De La Sierra La Pasión

¿Quien es usted?

Reinaldo Malpica se plantó frente al muy temido y afamado, Don Rafael Serrano y se quedó con la mano en el aire, porque Don Rafael no se la quiso recibir. 
—¿Quien es usted? 
—¡Cómo le dije, Don Rafael, el novio de Teresa, y quiero hacer las cosas bien! 
—¡Teresa no está para tener novio, y la respuesta es no!. Ella tiene casi quince años y no sabe todavía para que sirve el papel toalex, ¿o quiere que se lo diga en palabras más claras?...—Don Rafael habla y asoma su abdomen, para mostrar una pistola que siempre lleva metida en el cinturón—Teresa va a la academia es a estudiar, no a buscar hombres, ella es la bordona de mis hijos, y a verse visto, usted, ¡a usted!, se le ve por encima que es un hombre que ya ha corrido las siete plazas, y se viene a fijar en la más chiquita de mis hijas, no señor, ella está muy pequeña todavía, y no insista,…¡ es no!. 
—¡Angélica! 
Angélica llega nerviosa pero no deja de saludar a Reinaldo. 
—¿Cómo está Reinaldo? 
—A pues, bien bueno, mire, ¿¡y usted conoce a este señor!?, usted lo ha visto por fuera, de que se trata todo esto, si a Teresa le pasa algo, la culpa va a ser de usted, ya se lo he dicho muchas veces. 
Reinaldo interpela… 
—¡Don Rafael disculpe, yo soy un hombre trabajador, tengo mi empleo de contador en la escuela de aviación, y soy un hombre muy responsable, mi familia es muy pobre pero honrada, mi mamá nos crío trabajando con una máquina de coser y somos cinco hermanos. 
—¡Muy bien, muy bien, pero no, no y no, la niña tiene que graduarse de bachiller, y madurar, y hágame el favor, ya no insista! 
Don Rafael se retiró y tomó rumbo a la parcela, dónde estaban unos obreros que contrató para que limpiaran la parcela. 
Angélica se quedó sola con Reinaldo y de inmediato apareció Teresa. 
—¡Mamá, ahora, ¿Cómo vamos hacer?...¡Yo no voy a terminar con mi novio! 
—¡Sra. Angélica, yo me voy a quedar tranquilo, pero dentro de un tiempo volveré! 
¡Teresa te traje este regalo! 
—¡Ay!...¿Que es?...,ah…ya se es un disco de acetato, un Long play…vamos a ver… 
Teresa destapa el disco… 
—¡Ay, que bello, es el artista argentino, ¡Leo Dan!... 
—¡En ese disco, la primera canción del lado A, se llama 
"Que hermosa noche"... 
—¡Ah si, yo la escuché en un programa que se llama La vida de las canciones el sábado pasado—dice Angélica. 
—¡Teté cuando oigas esa canción piensa en mi, y acuérdate, no me voy alejar de ti, no te voy a olvidar, tu y yo tenemos futuro!... 
Teresa estaba feliz con su disco. 
—¡Miranda anda y pon este disco de Leo Dan! 
Empezó a sonar la canción… 
¡Que hermosa noche…que hermoso cielo…! 
Teresa sintió ganas de llorar. 
—¡No llores mi amor, el tiempo pasa rápido! 
—¡Bueno me voy!... porque no quiero que me encuentre Don Rafael, cuando vuelva. 
—Lo acompañamos. 
Detrás de la pared estaba Melba y los primos, Elsa, Manuel y Carlitos. Comentando y criticando. 
—¡Ay, pero ese novio tiene ese cabello parao! 
—¡Manuel ese corte está de moda, se llama corte de cepillo!.—dice Elsa—¡Pero se ve muy serio y responsable!. 
—Por los vientos que soplan se va a casar Teté, ¿cuál será la próxima?, a lo mejor te casas tu prima… 
—¡No, yo no tengo novio, nada de eso! 
—¡Pero mi hermano Carlos Alberto te estaba mirando el otro día!. 
—¿A quien?...¿A mí? 
—¡Si, señor!... 
—¡A mí que no me vea porque le pegó un grito!. 
—¡Ay sí eres boba!. 
Angélica y Teresa despidieron a Reinaldo y después entraron a la casa, seguía sonando el disco de Leo Dan…¡Ay amor divinooo!... 
—¡Bien bonito el disco!—le dice Melba—es valiente Reinaldo, se plantó bien firme, si señor. 
—¡Ay, pero mi papá no lo quiere!. 
—¡No niña, el lo que quiso decir que tú tienes que estudiar!...¡Anda Teresa hacer tus tareas, no me des más dolor de cabeza! 
Angélica se le queda viendo a Miranda. 
—¡Ay, Miranda, siempre voy a pagar los platos rotos, si le niego a Teresa ver a ese novio ¿Quien la aguantará? y si no Rafael me culpa de todo. 
—¡Tenga paciencia señora Angélica! 
Don Rafael Serrano llega de la parcela sacudiendo sus manos, y se acerca a Teresa. 
—¿Y usted tenía ese novio escondido? 
—¿Escondido?...no escondido no, si fuera escondido ¡no fuera venido!...y yo no soy sola, todas mis amigas ya tienen novio. 
—¡Y usted sigue con ese cuento!...¡Que no me enteré Teresa que usted anda con ese hombre, el es mayor que usted! 
—¡El me lleva cinco años! 
—¡¡El nada Teresa, el no es nada suyo!!...¡Vaya a terminar su tarea! 
Melba estaba feliz por la visita de Reinaldo. 
—¡Dígame cuando sepa que mi primo y yo, somos novios también!. 
—¡Tú  y Alfonso  ya son novios!.. 
—¡Si, el se me declaró y yo le dije que si!. 
—¡A mí me gusta uno, que mira mucho cuando salgo de la escuela de maestras, se llama Orlando!—dice Elsa—somos como novios pero de lejitos nada más. 
Orlando es un chico que desde lejos tenía tiempo viendo a Elsa, y cuando Elsa se montó en el transporte escolar, el le preguntó con un gran grito, el autobús en marcha y el corriendo por los lados de la ventana… 
—¿Elsa quieres ser mi novia? 
Elsa le gritó…¡Siiii! 
Miranda se mete de repente en la conversación… 
—¡Yo también me voy a casar!. 
Melba le responde… 
—¡Claro Miranda!...¡Todas nos vamos a casar! 
Don Rafael es reiterativo Melba… 
—¡Hágame el favor y se me van a estudiar, ya está, ya se fue el mono cuinco, ese que se enamoró de mí hija, parece un chimpancé, las mujeres de esta casa son decentes, y aquí el único hombre que las representa y manda aquí, soy yo, Don Rafael Serrano. 
—¡Angélica venga que usted y yo todavía no hemos terminado de hablar, no me ha dicho porque saludó con esa confianza al mono cuinco! 
—¡Ay pero Rafael, eso es pecado, ponerle sobrenombre a la gente, esa maña que usted tiene es bien fea, le pone sobre nombre a todo el mundo! 
—¡Mire y usted no sabe que aquí la que se va a casar es usted!, prepare todo Angélica, que me voy a divorciar y me voy a casar con usted, y por la iglesia, usted se lo merece y para que mis hijas sean como yo, unas Serrano. 
Lo dijo en voz alta, todas escucharon… 
Melba y Teresa  se miraron abriendo los ojos como un par de platos…y se abrazaron emocionadas. 
 




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