De La Sierra La Pasión

La tarde del sábado

Angélica se armó de valor para atender a los hijos de Don Rafael su marido; que llegaron a la casa ese sábado. Carlos Alberto ya la frecuentaba desde hace tiempo, y le contaba a sus hermanas, lo bien que la pasaba con sus otras hermanas Melba, con Teté, y con Miranda que era otra hija más para Angélica y Don Rafael; además Carlos Alberto no tenía ningún reparo en reconocer que Angélica tenía muy buena sazón y que lo trataba con mucho amor. 
Todos llegaron, menos la hija mayor de Don Rafael, Lorena, por ser la mayor era más celosa con su vida y de toda su historia familiar. 
Pero Yoli y Aurita eran más traviesas, aunque Yoli estaba casada, le gustaba escaparse con sus hermanos, y ya era público y notorio que estaba embarazada. 
Angélica y Miranda se hicieron las desentendidas y las trataron con mucho cariño y respeto. Aunque Melba era un tanto atravesada e imprudente; y por esa forma de ser, no terminaba de ganarse totalmente el cariño de sus hermanas. 
—¡Ay, pero que buena visita!—Melba adelanta el saludo. 
A Yolanda le importaba muy poco lo que pensaran de ella. 
Aurita siempre dulce y cariñosa, a Don Rafael le agradaba que fuera amable y cortez con su otra familia. 
Pero después de tomar unas horas de confianza, a Melba se le sale la clase… 
—¿Pero cuántos meses tienes Yolanda, porque tú te casaste hace poco? 
—¡Dos meses! 
—¿Mmm y no tienes el mes de casada?...ay hermana usted, se comió la merienda antes del recreo. 
—¡Está barriga, Melba, es lo más bello y maravilloso que me ha sucedido en la vida!, si lo hice antes o lo hice después, que más da, ya soy una señora, la señora Yolanda Serrano de Peña. 
—¡Melba me parece muy de mal gusto tu comentario!—reconoció Angélica—hazme el favor llévale está bandeja a Miranda para que traiga, lo que este terminado en la parrilla, y atienda a sus hermanos. 
Yolanda y Aurita se rieron, y se sintieron bien por el trato recibido. 
Pero también sentían celos de Angélica, de las cosas que tenía, de todo lo que Don Rafael le compraba y que ya no lo hacía con su mamá. 
Teresa era muy risueña, se reía de todo lo que Yolanda decía, porque Yoli siempre fue muy pícara y bromista. 
De todos los hijos de Don Rafael, Yolanda fue la que más dolores de cabeza le dió a su papá, porque era sumamente inquieta, rebelde y demasiado traviesa. Mas de una vez, Don Rafael tomó su cinturón y le dió duro con la correa, y la abuela también se la tenía dedicada. Pero ya pasaron esos años de la infancia, ahora es una señora casada, como era lo más anhelado por las muchachas en la sociedad de entonces. Todas querían saber lo que ya Yolanda sabía. Como lo que se siente, el día de tu primera vez, cuando se pierde la virginidad, y más todavía que se siente tener una barriga con un bebé adentro, y por supuesto lo que sigue, parirlo, amamantarlo, y hacer lo que hacen todas las señoras, hablar del marido, de las mejores recetas de cocina, y de todos los menesteres de la faena hogareña. 
Enseguida Carlos Alberto prendió el pick up y puso música rockanrolera, de Elvis Presley, ese Long play lo cargaba todo el tiempo debajo del brazo. 
En eso era muy compatible con Melba, bailaban muchísimo, hasta más no poder, y a veces Miranda se escapaba de la cocina para meterse a bailar, rock and roll, twist, y otros géneros de aquellos años. 
Algunos se sentaron. y se pusieron a conversar y otros estaban bailando como también los amigos ya de cierta edad jugaban en la parcela bolas criollas. 
De repente, Teté no está por ninguna parte, de eso se da cuenta Miranda y Don Rafael estaba muy distraído pasándola de lo mejor con sus compadres. 
Cuando Angélica se entera, pidió a Carlos Alberto y todos… 
—¡Búsquenla, pero que Rafael no se entere! 
Entonces Yolanda y Aurita se dieron cuenta de que algo no andaba bien, y Yolanda no le quiso seguir la corriente a Angélica. En lo que pudo, se acercó a su papá y le preguntó, como quien no quiere, la cosa… 
—¡Oiga!..¿Dónde está Teresa, la menor? 
—¿Cómo es la vaina? 
—¡Parece que no está en la casa! 
—¿Teresa? 
—¡La están buscando, no se sabe dónde está! 
—¡Voy a ver! 
Don Rafael estaba un poco mareado, por haber bebido unos tragos fuertes, y ese si era de mal carácter, y así delante de la gente, salió molesto a reclamar, comenzó a llamar a Angélica… 
—¿ANGÉLICA? 
Miranda se dió cuenta, del arrime que hizo la hija de Don Rafael, cuando hablaba con el. Ella le fue con el chisme. 
—¡Señora Angélica, la Yolanda esa, le fue con el chisme!—espetó Miranda—¡Y eso que le pedí que no dijera nada! 
Angélica se puso amarilla, palideció cuando Don Rafael la llamó, ¡que le iba a decir!...ella sospechaba que Teté se había escapado, para verse con Reinaldo. 
—¡ANGÉLICA! 
Mientras Don Rafael vociferaba, en la esquina, estaba Teresa dándole un beso a Reinaldo de despedida… 
—¡Anda cielo, dame otro besito, el último, no te molesto más! 
Ellos se besaban cada vez con más pasión, Teresa empezó a sentir algo desconocido que alborotaba sus latidos y la acaloraba, exaltando toda la emoción que para ella era el primer amor…mucho le costó a Reinaldo que Teresa aceptará ser su novia, desde que la vió en un torneo de Voleibol, y con unos shores deportivos, cuando vio las bellísimas piernas que tenía, no pudo dejar de pensar y soñar con ella. La persiguió y se le aparecía dónde ella menos imaginaba, hasta que consiguió lo que quería, que esa muchacha de catorce años lo aceptará como su novio, a el que tenía diecinueve. 
Teresa decide entrar como si nada hubiera pasado. 
Se acomoda, se alisa el vestido, y trata de disimular. 
Entra y cuando todos la ven 
—¡Ajá!...¿Y se puede saber de dónde viene usted? 
Don Rafael la estaba esperando. 
Angélica estaba al lado, y el resto mirando como unos espectadores… 
Tete aunque el corazón le daba saltos respondió.. 
—¡Fui a la bodega a comprar unas cajas de… 
de…—¡Angélica estaba que se desvanecía!—¡De fósforos pero no había!. 
—¡Terminé de entrar, y haga el favor, de avisar cuando vaya algún lado!..¿Estamos? 
—¡Si papá! 
 




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