Capítulo 7
516 días antes del suicidio
Alex
En su rostro podía ver lo sorprendida que estaba, lo había estado pensando. Ella quizá imaginaba una fiesta llena de gente ebria hasta el culo. Pero nuestro círculo estaba más allá de todo eso. La música baja, un buen ambiente, personas agradables, alcohol de alta clase…, eso era más de nosotros.
Y, esperaba que eso no la molestara o asfixiarla, aunque me seguía resultando difícil comprender cuando algo estaba bien o mal para ella. Era indescifrable, misteriosa. Anne era compleja, no en el sentido malo, sino que estaba formada de tantas cosas, qué, a su vez la convertían en algo único. Estaba seguro que antes no había conocido a alguien similar… era tan hipnotizante.
Todo eso era lo que seguía atrayéndome de ella, cada vez que la veía o hablábamos, me dejaba con ganas de más. Había tanto por explorar en su ser. Nunca era suficiente, ni las muchas llamadas o mis continuas visitas sin razón a la librería. Siempre encontraba algo, como una historia de nunca acabar.
—¿Pasa algo? —Su voz volvió a traerme a la realidad.
—¿Qué?
—Es que llevas mirándome hace un buen rato, ¿tengo algo raro en la cara? —Anne enarcó una de sus cejas.
Le sonreí y aparté la vista de ella enseguida. Muchas veces me odiaba por ser tan evidente, no era esta la primera vez que me sorprendía observándola ensimismado.
—Te vez bien hoy, eso es todo, Anne —murmuré.
Jugué con mis manos, tratando de disimular el nerviosismos que me generaba decirle eso.
—Tú te vez… igual que siempre.
Giré a verla, arrugando mi rostro.
—¿Eso es malo?
—No lo es, Alex. —Sonrió. Me gustaba cuando sonreía y esas eran pocas veces—. Lo lamento, no soy buena dando cumplidos.
—Así que intentabas darme un cumplido —le di el último trago a mi bebida—. Me halaga solo el hecho en que lo intentaras.
—Supongo que cumplí mi cometido.
Había notado que Anne era reacia a recibir halagos, cuestión que me causaba conflicto, pues para mí era difícil no hacerle saber lo que pasaba por mi mente al verla. Que no era poca cosa.
—¿Estás pasándola bien? —pregunté, cambiando la conversación.
—No era lo que me imaginaba, pero es agradable.
—Siempre podemos irnos.
—Es agradable —repitió—. No te alarmes.
—Solo quiero que te sientas bien.
Noté como su cuerpo se tensaba y me reprendí por hablar de más. Quería que estuviera bien y eso incluía que yo no la incomodara.
Recosté mi cuerpo en el sofá en el que estábamos sentados, desabroché un par de botones de mi camisa. Hacía calor, quizá era el ambiente o el alcohol… revisé un momento mi teléfono, y volví a guardarlo.
Todos en el lugar se veían ensimismados en sus asuntos, conversaban en grupos o algunos se limitaban a beber. Y entonces estábamos Anne y yo, uno al costado del otro, guardando silencio. Queriendo decirle tantas cosas y al mismo tiempo callándome porque no estaba seguro que ella deseara escucharme.
—Iré a la cocina por agua —dijo ella, minutos después.
Asentí, enderezándome de nuevo.
—¿Quieres que te traiga algo? —me preguntó.
—Estoy bien —le aseguré, dándole una sonrisa.
—¿Seguro?
—Sí, de hecho, no debería haber bebido. Solo espero no toparme con ningún policía.
—Bueno, siempre puedes irte en taxi.
¿Eso significaba que no iba a permitirme llevarla a casa? Auch. Aunque tenía sentido, aun así, escucharlo no me sentó del todo bien.
Me limité a sonreírle. Ella se puso de pie y sin decir más caminó en dirección a la cocina.
—Anne —la llamé, tras unos segundos. Ella se detuvo enseguida, volviendo a verme—. No tardes mucho, quiero enseñarte algo.
—¿Quieres enseñarme algo?
—Sí, Anne —sonreí, viendo lo extrañada que parecía.
Me devolvió la sonrisa, apenada.
Al momento siguiente la vi alejarse en dirección a la cocina. Lucía tan pequeña e indefensa, que algo dentro de mí me gritaba que debía protegerla.
Volví a darle un vistazo al lugar, por suerte, Jules no estaba aquí, lo cual era estupendo. Su presencia solo hubiera causado una tensión innecesaria para mí y para Anne, y bueno, Lucas, por su parte, había estado conversando con una rubia que antes no había visto… toda la noche.
Había conversado con Lucas un par de veces sobre Anne, al principio solo eran comentarios dirigidos a su manera tan ambigua de ser. Luego, después de que se abriera un poco conmigo —en realidad era menos que un poco—, las charlas cobraban un sentido distinto, puesto que había descubierto algo en ella, algo que parecía no querer enseñarle a nadie, ni siquiera a mí. Esta seguro que el hallazgo por mi parte no fue más que un golpe de suerte.
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Editado: 30.11.2024