De A Tres

FINAL... ¿O COMIENZO?

 

FEDERICO:

  La conversación que tuve con Clara en el baño del restaurante, si bien no había dejado nada en claro, me había devuelto cierta tranquilidad. Mi mote, el que repetía y trataba de llevar adelante, una vez más se demostraba cierto. 

  Ir de frente, decir la verdad por incómoda que resultara era siempre la mejor decisión. Esconder los sentimientos, dejar a la persona que uno quiere con dudas o negarse a uno mismo la realidad sólo causa desastres. Si siento que quiero a alguien se lo digo, si siento que las cosas están mal, hablo para intentar enmendarlas y así con los diferentes vínculos de mi vida. Por supuesto que la forma en que uno transmite el mensaje también es importante, ser respetuoso con las personas que me rodean es otra de mis reglas inquebrantables. De ahí las ganas de cortarme la lengua cuando le dije a Clara que no dejaba títere con cabeza. 

  La verdad a esta altura era bastante compleja, estaba enamorado de mi mujer, sin ninguna duda, pero esa otra mujer tan diferente a todo lo que conocía, segura de sí misma, arrebatada, decidida, me traía de cabeza. Las primeras veces en que sentí atracción, pensé que era algo físico (y retorcido), con el paso de los días, cuando dejé de invertir mi energía en pelear con ella, pude apreciar a la profesional que era, y quedé admirado de su tenacidad y sus conocimientos. Verla llorar en el baño, por mi causa, no me causó ninguna gracia. Nunca había sido un hombre que hacía llorar a las mujeres y ella no iba a ser la excepción. Si todavía me quedaba alguna duda, confirmé mi sentir al descubrir que sus lágrimas fueron un golpe seco en mi pecho, no quería verla sufrir.

  Terminé la reunión con Aurora apurado porque antes de retirar a Santi del jardín tenía que volver a mi oficina, una vez tuve los planos que necesitaba y a mi niño bien resguardado en la silla trasera, fuimos en busca de los dos seres que terminaban de conformar nuestra familia.

  Paloma salió sonriente del edificio, se tiró a mis brazos para recibir mis besos, se giró para acariciar a Santi y se dispuso a prender su cinturón de seguridad. Demoré en arrancar el auto, debido a que sin esperarlo mis ojos se habían cruzado con los oscuros de Clara. La intensidad en la mirada de mi mujer, me devolvió al espacio reducido del auto.

  —¿Qué? —pregunté.

  —Déja vú —sugirió Paloma, refiriéndose a la misma situación que habíamos vivido meses atrás, pero que la tenía a ella como protagonista en vez de a mí— Veo que Clara y vos encontraron la forma de entenderse.      

  —Hoy nos cruzamos en el restaurante.

  —Ya lo sé —me sorprendió al confesarlo— Y al igual que a mí no le gusta nada Aurorita.

  —Te contó todo lo que pasó.

  —Sólo que te mostraba sus dotes delanteros como si estuvieran en oferta —me mordí el pómulo para no reír. Una carcajada, en ese momento, frente a mi mujer embarazada y celosa y era hombre muerto. 

  —Esta noche nos espera una larga charla.

  —¡Sabés qué Federico, estoy empezando a considerar que la verdad está sobrevalorada! —se quejó— Y ahora arrancá que estoy famélica, esta criatura me está consumiendo —obedecí sin ninguna objeción.

  La charla nocturna comenzó tímida, ambos medíamos hasta donde podíamos confesar. Con el paso de los minutos y la seguridad que nos brindaba conocer al otro nos fuimos soltando y admitiendo uno a uno nuestros miedos y deseos más profundos. Terminamos agotados emocionalmente y aunque mi intención inicial fue ayudarla a dormir, los cariños que comencé terminaron en una apasionada sesión sexual en la que nos permitimos fantasear con la presencia de Clara.

  —Tengo la leve sensación de que cualquier otra pareja en nuestro estado —se acarició el vientre ya redondeado para acompañar sus palabras— estaría debatiendo como mínimo qué nombre le pondría al bebé, en cambio vos y yo estamos considerando la posibilidad de incluir una tercera persona a nuestra relación. Fede, ni en mi más loco sueño hubiera imaginado algo así.

  —Decimelo a mí, que en primera instancia ni siquiera me caía bien.

  Nos reímos de nosotros mismos y lo consideré una buena señal, el beso suave y amoroso que me entregó antes de acomodar su espalda a mi pecho me lo terminó de confirmar. Estábamos unidos y nos amábamos, esto no era para salvar una relación perdida o para agregarle condimento a la pareja, no lo necesitábamos. Por el contrario, lo elegíamos como adultos conscientes. Igualmente, si salía mal íbamos a tener que cargar con las consecuencias.

 

PALOMA.

  Me sentía una mujer muy afortunada, la vida me entregaba a montones. La niña en mi vientre, crecía con una salud prometedora, en casa mis chicos me mimaban a la par. En la oficina Clara se encargaba de mi bienestar y su coqueteo continuo era un bálsamo al alma los días en que los kilos de más me incomodaban, y también eran un plus en la intimidad con Fede. Una mañana en que el trabajo estaba extrañamente tranquilo, me llamó a su oficina para decirme que había tomado una decisión y que quería reunirse con Fede y conmigo en un lugar neutral. 

  Al día siguiente, solicitamos los servicios del niñero oficial. Cuando Ulises llegó, salimos nerviosos al encuentro con Clara. Si tuviera que elegir una palabra para describirlo, diría que fue mágico. Después de que aceptara meterse en esta locura con nosotros, hablemos sin tabúes y sin prejuicios, los tres proponiendo opciones y deliberando cuáles serían los límites que no podíamos cruzar y negociando aquellos que eran más flexibles.




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