Mucha alegría había alrededor de Don Rafael, acaba de ser abuelo, además de esto, sus hijas Melba y Teresa, se graduaban, una de Maestra y la otra de Bachiller mercantil, Teresa ya era pasante bancario, y de regalo a la mujer que lo tiene cautivo y también para sus hijas que han cumplido con su parte; Don Rafael pronto se va a casar por civil y por la iglesia con Angélica. La casa del limón brillaba, Miranda y todos los que estaban viviendo en ella, ayudaban a qué reluciera. Hoy celebraban el matrimonio por el civil. Fue muy incómodo para Don Rafael pedir el divorcio a su primera esposa Doña Inés, pero el ya se sentía muy mayor y quería una mujer joven que lo atendiera en su vejez, algo muy egoísta, la situación con la señora Inés era insostenible, habían riñas y ofensas, delante de sus hijos, Lorena se tenía que atravesar. Don Rafael tenía muy mala bebida, se tornaba brusco, agresivo, y cuentan algunos que hasta llegó a golpear a Inés, sus hijas pensaron que lo mejor era que se divorciara, y que no volviera más. Estaban sentidos con su papá. Pero Ines que era de muy buen corazón insistió que lo perdonaran y que además quisieran a sus hermanitas que no tenían la culpa, y con el pasar de los años los hijos de Don Rafael se acercaron también a Angélica y la trataron también con respeto. Lorena si tenía reservas, pero eso no opaco ni su vida, ni su futuro. Don Rafael se fue de sus vidas, y lo último que ocurrió fue cuando bofeteo a Aurita. Ahora se está preparando para casarse por segunda vez.
La reunión del acto civil fue solo en la intimidad, el con su mujer, alguna parentela de confianza, la hermana de Angélica que se llama Alejandra y sus hijos; pocas amistades habían, solo las más allegadas. Melba, andaba de compinche con Melissa Suárez que estaba invitada por Melba y por ser la hija del mejor sastre de la ciudad y de la familia de Don Rafael, casado con una dama de muy buena familia y que estudió corte, confección y alta costura; entre los dos lograron codearse con las familias pudientes de la zona y ganarse un sitial y reconocimiento en cuanto a confección de trajes de fiesta tanto para dama como para caballeros. El señor Pablo Suárez era de gran estima y aprecio para Don Rafael, igualmente el compadre Francisco Villegas, de todos los burgueses que lo visitaban, para el eran sus mejores amigos y a los que se esmeraba en atender con devoción.
Melissa ahora visitaba la casa, y se estaba encariñando con toda la familia. Melissa era la mayor de los siete hijos de Don Pablo Suárez, seis hembras y un varón. Ahora Melissa parece que tiene un amorío con un chico muy rico que vive en los altos de Cantarrana, uno de los lugares más chic de la ciudad, dónde solo se pueden ver puras mansiones, unas tras otra, y está muy enamorada de este chico llamado Roger Muradián.
Ella le contaba a Melba esas cosas de los novios que Melba todavía no conocía, pero Teresa si, porque Teresa tenía novio Reinaldo Malpica, y seguía a escondidas de su papá.
A Melissa le complacía estar hablando a todas horas de Roger Muradián…
—¡Ahí me dijo que era esquiador, y me va a invitar a su casa en la playa, para pasear en lancha!
—¿Los dos solos?...¿o se van con la familia?—pregunta Melba con mucho temor e inocencia—¡Cuidado si te besa!...¡Todavía no sabes si te vas a casar con el!
—¡Uff desde que me besó!
Melba estaba alarmada…
—¿QUE?...¿Ya te besaste con el, pero ya hablaron con tu papá?
Teresa estaba oyendo…
—¡Pero si eres exagerada, eso es normal que se besen los enamorados!
—¿A ti también te besaron?
—¡A pues!...
Pero Teresa no dice nada y se aleja para evitar problemas.
—¿Entonces te besó?
—¡Si cuando salimos como la tercera vez!...el me fue a buscar a la casa para cenar un viernes, me vestí muy elegante para esa ocasión, con mi vestido minifalda de raso plateado, mis medias pantys muy brillantes, mi moño de dos bolas, con pollina, ¡Me quedó espectacular!, me maquillé yo misma…
—¡Así como estás maquillada ahora, delineado gatúbela, yo también aprendí!
—¡Te queda bien!
—¿Y entonces?
—Bueno me abrió la puerta de su porsche rojo descapotable, y nos fuimos a cenar para el club El campestre, ellos también son socios como nosotros.
—¡Pero ese hombre es un príncipe!
—¡Y porque no lo trajiste Melissa para conocerlo!
—¡No!, está viajando con su papá que es un empresario pero internacional, no es hombre de mercado y comercio popular, no, Roger habla varios idiomas, habla inglés, francés, italiano y árabe porque su padre es hijo de musulmanes.
—¡Y te besó esa noche!..¡Tu primer beso de amor!
—¡Si, después que cenamos, bailamos unos boleritos, me llevó a la puerta de la casa, y despidiéndose me tomó la mano, me besó el dorso de la mano derecha y me miró a los ojos, y el tan bello, rubio, con esos ojos miel, se acercó a mi cara, yo estaba como hipnotizada por sus encantos, por su perfume, ¡ese aroma!, y el traje que compró en Nueva York, un galán de novela, me tomó con la mano por la barbilla, yo me sentí como una Libertad Lamarque, y me imaginaba la escena con Jorge Negrete, y me acercó la cara a la suya, y me miraba y me miraba, hasta que me besó cortito, yo sonreí, y él volvió a tomar mis labios con más intensidad, y se me humedecieron…mmm…los labios, y él siguió besándome, brincado sus labios entre los míos, y se apartó lento mirándome. Yo suspiré. Era la hora de entrar. Mi mamá me llamó, y me aleje; después desde la ventana ví cuando arrancó su carro, esa fue la noche más inolvidable de mi vida.
Al final era una conversación de señoritas, y terminaron todas oyendo y suspirando.
—¡Entonces pronto te vas a casar!
—¡Es muy probable!
Comenzaron a llamar para reunirse alrededor de la mesa donde se iba a efectuar el acto civil, todos estaban muy emocionados, el jefe civil llegó a la hora acordada. Angélica estaba muy asustada, porque ella sabía leer muy poco y escribir casi nada, Melba se fajó con ella, práctica que practica en un papel como era que tenía que firmar, y por eso estaba muy nerviosa. Melba que ya había cumplido los recaudos para recibir el título de maestra próximamente, le daba apoyo a su mamá, estando a su lado, diciéndole…
—¡Tranquila lo vas a lograr mamá, vas a ver qué vas a firmar bonito!.
El jefe civil hizo las preguntas de rigor, y concluido el acto, sonaron los descorches y hasta Manuel y Carlos lanzaron cohetes.
Llegó el momento de firmar.
Aunque la formalidad dice que primero las damas y después los caballeros, está vez fue al revés, porque a Angélica le temblaban las manos, hacerlo sola, no era lo mismo que hacerlo delante de la gente.
—¡Vamos mamá, tú puedes!—decía Melba.
Angélica se ruboriza y hace un gesto con la mano, llevándola a la cara, luego se incorpora y toma el pluma fuente; Melba le decía dónde era que tenía que poner la firma, Angélica apoyó la mano izquierda sobre el escritorio, y para pesar de ella, por el preámbulo del asunto, todo el mundo estaba alrededor mirando como Angélica iba a estampar su firma.
Ella cumple con los pasos que le había enseñado su hija…¡arriba…, abajo…, paso una raya, escribo letras pegadas y hago un garabato como una cola de gato.
—¡¡¡Listo!!!
—¡¡¡Felicitaciones Mamá!!!