NOTA:
Ayer no se copió correctamente el texto y faltaron los últimos parrafos, te invito a leer el final del capitulo anterios antes de leer este, prometo que hay un detalle importante. Gracias.
Raúl del Valle
—Te advertí que no se puede jugar conmigo. Es hora de que pagues tu error. Por última vez, ¡largo de mi oficina! —No me queda más que gritarle, parece que solo así puede entenderme. Esta mujer se convirtió en un dolor de cabeza desde hace mucho tiempo. En épocas de mi padre, era su mano derecha; por lo tanto, me pidió que la dejara en el mismo puesto. No tardé en darme cuenta de sus verdaderas intenciones.
Para mi mala suerte, no puede sacarlo tan rápido como hubiera.
—Espera la vivista de mis abogados, ten por seguro que esto no se va a quedar así, considérate un hombre perdido. —Su advertencia no me hace ni cosquillas, aunque he de admitir que la mujer tiene agallas para amenazarme.
—Me quedo a la espera, ahora te puedes retirar. —Le señalo la puerta para que al fin se anime a desaparecer de mi presencia, que lo único que provoca es que me ponga de malas; sin embargo, camina hacia el lado contrario del que yo esperaba. Esa mujer tiene algo en mente y puedo sospechar que es lo que está intentando.
—No entiendo por qué me sigues rechazando si te he visto mirarme. —La cadencia de sus movimientos y la manera en que me mira, es claramente un coqueteo, mismo al que no pienso caer.
—¿De qué hablas? Estás loca, alucinando cosas que no son. —Alejo su cuerpo enseguida, para que no se preste a malas interpretaciones. He visto esto más de una vez y no pienso caer en su absurdo juego.
—¿No eras tú el que me enviaba esas flores cada vez que querías algo de acción? —su pregunta me deja confundido por un segundo, jamás le he enviado flores a nadie.
—¿¡Perdón?! Puedes acusarme de cualquier cosa, menos de que me le hubiera insinuado a ninguna de mis empleadas, déjame decirte que para eso también hay niveles. —Puede que mis palabras suenen crueles, pero son necesarias para dejarle claro a la mujer que aquí no va a conseguir nada.
—¿No fue por eso que me corriste, porque no acepte acostarme contigo?
—Mira, no entiendo que buscas inventándote esta historia en la cabeza, pero ya es suficiente, sal de mi oficina si no quieres que llame a seguridad y que ellos se encarguen de ti. ¿Quieres perder la poca credibilidad que tienes antes mi gente? Mejor vete —Alzo la mano y le muestro la entrada por milésima vez.
Esta vez obedece a mis órdenes y camina un par de pasos a la salida, lo que hace que me quede más tranquilo. Lo que no esperaba, es que en un movimiento sorpresa, se haya dado la vuelta y me planta un beso que me deja estático.
Esta vez no le pido que se vaya, lo que hago es tomar el teléfono y marco a seguridad, será mejor que ellos se encarguen. Yo soy quien sale de la sala dejándola ahí, parada y sin nada.
En cuanto estoy afuera, le pido a la nueva asistente que llame a Pedro, mi persona de confianza, a la que le encargaría mi vida si fuera necesario y quien puede ayudarme a salir de esto. Esa mujer va a hacer hasta lo imposible por hacerme pagar el desprecio y el que la haya despedido, pero soy un hombre audaz y siempre estoy a un paso de ella.
—Hazme un favor —le digo en cuanto me responde.
—Sabes que siempre puedes contar conmigo, recuerda que puedo hacer cualquier trabajo sucio. ¿A quién tengo que mandar a otro mundo? —Bromea. Lo acepto, aunque en este momento me hierve la sangre y no estoy para esas cosas.
—No digas tonterías, mejore escucha con atención lo que quiero que hagas, esta vez quiero que salga exactamente como te lo pido, ¿entiendes? —El hombre detrás de la línea se encarga de escuchar para conseguir lo que quiero, no importa el método que utilice, lo que importa es el resultado.
En cuanto me encargo del asunto, me dedico a prestarle atención a lo que realmente lo necesita. La empresa requiere de mi buen manejo para seguir por el mismo rumbo. Así como siempre, como cada día desde hace muchos años, desde que decidí aceptar esta vida. El rumbo que tomó fue el necesario para un cambio verdadero y eso es con lo único que me voy a quedar, a pesar de que hay demasiadas culpas que me atormentan y que se hacen presentes cuando menos lo espero.
Cae la noche sin que me diera cuenta cómo fue que el tiempo pasó tan rápido. Es hora de ir a casa, pero antes quiero pasar a visitar a mamá.
Sigo el plan tal como lo he planteado, hablo con ella un rato poniéndola al tanto de las novedades que no le he contado, también me gusta platicarle sobre cómo va la empresa. Sé que ella puede escucharme, mi corazón me dice que así es. O tal vez es la idea a la que quiero aferrarme, que pronto mis ojos la vean tal como estaba antes del accidente.
Paso a mi restaurante favorito por algo de cenar. Ya en casa, ceno en mi oficina mientras termino de revisar algunos proyectos nuevos. Sopeso la idea de nuevos horizontes, pero aún me ha costado decidirme, sobre todo porque no quiero alejarme demasiado de la ciudad. Por lo menos hasta que mamá despierte.
—Despierta dormilón, ya ha amanecido. —Además de escuchar su dulce voz, siento sus labios acariciar mi rostro. Esta es la mejor manera de despertar.
—Estoy cómodo, quiero seguir en tus brazos —le digo mientras me aferro a su cuerpo, disfrutando del momento, además de que es mi manera de pedirle que no me suelte, que me siga sosteniendo para no volver a caer.