¿En serio? De tantas personas en el mundo, ¿Tenía que ser él?
-Katherine, te pido de la forma más amable posible que me des una explicación y espero que sea muy buena como para que no te lleve con el supervisor. No me digas que eres de biotecnología; ambos sabemos que eso no va contigo.
-¿Me creerías si te digo que no sé por qué estoy aquí? -Por el visor que había a la altura de sus ojos pude ver que arqueaba la ceja izquierda. -Por favor, no...
Deje la frase a la mitad al notar la esfera que se encontraba a unos cuantos pasos de nosotros, estaba incrustada en el suelo como si hubiera caído del cielo, comencé a recorrer con la mirada todo el lugar detalladamente, todo era tan familiar, podría jurar que ya había estado aquí antes, a pesar de ser la primera vez que caminaba por este suelo , pues nunca había entrado a ver a Ann, siempre la esperaba en el estacionamiento que esta a tres cuadras de aquí; mi vista se posó sobre la puerta principal, estaba abierta de par en par, pero solo se podía ver el hule blanco con el que habían cubierto todo el perímetro; la puerta solo permitía el pasó a una persona, pues era demasiado chica, además de ser gris aunque tuviera la pintura un poco botada en algunas partes y otras con óxido. Pude visualizar a los chicos entrando uno por uno esta mañana, algunos con los cabellos apuntando en todas direcciones, otros con cabello corto, las chicas con el cabello en una coleta o tal vez suelto, pude ver rostros, risas, sentimientos, pude ver a Ann corriendo por llegar lo antes posible, aunque aún faltara más de media hora para su entrada.
-Hey, necesito que me contestes o tendré que llevarte directamente con el supervisor. -Kai me miraba de forma seria, para nada agradable.
-Perdón, me perdí.
-¿Una visión? -Sus ojos brillaron con esperanza.
-No, o tal vez sí, no lo sé. -Escuché un suspiro y vi como su visor se empañaba. -Estoy apoyando en una investigación y, por alguna razón, el detective a cargo me dijo que le siguiera hasta aquí, pero yo entré primero y lo perdí.
-¿Investigación? No lo creo, yo soy segundo aquí.
-¿Qué? ¿Segundo?
-Sí, yo también estoy de apoyo, soy el segundo al mando en esto. Yo sí soy de biotecnología. - Hizo un notorio hincapié en la última frase en modo de reproche.
-Kai, por favor, no me lleves con el supervisor -Lo tomé por el brazo- No quiero que me echen del asentamiento.
-Solo por ser tú, solo por eso. -Un resoplido salió de boca empañando nuevamente el visor.
-Gracias. -Un momento de silencio cruzó entre nosotros, en el que me dediqué a observar nuevamente todo, pero siempre me detenía en la puerta, la observaba fijamente al tiempo que alguien pasó corriendo por ella para salir. -Ann. -Imágenes de ella atravesando esa puerta corriendo detrás de un chico me envolvieron como un torbellino. -Kai, ¿Qué es lo que pasó aquí?-él me miró como si estuviera loca y no lo juzgo, pues mi voz salió en un murmullo demasiado urgente, como si estuviera a punto de llorar. Y no dudo que comience a hacerlo.
-No puedo decírtelo, al menos aquí no. Ahora, vamonos, que no quiero meterme en problemas.
Asentí para después seguirlo con la cabeza gacha ignorando lo que Diego me había dicho minutos atrás, pues las imágenes de Ann saliendo a toda prisa por esa puerta me carcomían la cabeza. Llegamos al tubo que unía a la escuela con el otro edificio, pero antes de poner un pie dentro de él, un trabajador se acercó a Kai deprisa avisándole sobre algunos avances que habían hecho y que, además, habían encontrado a un polizón; en el mismo momento que las palabras abandonaron la boca del trabajador, los ojos de Kai recayeron en mí, algo que solo me puso alerta, pero no por mí, pues sabía que estaba segura a su lado, sino por Diego que era quien estaba perdido en este momento.
Kai comenzó a seguir a paso decidido al trabajador y, al ver que yo seguía parada en mi sitio, me tomó por el brazo para que fuera a la par de él y no me quedara atrás.
Conforme avanzábamos el personal iba disminuyendo hasta el punto en que solo estábamos nosotros tres en un pasillo de aproximadamente tres metros de anchura, la iluminación comenzaba a ser más escasa, dejando tramos completamente a oscuras en los que no me quedaba más que tomar a Kai más fuerte del brazo para no tropezar, o en caso de que lo hiciera, no caer y causar un gran estruendo.
-Hasta aquí tengo permitido el acceso, señor. - El trabajador se detuvo a un costado de una puerta que daba fin al pasillo, estaba parado rígidamente y tenía una mirada nerviosa que se paseaba a lo largo del pasillo por el que habíamos andado minutos antes. Kai avanzó conmigo a su espalda y abrió la puerta, la cual daba a una pequeña habitación - realmente pequeña- en donde se podía ver a tres personas, un hombre de unos cuarenta años, un oficial de traje gris y, por último, sentado en medio de la habitación, Diego, quien parecía un niño al que habían regañado por haber entrado a la cocina sin permiso, solo que él ya no era un niño, y no entró a una cocina, si no, a un lugar de propiedad del gobierno que tenía restringido el acceso al público.