—¡Love! Pasa, pasa. Estábamos esperándote.
La puerta del camerino posterior a la salida escena se abre como si estuviera entrando en Narnia, pero en lugar de un mundo de magia y criaturas místicas, me encuentro con… purpurina. Purpurina por todos lados. Es como si hubieran contratado a un ejército de hadas para redecorar y todas ellas hubieran hecho un buen trabajo. El camerino de las vedettes es un santuario del brillo y el lujo. Y yo, en mis zapatitos de charol, sintiéndome más fuera de lugar que un cactus en un jardín de rosas.
—¡Love, cariño! ¡Te ves divina! ¡Es un placer enorme recibirles en nuestro santuario donde sucede la magia sobre las tablas!—dice una de las chicas a quien reconozco como Vicky Star y me recibe con los brazos abiertos como si fuéramos amigas de toda la vida. Su sonrisa es tan brillante que podría funcionar como reflector en el estacionamiento de un centro comercial, además que lleva tan poca ropa puesta que me impactan las costillas en su cinturita diminuta y no me cuadra la ecuación de cómo esa columna sostiene su busto inmenso que brilla por los retoques de purpurina que también destacan en su piel bronceada.
—Oh, bueno… gracias—respondo, con una mezcla de confusión y alivio. Porque no siento que esté siendo sarcástica, Vicky se esfuerza por hacerme sentir cómoda y hay un ambiente fraterno entre las chicas.
El camerino es todo lo que cualquiera en un lugar así podría esperar: espejos con luces alrededor, sofás de terciopelo rosa y una cantidad impensada de productos de belleza, desde sprays para el cabello hasta cremas que seguramente valen más que mi alquiler en el hostal. Es un mundo completamente distinto al que conocí en Ohio, donde lo más glamuroso que tenemos es la sección de cosméticos del supermercado.
—Siéntate, siéntate. ¿Quieres un smoothie verde?—pregunta otra de las vedettes que tiene el cabello enrulado y largo, distinto al lacio hasta los hombros de Vicky—. Mi nombre es Candice, cielo qué gusto que estén aquí con tus amigos del canal—dice mientras me ofrece un vaso lleno de un líquido verde que parece pasto recién cortado.
—Oh, no, gracias. Estoy más en modo café… negro… y lo clásico, ya sabes, que no parezca licuado de plantas silvestres—digo, riendo nerviosa.
Las chicas se ríen también. No sé si de mi comentario o de mí, pero el ambiente es sorprendentemente… agradable. No me esperaba esto. No esperaba que me trataran como una de ellas, como si yo también fuera parte de este mundo de brillos y escotes imposibles.
Vicky se sienta a mi lado en el asiento del camerino donde me ubicaron al llegar:
—Me encanta tu estilo. Eres tan… auténtica. En verdad, con las chicas nos encantó lo que le hiciste a la Chloe esa ayer.
Eso es un cumplido, ¿verdad?
—Oh. Chloe. Entonces…lo vieron.
—Todo el mundo lo vio, cielo. Eres la chica viral del momento—dice otra de las chicas que tiene un cabello batido hacia arriba y distingo que es una drag queen. Me habla mientras se prueba una suerte de corona que recoge alto su cabello frente a un espejo al tiempo que me explica—: Creo que nadie soportaba realmente a Chloe, solo algunos babosos que veían sus fragmentos del clima, pero esa tipa estaba montada en un pony hace rato y la pusiste en su lugar.
—Y a la audiencia le encantó—añade Candice mientras le da un sorbo a su licuado.
Entonces no son como Chloe.
—¿Conocen personalmente a Chloe?—pregunto, buscando no filtrar que en persona es aún más desagradable que en cámara.
—Claro, cielo, ella empezó como todas nosotras, con el conchero y la purpurina, pero desde que empezó a acostarse con ese productor famosito, pasamos a ser la escoria de su lista de contactos—me explica Vicky a lo que Candice la secunda:
—¡Hasta participa en un panel hablando de política! Querrás decir: ¿qué hace la chica del clima como opinóloga de política? Ah, claro. ¡Se acuesta con un productor!
Todas sueltan carcajadas.
Madre mía, los mitos de los productores y las artistas son tan reales que se me retuerce un poquito el corazón.
—Eres bellísima y con una actitud de los dioses, cielo—. Se vuelve a mí la chica drag ahora sí con café que ha sacado de una máquina expendedora—. Ese perfil te hará llegar lejos, pero cuida tu corazoncito.
Ya, claro. La belleza viene de adentro… y de una rutina de gimnasio, cremas de lujo y dietas que probablemente no incluyen pizza. Pero no digo nada, solo sonrío y asiento como si acabara de recibir el secreto del universo.
Acto seguido, desde fuera nos llaman para hacer el móvil el chico de cámara con el de técnica y las chicas están listas. Cuando digo listas, me refiero a que parecen haber salido de una portada de revista, nunca vi a nadie que se ponga tan a tope como para una nota del noticiario. Claro que no es lo mismo mi programa de Ohio que este noticiario del prime time. Yo, por otro lado, siento que me están arrastrando a una trampa, pero bueno… ¡a dar la cara!
—Pasaremos al escenario para el móvil—advierte el chico de técnica y todas me sigue como un clan auténtica de brillo, labial y purpurina. Sin embargo, mientras andamos, el chico de técnica se inclina en mi dirección y me dice por lo bajo—. Love, cariño, a la producción le encantó tu aporte de ayer así que hoy quieren más de eso.
—¿Más de…?
—Chlo estará en el estudio también.
Trago grueso.
—Claro… No tengo…problema.
—Tienen un guión para afectarte. Queremos que mantengas tu tono para las respuestas.
—¿Cómo que quieren “afectarme”?—. Definitivamente estoy comenzando a angustiarme.
—Te digo que la audiencia quiere más de ti, más de lo de ayer. No lo mismo. ¡Más! ¡Salimos en tres minutos! ¡Nos ubiquemos!
El chico de la técnica pasa de mí mientras me microfonea y el corazón se le eleva a la garganta mientras siento que yo solita me metí en los siete infiernos.