—Aquí vamos—murmuró mientras veo de reojo a mi padre en la sala, y mi madre observando desde el comedor, sabe que Daniel ya está afuera.
Abro la puerta. —Hola, Dani. Pasa...—exclamó con un poco de nerviosismo, no se porque me pongo así.
Él sonríe. —Hola, te ves linda—exclama cuando pasa y se acerca a mí mejilla para saludarme de beso.
Solo me quedo estática y mi rostro de confusión es evidente, pues no me esperaba eso y no se porque lo hizo. Atinó a sonreír un poco nerviosa y cierro la puerta, por el rabillo de mi ojo me percato de que papá ya está caminando hacia él, y mamá viene detrás con una sonrisa.
Me doy la media vuelta y me coloco al lado de Dani. —Mami, papi—sonrió y hago una voz tierna, quizás más de lo común. —Él es Daniel, el chico que me ofreció la casa en renta y que también me sugirió ser su compañero de cuarto—hago un ademán para presentarlo.
Con la mejor vibra del mundo extiende su mano para saludar. —Mucho gusto—exclama al saludar a mi padre.
Papá solo sonríe un poco y se limita a contestar. —Igual.
Mamá le lanza una risa de emoción. —El gusto es mío. Muchas gracias por ofrecer opciones—destaca cuando le tiene de frente,
Él aclara su garganta. —No es nada. Y de hecho quiero aclarar algunas cosas...—se prepara para hablar.
Yo volteo a verle, no sé qué carajos dirá pero espero que no me deje en una posición indefensa.
Mi padre de inmediato le pone atención, al igual que mi madre.
—Ella estaba buscando casas cuando le conocí, le comenté de la opción de mi tía pero en ese momento yo no sabía cuánto era el precio de la renta, sin embargo investigué y cuando le tuve el coste, le mencioné que también podía mudarse conmigo; vivo solo y por ende no me molesta compartir mi hogar—sonríe. —La vibra de su hija es muy linda, es una chica dulce y tierna... por eso le ofrecí, además que me agrada y quiero conocerle, ella es una amiga que me encantaría conservar toda la vida—expresa con entusiasmo cuando les explica.
Mis expresiones quizás son muy obvias, pues no esperaba que dijera eso. Si supiera la razón de porque estoy aquí, y en este cuerpo, no diría lo mismo.
—Por eso ella quiso conocerme, y yo igual. Nos servirá a ambos él saber más de nosotros. Yo soy una persona agradable y de confiar... pero también entiendo la preocupación de ustedes, no dejar ir a su hija con cualquier chico que conoce, es algo bueno y lindo de su parte...—agrega con una voz suave.
Yo volteo a ver a papá, pues de quien creo que hay más rechazo.
—Sí, tal vez algún día lo entiendas. Causa miedo dejar ir a tu hija a vivir con una persona que apenas y conoce...—expresa papá mientras voltea a ver a mamá.
Le mira feliz. —Tu pareces un chico agradable, y alguien que es agradable tener de compañero de casa... así que conózcanse, si ella quiere irse... podrá hacerlo, pero yo sería feliz de que jamás se fuera—comenta, me observa con cariño.
Daniel asiente. —Yo comprendo los puntos de ustedes dos. Y les agradezco que le dejen a ella acompañarme, me parece muy lindo como la cuidan—destaca, después gira un poco su cabeza hacia mí, esperando que diga algo.
—Sí, quiero que salgamos para conocernos. Además que las charlas que hemos tenido son agradables... una amistad contigo sería agradable—contestó y volteó a ver a mamá y papá. —¿Entonces puedo ir con él?—pregunto con un semblante alegre.
Papá asiente. —Claro, pásenla bien—sonríe. —Sí, pueden ir...—complementa mamá.
Hago un ademán para que Daniel salga, lo que ya quiero es que salgamos de aquí.
Camino a la puerta y giro la perilla, él se despide y camina al exterior. Saca las llaves de su auto antes de salir, supongo que para quitar la alarma del mismo.
Mi madre se acerca. —Recuerda que puedes llamarme cualquier cosa, estaré pendiente—me abraza y besa mi mejilla. —Diviértete—agrega con alegría.
Sonrió y volteó a ver a papá, él me devuelve el gesto, le noto un poco feliz, pero quizás triste, no entiendo el verdadero porqué.
—Sí...—contestó con una voz cansada a mi madre. —Vuelvo más tarde—me despido y salgo de mi casa.
Daniel me está esperando a unos cuantos pasos, sonríe. —Bueno. Eso salió bien... me caen bien tu mamá y tu papá... es entendible que cuiden a su hija, yo haría lo mismo—comenta mientras se acerca al auto.
Abre la puerta y me observa. —¿Tienes hambre?—inquiere mientras con sus manos sostiene la puerta para que yo ingrese, sonriendo mientras está detrás de la misma.
Yo asiento. —Sí. Gracias—exclamó cuando ingresó, después le veo caminar por la parte delantera del auto y llegar hasta la puerta del piloto.
Enciende el auto. —El rincón de la hamburguesa es nuestro próximo destino—avisa con una voz alegre. Se coloca el cinturón y yo hago lo mismo.
—Y cuéntame... ¿cuál es la razón principal de mudarte de casa? Si quieres mi opinión, aunque me perjudica un poco—exclama con sinceridad. —Estás bien en casa de tus padres. Se ve que te quieren, eres hija única y además te consienten... no sé porque salir, aunque entiendo el punto de querer privacidad, Anette—inquiere después de detenerse en un semáforo porque está en rojo.
Suspiro. Pues la verdad no sé muy bien porque tengo esos pensamientos, es más... yo cuando llegué aquí fue al azar tomar esa decisión, pero con el paso de los días he adquirido sensaciones y pensamientos que me centran un poco mejor en esta realidad.
—Como tu lo dijiste, quiero privacidad y aparte independizarme—le miró conducir. —¿Pero sabes qué?...—pregunto mientras veo por la ventana del auto.
—Dime...—contesta.
Suspiro. —Irme de casa es difícil, es como dejar una vida atrás. Mamá y papá son tan lindos... que no quiero dejarles, ella me dijo que sí por ella fuera, quisiera que cuando me case siga con ella... y le creo, juzgando por lo que la conozco—exclamó con una sonrisa al recordar algunas conversaciones y momentos con ella.