De La Sierra La Pasión

Suenan las campanas

Las campanas de la iglesia están sonando, se casa una hija de Don Rafael Serrano, Yolanda, con un teniente de la fuerza área nicaragüense que cumplía una misión en el país; Humberto Peña, un hombre muy alto, de buen porte, ojos verdes, y realmente obligado a cumplir con su responsabilidad, como padre y como caballero. 
Yolanda tenía el corazón pujante de emoción, ella había dado un paso locuaz con este novio que la enamoró, pero hoy se cierra ese capítulo de ex señorita deshonrada a Señora Serrano de Peña, y desde ahora se dará a conocer como Yolanda Peña. 
Melba no se perdió la oportunidad de asistir, ella sabía a lo que se exponía, el círculo social de las legítimas Serrano era muy exigente, y con alzas en los puntos del honor, la compostura, la unión matrimonial bendecida por Dios, en fin las normas y las buenas costumbres, resarcir la dignidad de la mujer de ese entonces. 
—¡Yo tuve a Lorena a los dieciséis años y sin casarme con Rafael y aquí estoy, ahora soy la señora Inés María de Serrano!, maestra repostera para servirle—Todos se ríen— ¡Porque el dinero no admite ofensas! 
Don Rafael la escuchó y la llamó aparte… 
—¡Oiga puede dejar de estar diciendo sandeces, mire que aquí está la niña Melba y no quiero que le hagan un desaire! 
Inés María lo mira de arriba abajo… 
—¡Ah pues ahora sí me compuse yo!...¡Yo no tengo la culpa de esa broma que usted solito se lo buscó! 
Lorena la mayor estaba muy vanidosa, era bella, elegante, peinada y maquillada al estilo Dietrich, se sintió bastante desagradable cuando vió a Melba entre los invitados en la iglesia. 
—¡Melba fuiste muy valiente en venir! 
Inés María la interpela… 
—¡Ella no tiene la culpa de nada, ella y la otra chica son sus hermanas Lorena y las tienen que querer,—Inés María repite—¡Ellas son sus hermanitas!... 
Melba le hacía caso omiso a todas las impertinencias que aparecían en su camino, observaba todo con emoción y placer, era comelona, y si aparecían con unos exquisitos entremeses, enseguida estaba preguntando la receta; disfrutó mucho de todo. 
Las amigas de Inés la cercaban para interrogarla… 
—¡Ay Inés, pero que descarado es tu marido!...¡Como trae a esa Jaramillo para acá! 
—¡Ella no tiene la culpa, esa muchachita es hermana de mis hijas, y la tienen que querer! 
Por otro lado Carlos Alberto Serrano estaba con su "novia" de la que estaba locamente enamorado, y la chica no parecía sentir lo mismo hacía él, como era el tiempo cuando se puso de moda la minifalda, no desperdiciaba la oportunidad, de lucir vestidos muy cortos, que llegaban a la mitad de sus muslos, y a simple vista destacan unas piernas, que le ganaban a las actrices mexicanas, decoradas con unas medias negras con venas posteriores, todo los hombres de la fiesta estaban, algunos con mucho disimulo, pendientes de las piernas de la novia de Carlos Alberto. 
Cuando él se descuidaba ella se le escapaba, fumaba que parecía un tren, y no le parecía nada malo encerrarse hablar en los carros, con los amigos de Carlos sin importar lo que piense el público, y despertar los celos de Carlos Alberto, que hacía todo lo posible por no delatar esa situación, evitando que los primos no se burlaran de él. 
Para desviar la atención de este asunto tan incómodo y bochornoso, se ocupó de la música, y abrió el pick up y colocó un disco de Vinilo para comenzar a bailar. 
Yolanda a pesar del dinero que disponía por su padre, no se preocupó en gastar haciendo una gran boda, apostó por la sencillez, y no utilizo ni el club, ni las orquestas de Brillo frometa,  ni a Emilia Dago de Los Melódicos; todo sencillo sin chef ni grandes banquetes. 
Humberto Peña no estaba ganado para bailar el vals, entonces, se pusieron a bailar, guaracha de la sonora Matancera, con la salsera del momento Celia Cruz, la guarachera del pueblo. 
Carlos Alberto salió corriendo a buscar a su novia para bailar y ella con cara de fastidio salió del carro dónde estaba con uno de los mejores amigos de Carlos y que conociéndose mejor…ese amigo se llama Esteban Quintana… 
—¡Muy bonita tu novia, es muy conversadora! 
—¡Si a ella le gusta mucho hacer nuevas amistades!—Le responde Carlos. 
En ese momento la novia de Carlos, se desvío de la idea de bailar y se puso a leer la carátula de un disco…Carlos la vuelve a tomar por el brazo… 
—¡Vamos a bailar! 
—¡Está bien! 
Eso sí tenía Carlos era muy buen bailarín, y se botaron bailando, cuando cambiaron la canción por el jala jala de Richie Ray… 
Don Rafael cuando los ve… 
—¡Esa mujer baila como una sombrilla, mi hijo no tiene suerte cara!, yo se lo voy a tener que decir!... 
Aurita Soledad, había sido la dama de honor, y estaba preciosa luciendo un traje de raso verde, acampanado, con un hermoso lazo en la cintura, pero todavía era muy niña, y todo lo que sucedía era una gran novedad, y el ejemplo a seguir de su hermana. 
Igualito se ponía a bailar hasta sola, y después para Melba la situación mejoró cuando su hermano por parte de padre, Carlos Alberto la saca a bailar, y este se da cuenta que Melba a pesar de su corta edad, es una gran bailarina entrenada por su propio padre, en ese momento Don Rafael se alegró muchísimo, cuando vio que los dos hermanos se trataban y se la llevaban de lo mejor. 
—¡Está hermanitaaa tiene buen ritmo! 
Los novios estaban sentados en un trono, anunciaron todo lo tradicional de las bodas, una prima por parte de madre se ganó la cinta del pastel de bodas y Lorena se ganó el bouquet, quedando claro que la próxima boda era la de ella y la de Federico. 
Luego, anunciaron que se iban, por fin, llegó el momento, para el viaje de luna de miel, y se montaron en su carro, lleno de latas amarradas, y se fueron para Margarita, una isla venezolana muy hermosa y de gran afluencia turística. 
La gente se fue retirando poco a poco, y Don Rafael quedó sentado con unos cuantos grados de más de alcohol en la sangre. 
Aurita era la que quedaba haciendo piruetas por ahí y su papá la mira y le dice… 
—¿Y usted qué piensa hacer? 
Ella responde… 
—¿Cómo dice usted? 
Don Rafael alza la voz… 
— ¡¿Qué piensa hacer?!…se va a casar…o se va a meter a puta?... 
Ella indignada le contesta… 
—¡Me voy a meter a puta!...¿Porque?... 
Don Rafael la oye y con una rabia fruto de los grados del alcohol… 
—¡Plash!...y le cruzó la cara con una bofetada! 
 




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