olvidaré. —Sus palabras me duelen, no puedo negarlo, pero debo mantenerme en lo que dije.

Hace unas semanas decidimos dar fin a nuestra relación, afrontándolo como los adultos que somos. Pareciera que todo iba bien, ambos estábamos llevando bien el contacto cero, hasta que de pronto llegó la noticia y tuvo que decírmelo. Desde el principio supe qué es lo que quería y se lo hice saber. Ella ha venido a hacerme cambiar de opinión, pero ya es tarde para eso.

Justo cuando Alina estaba cruzando la puerta, esta se abre y de ella ingresan mis padres. Puedo notar la incomodidad que se empieza a formar, los hombros de ella se han puesto tensos y mis padres se la comen con la mirada.

—Parece que nos has entendido, niña. ¿Te das cuenta de que estás arruinando el futuro de mi hijo con tus insistencias? Eres una arribista y si no quieres que te exponga, será mejor que te vayas. —No soy capaz de intervenir ante las crueles palabras de mi madre. Es verdad, soy un cobarde.

Al parecer, aquí hay algo de lo que me perdí. ¿Qué es lo que le reclaman mis padres a Alina? Estoy por confrontarlos, pero antes de que pueda decir algo, ella sale corriendo. Soy tan débil que no puedo correr hacia ella, o tal vez soy muy aferrado a mis ideas y esto es lo mejor.

—¿Quieren explicarme? —Pregunto en tono neutro.

—Hijo…

—No hay nada que explicar. Nos alegra saber que te está yendo muy bien, tu madre y yo venimos a felicitarte. —Cambia abruptamente de tema y yo lo acepto. Deseo llevar la fiesta en paz, sobre todo después de todo por lo que hemos pasado. Fueron tantas cosas que deseo que ellos se puedan sentir orgullosos de mí.

El cambio también fue gracias a ella, fue un tanto complicada nuestra relación en un inicio, a pesar de eso, ella me ayudó a salir de ese agujero en el que me había metido, también fue la que me hizo caer en cuenta y reflexionar sobre lo que me pedían mis padres. Qué ironía, ella me ayudó y eso mismo fue lo que terminó por separarnos.

—Queremos invitarte a cenar. —Mamá me saca de mis pensamientos y claro que me obligó a regresar al presente. Es por ello que debo ser el mejor. Ya no quiero decepcionarlos más de lo que ya hice.

Es difícil aceptar las ideas que tienen mis padres. En cuanto conocieron a Alina, siempre pensaron que ella era la que me estaba llevando por el mal camino. En este tiempo en que anduvimos, no la aceptaron como mi novia. También pensaban que ella solamente quería mi dinero, y ese también fue un obstáculo. Quiero que ella esté en paz, que esté con alguien que de verdad la valore, que la ame como ella se merece. A mí me tocará ver desde las sombras.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.