De La Sierra La Pasión

Invitación

El matrimonio de Yolanda Serrano, por el civil fué rápido; y de inmediato comenzaron a planificar el casamiento por la iglesia. 
La señora Inés María a pesar de todo, estaba feliz, porque ya se le había casado una de las muchachas. Ahora todas estaban soñando con los  preparativos de la fiesta, la hija de Don Rafael Serrano se casaba, a Humberto el oficial nicaragüense no le quedó más remedio que bajar los humos, el señor Rafael no era cualquier Don, era nada más y nada menos que amigo, compañero de fiestas y farras del Presidente del país, y con él no podía jugar. 
Le pidió a sus padres y hermanos que se vinieran y viajarán para la boda. 
Don Rafael fue de nuevo muy claro con él, y mirándolo a los ojos con firmeza y desafío, le dijo… 
—¡Están casados por civil, pero no la va a ver más, hasta que los bendiga el cura!...¿Me entendió?... 
¡Ni un pelo me le va a tocar a usted mija…!—le dijo con el mismo ímpetu—sepa darse su puesto y tenga dignidad, respétese…¿Me entendieron los dos?... 
Humberto responde… 
—¡Si, don Rafael! 
—¡Ah, bueno, Yolanda vaya, que usted tiene que ayudar a su mamá con los entremeses, y estaremos un rato, echando palos (quiere decir bebiendo licor), y oyendo música, pero usted, lejos, lejos de él, hasta que el cura los bendiga! 
—¡Está bien pa'! 
Cuando Yolanda llega a la cocina, están sus hermanas y su mamá murmurando; y preparando unas bandejas para servir a los que estaban presentes; cuando vieron a Yolanda, se volvieron abrazar y a felicitar con más alegría y emoción… 
—¡Vió mija, todo le salió bien! 
—¡Hermanitaaaa—Lorena la abraza—¡felicidades!...ya eres una señora, y también voy a ser tía!—Yolanda sentía el corazón brincar con fuerza por la emoción. 
Cuando abraza a Aura Soledad, ella le dice… 
—¡Se me casó mi compañera!—porque ellas eran muy unidas para todo—¡Felicitaciones! 
Yolanda le dice a Aurita… 
—¡Prepárate, porque tú eres mi madrina de honor y tú, Lorena, y Federico son los padrinos! 
Aurita dice… 
—¡Yo seré la madrina de todas ustedes!...pero…¡yo no me casaré…! 
—¡Vas a volver con eso!—Inés María la regaña—usted estudia y después se casa. 
—¡Ay, no, yo, no quiero estar atendiendo marido, no, yo quiero mi libertad! 
—¡Ay, cállese, y venga a ayudar! 
Carlos Alberto estaba con su novia. 
Las hermanas empezaron a murmurar… 
Lorena hace un comentario… 
—¡La novia de Carlos se la da de bonita, y es coqueta, Carlos no se da cuenta, anda con esas minifaldas mostrando esos muslos, todos los hombres la miran…—dice Lorena. 
Yolanda participa y opina…como siempre grotesca… 
— ¡Y fuma como una puta!—¡Todas se ríen! 
—¡Ay si, ella está con mi hermano, y está sonriendo y guiñando el ojo, es una descarada, mi hermano si es bobo!—dice Aurita. 
—¡Pero él está muy enamorado, y parece que se quiere casar con ella! 
—¡Bueno vamos, vamos a la sala! 
Humberto veía a Yolanda desde lejos y ella lo veía con picardía, lo peor ya había pasado. 
Aurita le pregunta a Yolanda… 
—¿Mira y vas a invitar a nuestras otras Hermanas?... 
La señora Inés María la oyó… 
—¡Invítelas, ellas son sus hermanas, Melba y Teresa, ellas no tienen la culpa de nada! 
—¡Bueno yo las invito!... 
La invitación la llevó Don Rafael a la casa, y la muestra a la hora de la cena… 
—¡Mire Angélica, se me casa una hija por la iglesia! 
—¿Verdad?...¿Cuál? 
—¡Mi negra consentida Yolanda!. Con un oficial nicaragüense! 
Melba como siempre de zalamera, salta adelante… 
—¡Ay, pero primero que Lorena que es la mayor! 
—¡Verdad!... porque dicen que la mayor debe dar el ejemplo!—dice Angélica—¡Bueno Rafael lo felicito, va a llevar a su hija de velo y corona, como toda señorita! 
—¡Señorita!...¡la coña está preñá!..¡No sé aguantó la muy p…! 
—¡Ay pa' no diga así, mire que usted la quiere mucho! 
—agrega Melba. 
—¡Si, la quiero mucho, y a punta de pistola, arrastré al pingo ese, hasta la prefectura, para que sepa, que tenía que responder…! 
—¡Cara, así fue la cosa entonces, y quiénes van, ¿las dos muchachas? 
—¡Si, invitaron a las dos! 
—¡Ay, no, yo no voy, no me gusta allá!—opinó Teresa. 
—¡Pues yo si, que va, no me lo pierdo!— destacó Melba. 
Una vez terminada la cena, se fueron de nuevo a sus habitaciones, Don Rafael con Angélica, le gustaba dormir con ella a su lado, y se le levantaba el ánimo, buscaba su cuerpo y ella se quedaba tranquilita, mientras el señor hacía lo suyo; luego se quedaba dormido, era una habitación inmensa, y alejada de la otras, para tener su privacidad. 
Las muchachas estaban discutiendo… 
—¿Para qué vas?—le dice Teresa—eres una gafa, se van a burlar de ti, ellas son Serrano y nosotras no. 
Nosotras todavía somos "Las Jaramillo", ¡Boba!... 
La única manera que nosotras podamos estar tranquilas será cuando nos casemos, tengamos los apellidos de nuestros maridos. 
—¿Cómo dijiste Teresa—apuntó Melba—..,¿y es  por eso es que aceptaste a Reinaldo, para dejar de ser una "Jaramillo"? 
Teresa baja la cabeza… 
—¡No!, claro que no. Yo amo a mi novio. 
—¡Cuidadito y no te vayas a equivocar, tu eres una mujer demasiado bella para casarte con un pobre, puedes elegir a otro que tenga mejor posición! ¿y sabes que?...¡Mejor apellido!, porque ese apellido Malpica no suena bien, “Malpica”…¡Ay no!...mejor es ¡Serrano!...¡Ese si es un apellido…! 
—¡Ay ya, ya está, cada quien en lo suyo! y si quieres ir a esa fiesta para que se burlen de ti, ¡Anda!, esas Hermanas no nos quieren de verdad, porque mi papá nos tiene escondidas, ándale, ándale, vaya para su fiesta, después no me venga a estar llorando, llorona, por todo lloras, boba…—Teresa le dice molesta. 
—¡Yo voy hablar con mi papá, y si me llegan a decir algo, que me traiga de inmediato, sí señor, pero si voy a ir, yo quiero ver a Yolanda vestida de novia… 
—¡Ay, si, como tú digas!... 
Angélica se levanta y deja a Don Rafael dormido y se acerca a la habitación de las muchachas y oye una discusión… 
Miranda estaba afuera pasando la cera con una mopa, hecha por ella misma y se asoma y les llama la atención… 
—¿Qué es lo que pasa, están peleando otra vez? 
—¡Ay, si, por la fiesta esa!—musita Teresa. 
Por cierto,  ya escuché que se casa preñada la hija del señor, tan monas que son, sobre todo esa Yolanda, que es tan maluca con la señora Angélica, ¡cuando viene para acá! 
—¡Si, pero, calladita, no hable de eso, porque el señor, se puede molestar, y tú sabes Miranda, cómo es el carácter de mi papá!—le señala Melba. 
—¡Si, si, tienes razón! 
Angélica termina de entrar a la habitación… 
—¡Bueno, bueno, qué es lo que está pasando acá! 
—¡Teté, no quiere que vaya para el matrimonio! 
—¡Y tiene razón, usted no tiene nada que buscar en esa casa, es peligroso, ni se acuerda que esas señoras no me quieren ni un tanto así, y que la abuela esa, es bruja, y que le tiene un conjuro a uno! 
—¿QUEEE?—Tete se recoge y Melba levanta las cejas.. 
—¡No, estoy de acuerdo Melba piénselo bien! 
—¡Está bien, lo voy a pensar!— dijo cabizbaja— 
¡Pero todavía no me he decidido! 
 




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