[d]anger

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Tres años antes

Unas cortinas color vino cubren los grandes ventanales del salón de reuniones de Kisub Hang, un hombre oriental  de cabello negro como las alas de un cuervo, su piel, un tanto bronceada por los viajes que tiene que realizar constantemente por asuntos políticos, hace contraste con su cabello, las cejas tupidas, unos labios finos y un rastro de barba de hace pocos días que le dan un aspecto más grande los cuarenta y dos años que pose, es conocido por ser uno de los mandatarios más ricos en recursos naturales, por lo tanto, también en alimentos. Hang entró a la inmensa habitación seguido de Oscar Casillas un hombre de complexión robusta y alta, su piel es clara como la leche, acompañada por un cabello marrón al igual que sus ojos, mandatario de los asentamientos Delton los cuales se encontraban casi al otro lado del mundo y, además, en un gran problema: tenían demasiada población y poca producción alimentaria. 

En otro momento, Kisub, nunca hubiera aceptado ayudar a algún otro asentamiento, no tenía porqué interesarse en el bienestar de otros que no estuvieran dentro de sus tierras, pero Casillas solía ser un hombre de palabra y sabía que lo que le pidiera sería premeditado conforme a sus posibilidades. No se excedería si sabe con quién trata; incluyendo que, si quiere llevar su plan hasta como ahora está trazado, necesita a Oscar bajo su poder.

-Tome asiento, por favor - Kisub se plantó frente a la enorme mesa de vidrio, al otro lado de Oscar. - Déjenos solos. - El hombre corpulento que se había instalado silenciosamente a un costado del marco de la puerta abandono su puesto cerrando la puerta tras de sí.

-Oscar Casillas, ha sido toda una sorpresa que pidiera una reunión conmigo después de tanto tiempo.

-Señor Hang, no estoy aquí por algún asunto informal, quiero hacer un... Negocio. - Casillas mantenía un tono fuerte aunque no ofensivo, pero eso no evitaba que una ligera capa de nerviosismo de filtrase en sus palabras.

-Me lo imaginé ¿Qué es lo que te ha traído hasta aquí? - Kisub sabía que era lo que quería, mejor dicho, lo que necesitaba, estaba muy al tanto de la crisis por la que estaba pasando.

-Necesito un préstamo, uno grande. Delton está cruzando por una dura etapa.

-¡Claro que puedo ayudarte! - Hang dio la vuelta y abrió una de las cortinas, dejando entrar un poco de luz natural a la sala. A través de los cristales se veía un jardín grande, lleno de árboles y distintos tipos de flores, algunas personas caminaban tranquilamente por aquel pasto recién cortado y regado, todo inspiraba tranquilidad, aunque eso era todo lo contrario a lo que se enfrentarían los asentamientos Delton después de cerrar este trato. - Solo dime cuando necesitas.

-Tal vez tres o cuatro meses de abastecimiento.

-Dejémoslo en cuatro, por las dudas - Hang camino hasta posicionarse a un lado de Oscar Casillas, tendiéndole la mano.

-Perfecto, la paga se hará una vez se recupere la estabilidad del asentamiento, dentro de un año a más tardar - Casillas aceptó el apretón gustosamente, no estaba tan seguro de lo que había hecho como quería aparentar, pero no tenía más opciones, era eso o matar a la población de hambre, algo que no estaba dispuesto a hacer, no dejaría morir a su población y pagaría la deuda, no sabía cómo, pero lo haría, había estado más de treinta años al mando y todo había ido de maravilla. Su hijo estaba en plena enseñanza para tomar el mando una vez que él estuviera indispuesto y, a pesar del comportamiento rebelde de Antonio, su hijo, sabía que sería igual o mejor que él, o al menos eso creía saber.

-En un momento regreso, voy por los papeles - Kisub se encaminó a la puerta con una sonrisa maliciosa, ya tenía a padre e hijo a su disposición, era hora para conseguir su meta: Hacer que Oscar muera para poder apoderarse de los asentamientos Delton y, así, su poder sería excepcional, no tendría más límites.

Casillas, en la soledad de la gran habitación, tuvo el suficiente tiempo para meditar las formas que podría considerar para lograr saldar la cuenta que había creado, sin embargo, dudaba intensamente poder llegar a cumplir un año más de vida, el cáncer de médula ósea estaba arrasando con su vida más rápido de lo provisto, cada día los dolores iban en aumento, e incluso continuaban después de haber tomado su medicamento, ahora solo podía confiar en llegar a casa y hablar con Antonio de su inminente final junto con todas las soluciones que tenían disponibles para salir de esa crisis.

Pero Antonio, el chico amable, humilde y bondadoso que había criado, ya tenía un plan muy diferente respecto a su padre, el cual se había convertido en su mayor enemigo en cuestión de unos pocos minutos de charla con Kisub Hang.




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