De La Sierra La Pasión

Barras de chocolate

Alquimides iba al lado del conductor de un Jeep descapotado; y en la parte trasera, compartían Don Rafael Serrano y el Ministro Teniente Coronel Damiro Moreno; recorriendo caminos que estaban bordados por los caseríos aledaños; con su gente, que saludaba al paso, cuando veían a Alquimides con sus invitados, porque sabían que quienes iban con él, el nuevo patrón y un alto funcionario del gobierno de la dictadura reinante. 
El camino era soleado, y el olor a fritura de empanadas hechas de maíz, salían de los fogones de algunos ranchos, un olor muy venezolano que se conserva a través de los tiempos, cuando se te antoja conocer las costas playeras de uno de los países más bellos que colinda con las aguas caribeñas; el azul del mar se contemplaba retirado cada vez más, mientras se encaminaban hacía la carretera nuevamente, rumbo a los cacaotales, dónde los esperaba la gente en las puertas de la gran hacienda y todos los adjuntos a la economía del procesamiento de este fruto tan cotizado, en otros países hermanos se pelean la partida de nacimiento de la mazorca del cacao, pero es así, demostrado contundentemente, el cacao lo parió suelo venezolano y es el mejor del mundo. 
Una muchedumbre los recibe, nativos, oriundos que hacen vida dentro de la hacienda. Evelio parecía un general en jefe, con su gente derechita pues, esperando las próximas instrucciones. 
—¡Evelio! 
—¡Ministro bienvenido aquí lo estamos esperando!... 
¿Y esta vez no se trajo al Presidente de la República! 
—¡No, Evelio, pero te presento a tu nuevo patrón, también de la sierra Andina como el Presidente y por supuesto gran amigo suyo! 
—¡A pues entonces es como un primo del Presidente, porque son de la misma tierra! 
—¡Usted lo ha dicho, te presento a Don Rafael Serrano! 
—¡Oiga!—Don Rafael lo mira ceñudamente—¿ y usted ¿A que se dedica?... 
—¡El capataz mi Don! a todos estos,—Señala con un machete—los tengo al trote, trabajo y más trabajo, pero eso sí los jueves arreglamos los despachos y los viernes se llenan los barcos! 
—¡Eso está bien! 
Alquimides se interpone en la conversación… 
—¡Pero bueno vamos a seguir no nos quedemos aquí, ya la tarde está fuerte y el nuevo patrón tiene que conocer todo primero para luego decidirse, ¿no es así?... 
—¡Así mismo! 
Prosiguieron en el Jeep, porque la idea era darle un vistazo a la tierra. 
—¡Oiga! y …¿De cuántas hectáreas estamos hablando? 
—¡Cerca de doscientas y trabajan como cien personas con sus familias, en su mayoría mujeres que son las que llevan su carga al patio frente a la iglesia para el secado! 
Conversando llegaron a una muralla desteñida que tenía a la hacienda cercada , para separarla de la playa que se sentía de vez en cuando por los bordes. 
Desde allí, se escuchaba el mar y sus bramidos, hicieron una parada para descansar. 
Don Rafael pregunta después de un suspiro… 
—¿Y cuánto pide mi General Pérez Jiménez por ella? 
—El presidente dice que le dé ¡Quinientos mil!... 
—¡Me gusta!, Ministro, eso lo vamos a firmar, con mis dos hermanos, y los tengo que traer para que aprecien el valor y la gran oportunidad que nos están dando. 
—¡Nos los traemos para el jueves! 
—¡Buena decisión y el viernes estamos firmando! 
—La cantidad de semillitas es tan grande que se pierden muchas en el proceso, y los compradores son muchos, sobre todo los holandeses…ellos saben y reconocen la calidad de nuestro Cacao… 
¡Es el mejor, lo han probado y confirmado!...y 
¡Ahí tiene pues, una taza de chocolate espeso hecho por las morenas más bellas y dulces del mundo! 
—¡Este chocolate con unas acemitas, para esta hora es una delicia! 
—¡Así mismo es! 
La tarde empezó a deslumbrar sus tonadas de despedida, era la playa un golpe de vida, no veía el momento de ir a tomar un baño y llenarse de la aguamarina, y flotar, acunado sobre las alas ondulantes del mar; ver el cielo sin prisa, sin horario, y olvidarlo todo, no pedía nada más… 
—¡Mañana antes de irnos vamos a la playa y después al gran río no tienes idea, esa cascada te va a encantar! 
—¡Me acaba de traer de regreso, estaba soñando precisamente con eso, no me voy a ir sin ir a nadar, nadar, es lo que más me gusta! 
La noche fue dulce, y llena de atenciones, llegaron a la gran casa colonial, legado de aquellos tiempos, un cuarto grande con ventilador, eso no lo esperaba, allí hasta había dormido José Antonio Páez, y todos los Presidentes que vinieron luego, Don Rafael se sentía como un Rey, claro que esa noche se arropó doble, porque la Candela no estaba cerca, el Ministro Moreno le cedió el turno en la habitación Presidencial, y el claro amanecer, el levante del sol, caprichos del tiempo… 
¡no se dejó esperar! 
—¡Buenos días!...¿Ya está levantando?... 
El ministro no sabía que los Serranos eran madrugadores, Don Rafael lo estaba esperando desde hace media hora, ¡como niño en mañana de navidad!... 
—¡Vámonos entonces la playa está mansita y se puede tomar un buen sol! 
Abordaron el Jeep y salieron para la playa, para disfrutar el mar, de la arena, un momento sin igual. 
—¡Después nos vamos a sacar el agua salada en el río!...¡No te vas a querer ir!.. 
Chorrerón, de todos los ríos, lo llaman El duro, Chorrerón es una visita obligada cuando vienes para Chuao, allí, nos esperan noventa metros de cascada imponente y bien fuerte, a la que llega tras dos horas de camino. 
¿Estás dispuesto a caminar? 
—¡Estoy para eso y mucho más, yo por un río hago lo que sea, y le digo algo Ministro que hoy me verá lanzar en esa cascada! 
¡Está bueno que vayamos caminando entonces, ¿pero con ese poco de hombres? y Decóreme la visita, ¿dónde está Candelaria?.. 
—¡Pues nos vamos los cuatro, Nohemí, Candelaria y nosotros!, ¡con unas barras de chocolate para el camino! 
Se fueron a buscar a las mozas y seguir la caminata, para ir a la playa y después bañarse con sus parejas en el río. 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.