Capítulo 25
“Cariño, tu nombre es la respuesta a todas mis preguntas”
Alex
Siempre resulta difícil estar enamorado de alguien que te lastima, y tener certeza de que, por más que lo intentes, no puedes odiarlo.
—Él era su prometido, aunque todavía estaban demasiado jóvenes… pero creo que tú, más que nadie, entiende a una persona enamorada. —Silvie comenzó a relatar la historia—. En realidad no tengo plena certeza de donde se conocieron o cómo fue que terminaron juntos, pero él se mudó a Alemania por ella, incluso tenían algunos meses viviendo juntos. Debieron ser al menos unos dos o tres años de relación antes de eso.
» Para ese entonces Anne tenía una buena relación con sus padres, es un punto importante. Es difícil encontrar palabras para decir esto, pero intentaré seré directa. Ellos tuvieron un altercado, cuando digo ellos me refiero a Gerald y Anne, con unos jóvenes de la ciudad donde vivían, más que un alterado fue un… una masacre a los dos. Eran alrededor de siete u ocho, golpearon a Gerald e incluso utilizaron armas blancas contra él. Después de todo eso, los dejaron en medio del camino, hasta que una familia que pasaba por ahí se percató de lo sucedido y alertó a la policía. Cuando llegó la ambulancia, ya era bastante tarde.
» Gerald… él murió antes de llegar al hospital. El reporte decía que fue apuñalado más de cincuenta veces. Fue un acto inhumano lo que les hicieron. Anne estuvo dos semanas en el hospital antes de recuperar la conciencia. A ella también la hirieron en múltiples ocasiones. Algunas de las secuelas físicas que le quedaron fue el no poder tener hijos. Para ella la vida terminó ese día. Anne despertó habiendo perdido todo, así lo veía y creo que nunca dejó de pensarlo. Luego cuando fueron apresados algunos de ellos, fue todavía más difícil. Fue sometida a una presión psicológica mucho más fuerte, en el juicio le hicieron repetir una y otra vez todo aquello que había vivido. Sumándole al hecho de que se culpaba porque ella había sido quien comenzó la discusión con el grupo.
» Bueno, debería referirme a aquella persona como Daria y no como Anne. Porque, sin duda, eran dos personas completamente diferentes. Cuando abandonó el país buscó una manera de dejar aquel pasado atrás. Se hizo llamar Anne. Es a la que tú conociste, de la que te enamoraste. Esta no tenía familia, amigos o un hogar. Era más como un ente, una forma que encontró de librarse de la culpa que sentía por la muerte de Gerald. Aun así, buscó la manera de quedarse cerca de él. La familia de él trajo el cuerpo a la ciudad y aquí fue donde lo sepultaron, por eso vino. Y bueno, tú apareciste en el panorama, esa historia ya la conoces mejor que nadie.
En ese momento ella dio por concluido el relato, y yo no sabía que decir, hacer o pensar de todo lo que acababa de escuchar. Estaba anonadado. Parecía una de esas historias que cuentan en las cenas familiares, de las mismas que inventan para asustar a los que se portan mal. Necesitaba tiempo para procesar todo. Tenía las manos sudadas y sentía un vacío terrible en el estómago que me estaba volviendo loco.
El pastel de arándanos y el refresco ya se habían terminado desde hace mucho tiempo. Intentaba encajar todo lo que yo había vivido con ella con lo que Silvie me había contado. Nuestras múltiples conversaciones, las cosas que yo veía y todo lo que sentía. Y me jodía que ahora que lo pensaba, muchas veces ella se refirió a eso, pero yo no le entendía, o bueno, quizá solo intentaba interpretarlas de una manera que resultara para mi conveniencia. Ella me habló de los finales tristes y de los recuerdos que se añoran. Yo vi la tumba de Gerald, la vi a ella sentada junto a él, aun así, no entendí nada, nada diferente a que no quería estar conmigo.
¿Cómo alguien ahora me decía que yo no tenía culpa? Me necesitaba, me buscó porque necesitaba ayuda.
—Alex —Silvie me llamó unos minutos después.
No respondí, aun así la miré. Se acercó despacio y levantó una mano, limpiándome las lágrimas. Después deslizó los dedos por las mejillas, sin dejar de mirarme a los ojos.
—Alex, escúchame. Sé que necesitas tiempo para pensar en todo esto, pero tendrás toda una vida para ello —dijo, soltando un suspiro—, aún tenemos que hablar de otros temas.
Se me escapó un sollozo.
—Si ella me lo hubiera confiado, juntos lo hubiéramos buscado una solución, pero ¿por qué de esa manera? —solté las palabras que se me enredaban en la garganta y me asfixiaban—. Yo estaba dispuesto a mover el cielo y la tierra por ella, no me importaba lo que tenía que hacer. Todos tenemos un pasado, sé que unos son más difíciles que otros, pero es imposible no tenerlo.
—Alex, no se trata de eso…
—Si el futuro le deparaba cualquier cosa, yo estaba dispuesto a prestar mi ayuda, para cualquier cosa, Silvie. ¡¿Por qué irse así?! —Las manos comenzaron a temblarme—. Si era de construir un mundo solo para ella, lo hacía. ¡Cualquier cosa!
Silvie se hizo para atrás, soltando un bufido.
—¡No se trata de lo que tú estabas dispuesto a hacer por ella! Si fuese de ese modo, imagina cuantas vidas se podrían salvar. La depresión no es un simple juego, Alex ¡Con personas que sufren cada día! —expresó indignada—. Deja de pensar en ti por un momento. Piensa en el dolor de ella, la angustia en la que vivía, el miedo, la incertidumbre…, son tantas cosas que ni siquiera podríamos expresar en una sola noche.
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Editado: 30.11.2024