En la sala de la casa de Inés María de Serrano están las hermanas Lorena y Yolanda, conversando sobre un asunto muy particular…
—¡Y ahora!...¿Cómo vas hacer, cuando se lo piensas decir a mi mamá?—le dice Lorena con el entrecejo bien fruncido—¿Cómo pudiste acostarte con el, sin pensar en mi mamá, ¡y mucho más en mi papá Don Rafael Serrano!...¡Mi papá que es capaz de todo y tú lo sabes¡
—¡Si lo sé!—Yolanda llora y suspira y sigue hablando con las lágrimas ahogándole la voz—¡¡Ay hermana no pude decirle que no, el es muy apasionado, y me deje llevar, sus besoooos, ¡eran!.. divinooos, ayyyy, nose como quedé tan rápido embarazada!
En ese momento Aura Soledad, que le dicen por ser la más pequeña Aurita, escuchó la conversación…
—¿Quien está embarazada?
—¡Pues Yoly, está embarazada del piloto nicaragüense!
—¡Ayyyyy!.... ¡Yoly, mi papá, los va a matar!—Se lleva las manos a la cara,— ¡a los dos! y ¿Y cuanto tiempo tienes?
—Ayy…—dice Yolanda gimoteando con un pañuelo en la mano y la nariz enrojecida—¡Un mes exactamente!
Aurita muy pícara y traviesa le pregunta…
—¿Y te dolió?...¡así dicen que duele la primera vez!.
—¡Ayy claro que me dolió!...¡es que lo amo, ese hombre es el amor de mi vida!
La señora Inés María pasó por el pasillo y le llamó la atención la actitud que tenían sus hijas, le pareció muy sospechosa y tenía rato oyendo la conversación, de repente abrió la puerta…
—¿Creo que me tienen que explicar algo, lo que escuché es cierto?
—¡Siiiiii!...¡Mamá perdonameeee!
Ines María se fue encima de su hija y la abraza mientras ella llora…
—¡Okey, ya…no llores más mi pequeña, te enamoraste, ¿que se va a ser?
—¡El me gusta mucho mamá! ¡Yo lo amoooo!—seguía hablando y llorando.
—¡El problema no soy yo, ni tu abuela Melania, que te adora, el problema es tu papá!
De repente se oye el timbre y una voz que llamaba de afuera..
—¡Buenas!, ¿hay alguien en casa?
Ines María escucha y le dice a sus hijas…
—¡Es Humberto Peña! ¡No le digas nada todavía!
Yolanda se seca las lágrimas y se incorpora para recibir a Humberto, se retoca el maquillaje y se vuelve a peinar su pelo.
Ines María vivía con sus hijos en una casa que les compró Don Rafael en una calle principal muy comercial, en pleno centro de la ciudad, los negocios, los bancos y un cuerpo de bomberos estaban en la misma cuadra; por la acera del frente iban y venían muchísima gente, la puerta de la casa estaba en plena calle, tenía ese estilo latino de esos años cuando había más respeto y menos delincuencia.
—¡Buenas, buenas, Señora Inés, es Humberto!
—¡Si, mijo, ya vamos para allá!
Yolanda estaba recién acomodada, se puso su vestido verde oliva de campana a media pierna, su pelo largo hasta el hombro peinado y rizado solo en las puntas hacía afuera lo llamaban estilo "gatico" y un cintillo de raso rosa con perlitas. Era algo trigueña de piel, y por eso Don Rafael le decía la negra Yolanda, pero de muy bella boca y agraciada sonrisa, era sensual y en su estado natural muy bromista y alegre.
Humberto Peña, era piloto militar nicaragüense, estaba en Venezuela cumpliendo una misión, y era un hombre alto, bien formado y con unos ojos verdes de película, con solo mirar a Yoly a los ojos, todo ocurría dentro de ella, la pobre con solo diecisiete años estaba viviendo un momento inusual, inesperado, y el amor hizo de las suyas en su corazón.
Yolanda se apura y le abre la puerta…
—¡Hola!
—¡Hola!...—Humberto se acerca y la besa en la mejilla—¡Estás muy hermosa, te queda bien ese vestido!
—¡Gracias!
El se acerca, le toma ambas manos y le pregunta…
—¿Y tú mamá, tus hermanas?
—¡Están bien, pasa adelante están en la cocina!
Yolanda invita a pasar a Humberto hasta el patiecito de concreto, que está bajo una gran mata del famoso mango de hilacha y se sentaron, de inmediato salieron Inés María, Lorena y Aurita; y la señora Inés le dice…
—¡Buenos días, caramba, que bueno tenerlo por aquí, lo estábamos esperando!
—¡Ah sí, muchísimas gracias señora Inés!
Yoly porque no vas y le traes un cafecito al piloto.
—¡¿Piloto?!—Humberto levanta las cejas—¡Tu mamá me llama piloto!
—¡Si así te llama para distinguirte de Federico el novio de Lorena que es teniente de armada!—le dice Yolanda con voz suavecita—¡Ya vengo me esperas un minuto!
—¡Si no hay apuro!
La señora Inés, no sabía qué hacer, si era su deber decirle, y reclamar la responsabilidad que tenía ahora con su hija o esperar a que Yoly se lo dijera, Yoly llega a la cocina y su mamá con la voz susurrante le dice…
—¡Le tienes que decir lo que está pasando contigo, no le des largas a eso!
—¡Espera mamá, yo sé cuando se lo voy a decir!
Yolanda se aparece con la taza de café para Humberto y se sienta a su lado.
El le da las gracias y le dice a Yoly…
—¿Y qué me cuentas?, ¡te veo preocupada, te pasa algo, estás muy seria!
—¡Si, si me pasa, pero te lo digo después, primero, vamos a escuchar a Elvis Presley!
—¡Si que bien anda a buscarlos!
Yolanda llega y pregunta…
—¿Cuál quieres escuchar primero?
—¡Elvis Presley!
Enseguida Yoly puso el disco y en ese instante estaba llegando su hermano Carlos Alberto con su novia Jessica Martínez; una muchacha muy guapa de cuerpo y cara.
Se saludaron y se sentaron a escuchar el disco de acetato recién comprado y comenzaron una pequeña reunión, y para completar llegó el militar que faltaba Federico Mirabal, el pretendiente de Lorena la mayor.
La tarde del sábado estuvo muy amena, por unas horas olvidaron lo que estaba realmente sucediendo con Yoly, ya Lorena se lo dijo a Federico entre señas secretas, Federico abrió los ojos y después disimuló, pero como Humberto no tenía idea de lo que estaba ocurriendo, él lo miraba con compasión.
La tarde apenas comienza, cuando se oyó la puerta.
—¡Es mi papá!—dice Aurita.
—¿Pero que tiene? ¿No tienes porqué asustarte así?
Don Rafael llega hasta la cocina, escucha la música y se acerca…
—¡Papá aquí están los muchachos!
—¡Buenas tardes! no sabía que tenían fiestecita!
Yolanda apagó el cajón de música que le llamaban pick up.
—¡Don Rafael me gustaría que me diera unos minutos si es posible y no es mucha molestia!—Le dice Federico quitándose la gorra.
—¿Cómo no? lo espero en el recibidor.
Federico pidió permiso y se fue para la sala, Don Rafael sacó unas frías bien heladas y le dió una.
—¡Tome! ¡Para que suelte lo que tiene que decir!
—¡Ah gracias muy buena esta marca y está helada para estos calores, porque dentro de unos quince días ya es semana santa!
—¡Si, el plan es irnos para la playa y ya estamos embarcando de nuevo; en Chuao, el cacao está saliendo por cantidades!...
¿Y dígame? ¿Que quiere hablar conmigo?
—¡Quería decirle de frente como hombre, que ya estoy bien adelantado en mi carrera militar, y con toda responsabilidad, que…!
—¡Ajá! ¿que?
—¡Bueno Don Rafael que estoy muy enamorado de Lorena y quiero pedir su mano para casarme con ella el año que viene, apenas me asciendan a capitán.
—¿Cómo es la cosa?
¿Mi hija Lorena está de novia con usted?
—¡Si Don Rafael!, y es muy importante su consentimiento para venir a visitarla como su novio oficial.
La conversación no pudo ser corta, a Don Rafael decirle eso de una hija, y más de su agraciada Lorena, su hija mayor, inteligente y de estilo distinguido muy propio no era como para aplaudir, eso para él fue una noticia que le había movido el piso, pero él era un general de la vida, tenía mucho poder y autoridad, y para Federico decirle esas palabras, fue un acto de verdadera valentía y mientras Don Rafael le decía a Federico una cantidad de motivos del porqué y cómo deberían ser las cosas, Yolanda le dijo a su hermana Aurita que la dejara sola unos minutos con el novio para decirle lo que le tenía que decir…
Cuando Yolanda ve que está a solas con el novio, suspira y siente un susto que la ahogaba; pero lo contenía como podía para decirle la noticia a su novio que estaba frente a ella, como si nada hubiera pasado…
—¡Humberto necesito que hablemos un asunto, es muy difícil y muy delicado lo que tengo que decirte!
Aurita volvió a prender el pick up y colocó otra vez el disco de Elvis Presley con Melodía desencadenada.
Yolanda al oír se puso más sensible pero no lloró.
—¡Bien dime, soy todo oídos!
—¡Está bien, bueno…—tomó aire y prosiguió,—te lo digo más rápido…ehh, ayer fui al médico y…. ¡Humberto!...¡Estoy embarazada!... ¡Voy a tener un hijo tuyo!