Cupido se ha Perdido

Capítulo 10

Inclemenciasdel Amor

~Isa~

Desperté con la tenue luz del amanecer filtrándose por las persianas. Por un momento, no supe dónde estaba. Luego sentí el calor a mi lado, el suave roce de una mano descansando en mi cintura, y lo recordé todo. Jay.

Me giré con cuidado, sin querer romper la burbuja de paz que nos envolvía. Dormía profundamente, su rostro relajado, libre de la intensidad que solía tener cuando hablaba de su trabajo o de la vida. Aquí, en mi cama, solo era Jay, sin el peso del apellido Mach, sin las expectativas que el mundo tenía sobre él.

Me quedé observándolo, memorizando cada detalle: sus pestañas oscuras, la curva suave de su mandíbula, la forma en que sus labios se entreabrían ligeramente al respirar. Y entonces, abrió los ojos.

—¿Te gusta lo que ves? —su voz era ronca por el sueño, pero su sonrisa perezosa tenía el mismo efecto que la noche anterior: desarmarme por completo.

Reí suavemente, sintiéndome vulnerable y, a la vez, extrañamente segura.

—Un poco. —Me encogí de hombros, fingiendo indiferencia.

Jay se incorporó levemente, apoyándose en un codo mientras su mano recorría mi mejilla, bajando por mi cuello con una suavidad que me hizo cerrar los ojos por un segundo.

—Pues yo no puedo dejar de mirarte —susurró, acercándose para rozar mis labios con los suyos en un beso lento, cargado de ternura y promesas no dichas.

Nos quedamos así un rato, enredados entre sábanas y caricias, sin prisas por enfrentar el día. Pero la realidad, como siempre, terminó por alcanzarnos.

~Jay~

Esa mañana debería haber sido como cualquier otra. Debería haber revisado correos, atendido llamadas de la empresa, planificado reuniones. Pero no podía moverme de la cama. No cuando tenía a Isa en mis brazos, su cabello desordenado sobre la almohada y esa sonrisa adormilada que me hacía querer detener el tiempo.

Sin embargo, mi teléfono vibró en la mesita de noche, rompiendo el hechizo. Resoplé, frustrado, y estiré la mano para verlo. Un mensaje de mi madre: “Necesitamos hablar. Urgente.”

Me tensé de inmediato. Isa lo notó, sus dedos rozando mi brazo con suavidad.

—¿Todo bien?

La miré, dudando si compartirlo o no. No quería que la magia de nuestra burbuja se desvaneciera tan rápido.

—Solo trabajo. —Forcé una sonrisa, dejando el móvil de nuevo en su sitio. No quería irme todavía.

Pero la urgencia en el mensaje de mi madre no me dejaba en paz.

Un par de horas después, me despedí de Isa con un beso que sabía a poco, prometiéndole que la llamaría más tarde.

Cuando llegué a la editorial, encontré a mi madre en su oficina, su expresión seria.

—Jay, tenemos un problema —dijo sin rodeos, mostrándome su tablet. En la pantalla, una noticia en un portal de chismes: “¿El joven magnate Jared Mach en una relación secreta con una de las autoras de Editorial Mach?”

Sentí un nudo en el estómago. Fotos nuestras caminando por el parque, incluso una de la noche anterior, cuando la besé frente a la fuente de Cupido.

—¿Cómo consiguieron esto? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta. Los paparazzi en Madrid podían ser implacables.

—No es el hecho de que estés saliendo con alguien, hijo. Es que ella trabaja para la editorial. Esto puede crear un conflicto de intereses… o eso van a decir.

Me pasé una mano por el cabello, frustrado. No me importaban los chismes. Me importaba Isa. ¿Cómo se sentiría al verse expuesta de esa forma?

~Isa~

Estaba escribiendo en mi laptop cuando mi teléfono comenzó a vibrar sin parar. Mensajes de amigos, colegas, incluso de mis padres: “¿Es cierto lo que dicen en las noticias?” “Llámame en cuanto leas esto” “¿Jared Mach?".

Fruncí el ceño, desconcertada, hasta que mi editor me envió un enlace.

“Mejor que lo veas por ti misma.”

Abrí el enlace con el corazón latiéndome en los oídos. Y ahí estábamos: Jay y yo, en varias fotos, capturados en momentos que habían sido solo nuestros. Caminando por el Parque de El Retiro, riéndonos frente a la fuente de Cupido, y la peor de todas… ese beso. El beso que para mí había significado más que un simple cruce de labios.

“El joven magnate Jared Mach en una relación con una de las autoras de Editorial Mach. ¿Romance verdadero o conflicto de intereses?”

Las palabras me golpearon como una bofetada. No era el hecho de que estuvieran nuestras fotos por todas partes. No. Era la forma en la que lo pintaban, como si lo nuestro fuera un juego, una estrategia… como si yo no fuera más que un nombre en una portada, y él un empresario buscando otra conquista.

Sabía quién era Jay. Sabía que era el hijo de mi jefa, un empresario exitoso y el chico dorado de los negocios en España. Pero nunca lo vi como eso. Para mí, era el hombre que me llamaba "mi ratoncita", que me miraba como si el mundo se detuviera a nuestro alrededor, que conocía el peso de mis silencios y la ternura de mis miedos.

Pero ahora… ¿y si me había equivocado? ¿Y si, para él, solo era una historia más?

Mi teléfono vibró de nuevo. Jay.

Miré la pantalla, con el pulso acelerado. Sabía que debía contestar, pero no podía. No ahora.

Así que apagué el teléfono.

~Jay~

No paraba de marcar su número.

“Vamos, Isa… contesta.”

Pero cada llamada caía directo al buzón de voz.

Golpeé el volante del coche con frustración. No podía dejar que esto se interpusiera entre nosotros. No cuando apenas estábamos empezando algo real, algo que nunca había sentido con nadie.

Sin pensarlo dos veces, conduje directo a su apartamento. No me importaba si quería espacio. Necesitaba verla. Necesitaba explicarle.

Cuando llegué, toqué la puerta varias veces hasta que finalmente la abrió. Estaba allí, de pie, con el rostro cansado y los ojos brillantes, pero no de la forma en que solían brillar cuando me miraba.




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