Dame una noche

3

Con estas palabras, me condeno a mí misma. Un asco amargo se instala en mi pecho. Quiero terminar con todo esto lo antes posible. Me acerco a la mesa y de un golpe lo tiro todo al suelo. Documentos, plumas, carpetas... todo cae sin control. Es una venganza ridícula, pero aun así me satisface un poco. Mis ojos se deslizan hacia la laptop. No me atrevo a tirarla. Si lo hago, seguro que me hará pagar por ella también. Suspiro pesadamente y me siento sobre la mesa.

— Hagámoslo rápido.

Mis propios dedos comienzan a desabrochar el botón de mis jeans, antes de que pueda arrepentirme. No puedo creer que haya caído tan bajo. Lukyan se acerca. Sus manos interceptan las mías, su tacto ardiente me deja sin aliento. El cuerpo reacciona de inmediato, un escalofrío placentero me recorre la piel.

Mmm... es Lukyan.
Tan real. Tan cerca. Casi como era antes, cuando su sola mirada hacía latir mi corazón enamorado. Pero no puedo permitirme perderme en esa sensación. Él ha cambiado. Yo también. Basta con recordar lo que me hizo hace dos años, y la admiración se transforma en rabia. Lukyan se inclina demasiado cerca. Su aliento roza mi mejilla, su voz es un susurro que acelera mi pulso:

— No aquí. Y no rápido. Esta noche me costó demasiado.
Eres completamente mía hasta el amanecer. Vamos.

Se aparta y me toma de la muñeca. Me bajo de la mesa. No sé si sentir alivio por esta prórroga… o temer lo que vendrá después.

— ¿A dónde vamos?

— A un lugar más cómodo.

En silencio, bajamos en el ascensor hasta el estacionamiento subterráneo.
Lukyan camina hacia un lujoso todoterreno y, como un caballero de mentira, abre la puerta del copiloto para mí. Me siento, observándolo mientras bordea el coche para ocupar su lugar. Se inclina hacia mí y, por un instante, me envuelve su aroma familiar. Algo en él no ha cambiado.

Toma el cinturón de seguridad y, al abrocharlo, sus dedos rozan mis pechos. Un toque breve, casual, pero suficiente para encender un fuego en mi vientre. No. No puedo permitirlo. Debo recordar quién es él. Un hombre que una vez destrozó mi corazón. Lo observo de reojo. Es aún más atractivo de lo que recordaba. Pero no debo pensar en eso. No ahora. No con él.

Él me humilló con su propuesta. Y yo, como una estúpida, sigo soñando con él. Me costó mucho sacarlo de mi vida. No quiero volver a sufrir. El coche se desliza por la ciudad dormida. Para romper el silencio, Lukyan pregunta:

— ¿Qué has hecho estos dos años… además de arreglar tu vida amorosa?

¿Ese es un reproche? Si alguien debería reprochar algo, soy yo. Me vuelvo hacia la ventana, ignorándolo.

— Estudié. Estoy terminando mi maestría.

— ¿Y por qué te casaste tan pronto? Recuerdo que decías que ni siquiera querías oír hablar de bodas antes de graduarte.

— Aún no había conocido al hombre indicado.

Le lanzo esa pequeña puñalada a propósito. Él suelta una risa seca.

— ¿Y a dónde te llevó tu “hombre indicado”? Porque ahora vas camino a pagar sus deudas.

— Tú me obligaste.

Mi voz estalla con rabia.

— Pero hay algo que no entiendo. ¿Qué es lo que realmente quieres? Ya me humillaste. Ya me hiciste sufrir. Ya me demostraste que eres más poderoso que Róman.

Lo miro directamente a los ojos.

— Te lo pregunto una vez más: ¿qué demonios quieres de mí?

Lukyan aprieta el volante. Su mandíbula se tensa. Sus ojos siguen fijos en la carretera… El coche acelera, cruzando el semáforo en rojo. Me hundo en el asiento, lamentando haber empezado esta discusión. Él lanza una mirada fugaz en mi dirección.

— Nunca estuve con nadie como contigo.

Mentira. Maldita mentira. Lukyan fue mi primer hombre. Con él probé el fruto prohibido. Inocente. Inexperta. Temerosa. No puede ser verdad que fui su mejor recuerdo. Sin pensar, dejo escapar lo que llevo dentro:

— ¿Entonces por qué desapareciste? - Sus nudillos se vuelven blancos sobre el volante. — Después de días de silencio, me enviaste un mensaje de dos palabras. "Olvídame". Casi me vuelvo loca. Pensé que algo te había pasado, que estabas herido o muerto. Pero no. Simplemente decidiste deshacerte de mí como de un juguete roto.

— Pero en vez de esperarme, huiste a los brazos de otro.

— ¿Esperarte?

Mi risa amarga se ahoga en la garganta.

— ¿Esperarte después de leer tu mensaje?

Mi corazón sangra con cada palabra. Lloré tantas noches por él. Creí en sus promesas. Pensé que estaríamos juntos para siempre.

— ¿Sabes cuánto me dolió?

Mi voz tiembla.

— Así que cuando Róman me propuso matrimonio… acepté sin pensarlo.

Respiro hondo, reprimiendo las lágrimas.

— Dime, Lukyan… ¿Por qué me hiciste eso?

Él tiene una razón para haber desaparecido… pero ¿cuál es? ¿Fue realmente su elección dejarla? O ¿hubo algo más? ¿Y por qué sigue aferrado a ella después de todo este tiempo?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.