Capítulo 4
El día del suicidio
Alex
Tuve que tomar asiento en el sofá de mi sala, justo el que estaba frente a la pared blanca. No tenía sentido, no había manera de que tuviera algún sentido.
¿Cómo podía aparecer en mi apartamento y decirme algo así? ¿Tanto me odiaba?
Estaba seguro que Anne aparecería por la puerta en cualquier momento, con su sonrisa reluciente. Entonces sabría que sí, Adrien era un hijo de… ¿cuál era su maldito problema? De todas las cosas que podría decirme y hacerme, tenía que ser justo esta.
Anne jamás haría algo como eso, ella no… no sería capaz, la conocía. No había razón alguna que me hiciera considerar siquiera eso como una posibilidad.
—¿Por qué mierda sigues aquí? —le pregunté—. ¿Cómo puedes ser capaz de decir todo eso y aún seguir aquí?
Adrien caminó hasta el costado izquierdo del sofá, pude verlo por el rabillo de mi ojo.
—¿Crees que bromearía con algo así? Alex…
—¡Esta también es su casa, sabes! Y vienes aquí a decir que se suicidó… ¿Cuál es tu maldito problema?
—Eres un imbécil, pero no imaginé que tanto.
Negué. No podía serlo, no había manera.
—Aparecerá por esa puerta en cualquier momento, te darás cuenta que te equivocas.
—Alex…
—Ella no sería capaz de hacer algo así, lo sabes.
—Alex.
—¿Verdad?
—Lo lamento tanto, de verdad. Sé que soy la persona menos indicada para estar aquí… pero, no sabía qué hacer.
¿Alguna vez han sentido que están en una simulación? Como si la realidad fuera más ficción que la ficción misma.
¿Cuáles eran las posibilidades de lo que Adrien decía fuera verdad?
Sí, quizá era muy descabellado de mi parte creer que me estaba jugando una broma. Pero, era igual de descabellado, incluso más, pensar que Anne se había suicidado.
En sí la palabra suicidio me generaba malestar, ahora, unirlo con Anne, era algo mucho más… inexplicable.
Nunca antes lo había escuchado de alguien medianamente cercano a mí. No sabía que hacer o cómo reaccionar, mi mente estaba dilucidando entre un mundo y otro, de alguna forma me sentía desconectado de todo lo que sucedía a mi alrededor. Era como si por fin aquella pared blanca hubiese logrado atraparme y dominarme, dejándome al borde de un cataclismo.
Cada vez que intentaba repetir las palabras de Adrien, mi cerebro les cambiaba de lugar, creando oraciones distintas, dejándome fuera de la ecuación.
—¿Dónde está? —pregunté, poniéndome de pie.
—Se han llevado su cuerpo a la morgue, he venido cuando salieron de su casa.
—Es imposible que ella haya hecho eso —murmuré dirigiéndome a la habitación, necesitaba tomar mi abrigo—. Creo que te equivocas.
—Alex, vi las pastillas, estaban por todas partes.
—¡Ella no lo hizo! Ella no lo hizo, Adrien. Algo más debió suceder…
Guardé el anillo en los bolsillos de la gabardina.
Estaba seguro, por completo, Anne no había hecho nada, pero algo más debió haber pasado. Quizá se trataba de un accidente o alguien más…
—Jamás mentiría con algo como esto —volvió a insistir.
—Te equivocas, Adrien. Te equivocas.
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Editado: 30.11.2024