Capítulo 10

ALANA 

Decir que las habilidades de conducción de Claire equivalen a caminar hacia la puerta de la muerte sería quedarse corto. Esa chica no tenía idea de cómo conducir, me hizo preguntarme qué idiota pasó su examen de manejo. Rowan se sentó en el asiento del pasajero en la parte delantera, mientras que Minnie y yo nos sentamos en el asiento trasero.

—En caso de que no lo sepas, Claire, esto no es un parque de diversiones y no estamos conduciendo un auto chocante—. Él la miró, —¿qué diablos crees que estás haciendo?— Casi me estremecí en mi asiento, pero no tuvo ni un ápice de efecto en su hermana.

—Rowan, ¿estás consciente del hecho de que estás jurando delante de tu hija de tres años que bien podría meterse con tus juramentos algún día y devolverlos a tu cara boquiabierta?— Eso le valió algunas palabrotas más en voz baja.

—Es tu culpa. No me voy a morir tan pronto, así que te sugiero que te detengas y me dejes conducir—. Dejó un gemido frustrado, —Nunca pensé que apestaras conduciendo tan mal. ¿Quién diablos te enseñó?—

—Fue Drew.— El coche se quedó en silencio. Rowan sonrió ante algún recuerdo lejano. 

—Ese idiota.

—No te preocupes, no terminaré como él solo porque él me enseñó.

—¿Por qué dirías algo así, Claire?— Rowan preguntó pálidamente, —sabes que no fue culpa suya, ni tuya—. La atmósfera había tomado un giro equivocado de Amusement Street a intensa calle. Algo me dijo que estaban hablando de su hermano muerto y no se sentía como en mi lugar estar escuchando una conversación tan intensa.

—¿No es así?— Podía escuchar su voz caer, sus dedos apretando el volante con fuerza, —Si no lo hubiera abandonado ese día, tal vez él y Stef hubieran estado vivos. Se suponía que yo ocuparía su lugar—. Rowan apretó las manos en un puño y gruñó.

—Deja de hablar ahora mismo, o te juro que te empujaré fuera del auto mientras las llantas aún están rodando—. Su amenaza hizo maravillas, y Claire jugueteó con la radio mientras conducía en silencio. Por mucho que se burlara de Rowan, le temía tanto como a una hermana menor. Ella conocía su lugar. Ella miró por el espejo retrovisor.

—Alana, no te hicimos sentir incómoda, ¿verdad?

—No, no, claro que no.— Le hice un gesto con la mano en un gesto de desdén, —Ni siquiera estaba escuchando—. Me ofreció una sonrisa nerviosa y se disculpó con Rowan.

* * *

Claire era una ridícula compradora que compraba hasta el cansancio. No hubo rastros de jet lag en absoluto. Fue como un pequeño interludio emocional en el auto que nunca sucedió. Podría relacionarla con Rowan de alguna manera. En el poco tiempo que lo conocí, me pareció del tipo de hablar mierda ahora y olvidar en la próxima hora. Supongo que la locura corrió en la familia. Apuesto a que hubo grandes rayones en esa tarjeta de crédito debido al intercambio excesivo. Ella empujó un bolso negro en mi cara.

—¿te gusta?

—Es bonito.— Una mirada a la etiqueta de precio me dijo que me saltearía las comidas de día y de noche si comprara este. Claire hizo un puchero.

—Puedes tenerlo.

—¿Qué?— La miré boquiabierta, —¡No! No, no, no. Es muy caro, no puedo hacer eso—. Claire batió sus pestañas.

—Recíbelo por favor—. Acepté su regalo después de convencerme mucho, aunque la culpa se negó a mantenerse a raya. Ella estaba tan feliz, y todo lo que no quería hacerla era infeliz. Ella era como una modelo exótica, y cuando una pestañea así es una tarea rechazar cualquier oferta.

—¿Así que chicas BFF todavía?

—Se convirtió en mi mejor amiga en el momento en que me dijiste que era tu novia—. La mejilla de Rowan se parecía a su bolso rojo; sofocó la risa y se volvió hacia mí.

—ella no te sobornó para que te convirtieras en su amiga, ¿verdad?—

—Nop.— Dije: —Ya me gusta—. Que era la verdad.

—Bueno, me alegro de que se estén llevando bien—. Parecía genuinamente complacido.

—Papi papi, globo—. Minnie se puso la camisa y señaló al vendedor de globos.

—Vuelvo enseguida.— salió tranquilamente de la boutique hacia el vendedor de globos.

Miré a través de la ropa, separándome de cada una, mientras revisaba en secreto la etiqueta del precio. No puse los ojos en blanco ni mostré ningún tipo de expresión que pudiera decirle a Claire que quería algo. Lo último que quería era que me comprara cosas más caras, no que yo no pudiera pagar. Era solo que estaba completamente arruinado este mes y, en serio, no me gustaba molestar a mis padres por eso. Claire se volvió hacia mí.

—Así que Alana, espero que no te importe que te pregunte, ¿cómo lo conociste?— No estaba seguro de querer decirle que era su alumno. 

—Uh... Universidad. Yo... quiero decir que... nos conocimos durante un carnaval universitario—. Podría golpearme a mí mismo por despertar sospechas y por inventar la peor mentira en la que alguien pueda pensar. Sus cejas se dispararon hacia arriba.

—Oh—. Ella me guiñó un ojo, —¿Alguien te ha dicho que no eres buena mintiendo?— Me reí, ¿en serio? Ya no era yo quien podía mantener mi fachada de no soy su estudiante. Sorprendentemente, se rio conmigo. Se recuperó antes que yo, —así que dime—, examinó un ajustado vestido rojo y lo volvió a colgar en la percha, —¿en qué año?

—Segundo año.— Ella asintió con la cabeza, —ustedes son bonitos el uno para el otro, ¿eh? Quiero decir, puedo decir la forma en que sus ojos siempre están fijos en ti y la forma en que lo miras. Explica todo—. Ella sonrió, —es lindo. Solo espero que siga igual por un tiempo más—. Me encontré sonriendo, pero me obligué a detenerme cuando escuché la última línea.

—¿Por qué dirías algo como eso?— Claire sonrió nerviosamente, poniéndose nerviosa.

—Oh Dios. Oh Dios. Lo estoy haciendo de nuevo—. Continuó, —No quise decirlo de esa manera—. Suspiré profundamente, ojalá no la hubiera conocido si iba a derramar algunos frijoles podridos. Quería seguir viviendo mi sueño de adolescente y fingir que todo era normal, pero por lo que Claire acababa de vomitar, dudaba de todo tipo de males mayores. Tuve la sensación desde el principio de que algo andaba mal con este hombre. Me tomó todas mis fuerzas preguntarle.