Doy algunos pasos hacia atrás, observándome aún en el espejo. Por fin lo estoy viviendo... comienzo a reír en voz baja mientras doy media vuelta y observo la silueta de mi cuerpo.
Suspiro. —Esto es increíble...—exclamó intentando ahogar mi emoción, para no sonar como loca.
A través del espejo veo que una mujer un poco más alta que yo, de cabello oscuro y piel conservada abre la puerta lentamente, un poco confusa. —Buen día, cariño. ¿Con quién hablabas?—termina de abrir la puerta para observar toda la habitación.
Yo sonrío un poco nerviosa. —Lo siento, mamá... es que estaba feliz, desperté muy feliz—sonrió mientras le contestó a su pregunta.
Ella sonríe. —Me alegro... ¿Hoy tienes clase en la universidad?—inquiere con una voz suave mientras se recarga sobre el marco de la puerta.
Pienso un poco, recuerdo que Anette me dijo que hoy no había clase, tomando en cuenta eso, puedo pasar el día y hacer lo que yo quiera, solo pedí un día, después quiero volver a mi vida.
—No, hoy no tengo clases. De hecho saldré hoy, me cambiaré y voy a salir.. con unas amigas—contestó para no levantar sospechas.
Me escucha con atención. —Creí que podíamos desayunar juntas—sugiere mientras continúa observándome.
Finjo un poco de tristeza. —Será mañana, mamá. Es que tengo que irme...—expresó un poco de presión.
Sonríe. —Mañana será—afirma con entusiasmo. —Te dejo para que puedas cambiarte—avisa antes de cerrar la puerta.
Le devuelvo el gesto. —Gracias, te quiero—nuevamente continuó y me dirijo al clóset. —Uhm... un vestido es algo que quiero usar, pero no creo que sea la ocasión especial...—aunque un debate interno inicia cuando observo uno de color rojo. —Es solo un día...—murmuró. —Aunque mi madre me cuestionara, y será algo extraño—niego con mi cabeza mientras sostengo el vestido rojo.
En su lugar tomó un jean azul marino entubado, unos converse rojos con una blusa blanca y un suéter de tonalidad clara.
Recuerdo un poco las palabras de Amy, y ahorita que miré a mi madre creo que me llevó de nuevo a mi adolescencia. Pues me fui de casa a una corta edad. Mi madre y familia no tuvieron interés en buscarme, aún cuando triunfe. Eso fue un golpe, pero me alejé y eso fue mejor, aunque quizás en el fondo quería volver a casa y que mi mamá me recibiera con cariño, era lo que un día pensé en pedirle; cariño y amor de madre... pero me detuve, cuando recordé que eso no se pide o se ruega.
Como sea... hoy soy exitoso, y quiero probar esto. Es un regalo, quizás...
Me quito mis pantuflas y me coloco mis calcetines mientras me pierdo un poco en mis pensamientos, me sacudo cualquier incomodidad, este día quiero disfrutarlo, e iré a ver a un chico, alguien que una vez fue mi mejor amigo.
Me quito mi pijama y quedo en ropa interior frente al espejo. —Sí que soy linda...—observó mi silueta.
Nuevamente volteó y tomó mi jean, me siento sobre mi cama y alzó las piernas para deslizarlo sobre mis piernas. Procedo a colocar mi blusa y luego finalizó con mis tenis rojos.
Observo el tocador. —No se maquillarme... pero en mis conciertos he observado a algunas bailarinas mías, y quizás aprendí algo... en los 10 años que llevo dando conciertos, algunas bailarinas se han maquillado mientras yo observo. También que mi maquillista me dio algunos tips.
Me siento y observo el maquillaje sobre el buró. —Bueno... será algo ligero—exclamó antes de iniciar.
20 minutos después...
Creo que estoy completa. —El dinero que le di ayer... me dijo que lo guardo en el tercer cajón—deslizó para corroborar y en efecto, el dinero que le di esté aquí.
Le adelanté 10,000 dólares, que más que nada fue para mi día de hoy, ya después lo repongo, dudo que gasté todo este dinero... pero quería tener de sobra.
Tomo 5 mil dólares y los guardo en mi bolso color rojo. Volteó a verme al espejo. —Estoy lista—digo mientras observo. Antes de salir me perfumo.
Camino hacia la puerta y abro. Supongo que así se siente ser una chica, y quizás mejor aún, ser una chica común.
Camino por el pasillo mientras pido un Uber con dirección a casa de ese chico... solo quiero ir a verle, y sin que me golpee.
—Mamá... vuelvo más tarde, iré con un... con amigas—me despido antes de abrir la puerta principal y salir para esperar el auto que me llevará a mi destino.
Pasan algunos minutos y un auto color rojo. El chofer baja el vidrio y sonríe. —¿Señorita, Anette?—confirma el viaje.
Eso se escuchó extraño, pero está bien. Lo que más me sorprende es que no me pide una fotografía o me trata como rey después de que sepa quién soy.
Sonrió y asiento. —Correcto. Soy yo—me encojo de hombros y expreso una ligera sonrisa.
Subo y el auto comienza a avanzar. —Llegaremos pronto a nuestro destino—avisa mientras me ve por el retrovisor. —Se ve muy feliz... ¿noticias buenas?—inquiere con un tono alegre mientras yo me pongo el cinturón.
Me sorprende un poco su pregunta. —Hoy es un excelente día, único quizás—contestó mientras observó por la ventana.
Él sonríe. —Así debe ser, todos los días deben ser únicos y especiales—comenta mientras se incorpora y cruza un semáforo para transitar por un carril veloz.
Suspiro y sonrió. Alejarme de mi vida, me hace sentir feliz, pero sí quiero volver. Solo que al menos por este día puedo salir y nadie me conoce, desde luego que al ser esta ciudad donde me di a conocer como cantante.
Tras unos 30 minutos de camino, llegamos a la tienda express característica de la colonia donde yo alguna vez viví, será extraño pasar cerca de mi casa.
Desciendo del vehículo, y me ubico mucho mejor, ya sé cuál es el camino a la casa de Daniel, mi ex mejor amigo.