Pensamientos Incontrolables
~Isa~
Dicen que cuando una persona se queda en tu mente más de lo normal, significa algo.
Yo prefiero pensar que mi cerebro está aburrido y busca entretenimiento innecesario.
Porque no hay otra explicación lógica para el hecho de que, desde la firma de libros, no puedo dejar de pensar en Jay.
No es solo que haya sido una coincidencia extraña verlo de nuevo. Ni siquiera es porque, técnicamente, me haya salvado dos veces aunque la primera haya sido él la causa. Pero su presencia, su mirada, la forma en que sus palabras parecían siempre tener un doble significado.
Y sobre todo, el maldito escalofrío que recorrió mi espalda cuando sus dedos rozaron los míos.
Isa, deja de ser ridícula.
Pero no puedo.
No puedo porque, desde que terminó la firma, me encuentro buscando excusas estúpidas para recordar cada detalle. Como la forma en que su hermana Marta lo miraba con complicidad, como si supiera algo que yo no. O el tono bajo y grave de su voz cuando me dijo que, tal vez, yo lo perseguía a él.
¡Ridículo!
Cierro mi laptop con un suspiro frustrado. He estado mirando el mismo capítulo en blanco durante horas y no he escrito una sola palabra. No porque no tenga ideas, sino porque…
Porque por primera vez en mucho tiempo, la historia que quiero escribir no está en mi cabeza.
Está allá afuera.
Con un tipo que, si mi instinto no me falla, es exactamente el tipo de problema en el que no debería meterme. Me acaban de engañar en mis narices apenas hace unos días, debería de dejarme de ridiculeces.
Suspiro y me dejó caer en el sofá de mi depa, abrazando un cojín como si fuera a darme respuestas.
***
La mañana siguiente fue un caos de pensamientos que no dejaban de cruzarse en mi cabeza. A veces sentía que estaba tomando decisiones con la cabeza y otras, con el corazón. Pero, sinceramente, con Jay, no tenía ni idea de qué parte de mí estaba guiando mis pensamientos.
He pasado los últimos años de mi vida encerrada en mi mundo literario, creando personajes que vivían historias de amor apasionadas, pero… nunca he vivido algo así. He tenido mis dosis de desilusiones, de falsas expectativas, de decepciones. El amor no es un cuento de hadas, y aunque tenía que admitir que seguía intentando esperar que alguien apareciera en mi vida de la manera que lo hacen en los libros, creyendo que allí afuera estaba esa persona esperando por mi. Pero sabía en mi interior que las probabilidades eran casi imposibles.
Pero ¿Qué tiene de especial?
Todo.
Su mirada de felino.
Esa forma de hacer que el aire entre nosotros se sintiera denso, cargado.
Sus bromas llenas de una arrogancia tan controlada, como si todo lo que dijera tuviera un propósito.
Y la forma en que me hizo sentir… como si fuera algo más que una autora de novelas juveniles.
Recuerdo la forma en que su sonrisa creció cuando le devolví el libro con la dedicatoria. Era como si, en ese momento, hubiera puesto una marca en mí. Una marca que él, por alguna razón, no podía borrar.
Me levanté de la cama y comencé a prepararme para el día, buscando un vestido cómodo pero bonito, algo que me hiciera sentir bien. Hoy, tenía una conferencia en la que hablaría sobre el nuevo libro que estaba escribiendo. Debería estar emocionada, ¿verdad? Pero en lugar de eso, mi mente seguía volviendo a él.
No debía estar pasando esto. No con él. Se ve que es un tipo que probablemente no tiene tiempo para una escritora de novelas juveniles. Y mucho menos para alguien como yo, que no sabe cómo hacer que las cosas sean fáciles.
Me miré en el espejo mientras me arreglaba el cabello, intentando pensar en algo más. En algo que no fuera él. Pero cuando entré en la conferencia esa tarde y vi a los asistentes, sentí esa misma sensación en el pecho. El miedo. El temor de estar abriéndome demasiado a algo que podría terminar en ruinas.
Cuando subí al escenario, mi mirada se cruzó con la del moderador y, por un segundo, me sentí fuera de lugar, como si toda la inseguridad de mi vida literaria se me estuviera echando encima. Pero justo antes de hablar, mi mente volvió a él.
Y, sin darme cuenta, sonreí.
~Jay~
Era imposible tener en cuenta que la semana se me había ido de un lado para otro, mi niña por fin salió del taller, así que está noche me iré con ella al depa, cosa que me trae al presente, pues aún no me bajo de ella y mi madre me está llamando
— Hola mi niño, ¿cómo estás?—
—Bien mamá, llegando al depa, ¿a ti cómo te está yendo?— le pregunto mientras me bajo de mi niña.
— Muy bien mi niño, te llamo para recordarte que mañana es la fiesta de la editorial, te espero a las 7 lista.
—Claro mamá, por nada del mundo se me olvidaría, paso por ti puntual.— se me había olvidado…
— Perfecto mi niño, te espero. Nos vemos mañana.