La luna llena esparcía su reflejo bonito, bailando también en el agua; en medio de una noche, llena de furia y alegría, la muchedumbre y los tambores en la plaza del malecón ahogaba el sonido del rompeolas; los gritos de la bullaranga; el olor de los carros de los vendedores de carnes y de otras variedades callejeras; no faltaban los raspaderos y los perrocalenteros, en medio del ánimo de los cueros que en su repiqueteo invitaban… llamaban…a los ecos ancestrales afrodescendientes; que minaban el ánimo contagiando a los recién llegados; el ministro Moreno no perdía la ocasión…
—¡Mira cómo quiebra la cintura esa mujer como se mueve, parece una demoledora, Rafael…y como te mira…!...
Don Rafael Serrano estaba exaltado y colorado, bien bronceado, todos sabían que era el nuevo patrón, y no faltaba quien le pícara el ojo y lo mirara con picardía…
Alquimides estaba prendido y alegre…
—¡Vamos a bailar con el santo Don Rafael, ya van a pasar por aquí, nos metemos en la fila y a cantar…se escuchaba la voz nasal del pueblo devoto, que pide y ora para un porvenir fructuoso y abundante, para el mar y para la siembra, y por la salud de sus seres amados…y sin descanso cantaban…
¡Malembe…malembe…
malembe no más!…y otros respondían con el coro…¡
San Juan to' lo tiene, San Juan to' lo da'...!
Alquimides animó con un grito…
—¡Vengan metanse!
Don Rafael se agarró por detrás de la cintura de la morena que iba en la cola larga que cantaba y bailaba, con las puntas del vestido blanco acampanado alzandola hasta arriba con muchos faralaos, batido con sus manos de un lado para otro; y así hicieron todos los demás, el teniente Moreno esperó que apareciera su pareja y Alquimides ya iba agarrado de otra, que movía su faldas colorida al aire, que tampoco era su mujer, dando varias vueltas por toda la plaza detrás del santo…. luego se rompió la fila y comenzó el repiqueteo más duró de los cueros y danzaron los invitados alrededor de las nativas que levantaban sus faldas mostrando sus muslos que mareaban, mientras bebían y giraban a su alrededor, y Don Rafael daba vuelta tratando de hacer lo que hacía Alquimides, la señorita que le tocó se llama Candelaria, y Alquimides le gritaba…
—¡Lúcete Candelaria que él es ahora tu patrón!
Candelaria tomó inspiración y se desplegó con su danza como poseída por un espíritu, sudando y blanqueando los ojos…el ministro Moreno se reía cuando la veía, porque bailaba con un entusiasmo y Don Rafael enrojecido no la soltó por un buen rato…
Cuando terminó el repiqueteo por un par de segundos ellos se retiraron, pero Don Rafael le dijo…
—¡Oiga!.. ¿pero usted no se va?..¿o si?...
—¡Claro que no, patrón! —levanta la voz Alquimides —Candelaria no se quiere ir, ¿verdad Candela?
—¡Claro que no pa' lo que salga, todavía es temprano!
Don Rafael se quedó hablando con los dos, tomando y conociendo detalles de la hacienda y se dió cuenta que el ministro se le había perdido…
—¿Oiga y el ministro dónde se metió?
—¡No será aquel Don Rafael, el que está allá en el piso con la morenaza Nohemí!
Don Rafael volteó hacia el rompeolas del malecón y allí estaba el ministro besando a una morena que le brillaba el pelo ensortijado hasta la cintura y sentada en un alto de la plaza, mientras el ministro se desbordaba encima con besos…y las manos Iban y venían…
—¡Cara!...¡No pierde tiempo mi amigo…!—Hasta envidia sintió cuando lo vió, y por su pensamiento no se acordaba de nadie, ni de Angélica con las dos niñas pequeñas ni mucho menos de Inés…Alquimides le aclara…
—¡Esa es Nohemí, la que lo recibe cuando está por estos laos, como decimos nosotros!
¡Pero usted tampoco se queda solo hoy, ahora es cuando la noche trae sorpresa!...y a lo mejor las nubes cubren esa luna, como el año pasado…¡y llueve a final de la madrugada, porque así es aquí!...¡y alguna le quita el frío!
La fiesta seguía y se hicieron los grupos, y asi fué, Don Rafael tampoco perdió su tiempo y al final se quedó con Candelaria la más linda y pretenciosa de la isla, que no dudó en brindarle a Don Rafael, una noche costeña al repiqueteo de sus caderas…
—¡Oiga, la verdad, me gustó Chuao y mucho!...
Candelaria mostraba sus dientes como lamparitas en la oscuridad mientras levanta la cabeza, abrazada al patrón, al que atendió en varios sets porque, eso sí, el no bajó la guardia en toda la noche; con Candelaria una mujer joven y llena vida, fuego de juventud, lo supo hacer, el lo disfrutó, pero Don Rafael Serrano no era hombre de ataduras…
—¡Hoy estamos, pero cuando venga acompañado usted se mantiene lejos, separada, hasta que yo le diga, y la saque a pasear, porque para eso soy el patrón, ¿Nos estamos entendiendo?...
—¡Por supuesto patrón Don Rafael!...
—¡Bueno que siga la fiesta comience de nuevo el maraqueo ese, que la noche es joven y parece que va a llover de verdad!
El repiqueteo de los cueros tamboriles, se escuchaba a lo lejos, hasta que se cerraron los ojos ebrios de licor y sensualismo, la vida de la sierra quedó muy lejos y en nada se compara con la que acaba de empezar, llovió como dijo Alquimides y eso aumentó el calor del encuentro de dos amantes que solo se esmeraban en pasarla bien… la llegada del sol no se hizo esperar, cuando Don Rafael abrió los ojos, ya Candelaria se había ido, se fue rápido para su casa para verle la cara al gentío y mirar a todos con vanidad, porque fue la escogida por el nuevo patrón.
El sonido del mar era en el fondo un acompasado, y resonante compañero, que aletargaba el espíritu, Don Rafael entró al baño del cuarto donde se quedó con Candelaria; y se refrescó la cara; se enjugó la boca; atravesó las biseladas cortinas blancas de la entrada y salió, caminó hasta las mesas que lo habían recibido y lo estaban esperando; Alquimides, el coronel ministro Moreno y Cleotilde…
Cleotilde le hace una atención…
—¡Buenos días Don Rafael, aquí tiene su café!...¿Cómo se siente?
—¡Cómo decimos en mi tierra Flor perla!...que quiere decir, "mejor imposible"...
—¡Bueno, Coronel ministro Moreno!... ahora hablemos de negocios, vamos a conocer la hacienda!
—¡Ya está todo listo y nos vamos para allá, seguro que nos están esperando con algo bueno!...
—¡Arranquemos pues…!