Destinos Cruzados
~Jay~
El día paso a toda velocidad, y ahora me encontraba de camino a buscar a mi madre, está vez para que no me matará, llevó el carro, no me podía imaginar si fue llegado con mi niña a buscar, y como no quería problemas, además era obvio que iría en vestido para la ocasión, lo mejor era llegar como un cabello y ser el digno representante que ella se merece.
Bajo del auto y me acerco a la casa, es maravilloso el sentimiento de llegar a tu hogar, en estás paredes viví los momentos más felices y triste de mi infancia, y aunque llevo ya 3 años viviendo solo, es imposible acostumbrarse, mientras tocó la puerta y entró escucho a mi madre bajar las escaleras.
—Buenas querida dama, ya llegó su acompañante de esta noche— recitó con voz de locutor, y ella sonríe antes mi broma.
—Hola mi niño, estás muy guapo con ese traje— dice recibiendome con dos besos, para luego sonreír con cariño.
—¿Nos vamos?— le pregunto mientras sostengo su brazo entre el mio.
—Por supuesto, vamos a conseguir mucha publicidad— sonríe como toda una empresaria.
La fiesta estaba llena de escritores, editores y otros empresarios, todos brillando con esa energía creativa que, para mi sorpresa, no me resultaba tan ajena. Mientras mi madre conversaba con algunos autores consagrados, yo me movía por la sala, más observador que participante. Fue entonces cuando la vi.
Isa.
Al principio no estaba seguro de si era realmente ella, pero algo en su forma de caminar, en su postura relajada pero firme, me hizo dudar. La vi de pie junto a una mesa, hablando con un grupo de personas, y por un segundo, todo se detuvo. Esa sensación de familiaridad instantánea me recorrió el cuerpo, como si, en algún nivel, ya la hubiera estado esperando.
Tomé un trago de mi copa y me acerqué sin pensarlo demasiado. No era mi estilo hacer las cosas sin un plan, pero algo sobre ella me desarmaba.
~Isa~
Las luces suaves de la fiesta y la música tranquila me ayudaban a mantener una calma superficial, pero por dentro, mi cabeza estaba a mil por hora. La invitación a este evento había llegado como un viento inesperado. Nunca pensé que una fiesta de De Mach sería parte de mi vida, pero aquí estaba, rodeada de escritores y figuras literarias importantes, aunque, sinceramente, no me sentía parte de ese mundo.
Mi mente no dejaba de pensar en la reunión con Gina de Mach que se avecinaba, pero había algo más. Algo que no lograba alejar. El encuentro con Jay en la firma de libros. ¿Por qué seguía rondando mi cabeza? Y ahora, en medio de esta fiesta, sentí esa misma incomodidad. La sensación de que el destino estaba empujando las piezas de alguna manera rara y desconcertante.
De repente, lo vi.
Era él. Jay. Estaba de pie, con una postura impecable, rodeado de gente, pero su mirada ya estaba fija en mí. Un escalofrío me recorrió la espalda. ¿Cómo era posible que volviera a encontrarme con él aquí, en este lugar lleno de gente que no conocía?
No estaba segura de qué hacer, pero, antes de que pudiera dar un paso hacia otro lado, me encontraba cara a cara con él. Su expresión, tan segura y calculada, era la misma que recordaba.
—Isa —dijo, y su voz sonó como un eco familiar. Se acercó un poco más.
—Jay —respondí, sin saber qué más decir. Él sonrió levemente.
—No esperaba verte aquí.
—No te preocupes, no es mi mundo tampoco. Solo vengo por el libro. —Intenté restarle importancia, pero mi tono no fue tan despreocupado como esperaba. Su mirada se suavizó, como si hubiera notado mi incomodidad.
—¿Y qué tal el libro? ¿Estás disfrutando del éxito?
Intenté mantener la calma, pero algo en su forma de hablar me hacía sentir como si fuera un juego, uno que no sabía si quería jugar.
—Sí, es extraño, pero se siente bien, supongo. —dije, con una sonrisa ligera.
Fue entonces cuando ví que Gina de Mach se acercaba. Me sentí como una niña atrapada en un mundo adulto, pero no era el momento para retroceder.
—Isa, te presento a mi madre, Gina de Mach.
Gina extendió la mano con elegancia, su mirada penetrante no pasó desapercibida.
—Isa, un placer conocerte finalmente. He oído hablar mucho de ti.
El nudo en mi estómago creció al instante. Ahora no solo estaba frente a Jay, sino también a la mujer que había tenido la influencia suficiente para poner mi vida literaria en marcha y no era nada más ni nada menos que la madre de Jay.
~Jay~
La situación se volvió algo incómoda, pero lo curioso era que no quería apartarme. Mi madre habló un poco con Isa, sobre los libros y la conferencia que daría en la fiesta, y luego despidiéndose de manera profesional nos dejó, pero ahora algo entre nosotros dos no dejaba de hacerse más presente, como una corriente subterránea que fluía sin que nadie hablara de ella.
Mi madre me lanzó una mirada significativa antes de retirarse, dejándonos solos en medio del bullicio de la fiesta.
Isa parecía más relajada ahora que mi madre había desaparecido, pero aún había una especie de barrera invisible entre nosotros. La tensión se sentía en el aire, y no sabía si era porque las dos veces que nos habíamos encontrado hasta ahora habían sido un torbellino de casualidades o porque realmente había algo en ella que me desarmaba.