Don Rafael estaba vigilante, su sobrino Alfredo estaba haciendo de las suyas, pero está vez con una de las doncellas más preciadas de la sociedad maracayera, Melissa Suárez, realmente lo tenía nervioso y muy incómodo que Alfredo pretendiera a Melissa, porque ella es amiga de su gran amigo Pablo Suárez, el sastre de mayor prestigio no solo de Maracay sino de casi toda la zona central del país.
Alfredo es como todos, y ninguno de sus sobrinos toman en serio a ninguna mujer, y Melissa no es mujer de un rato, es una dama de sociedad, hija de familia, y no le va a permitir a Alfredo que se pase de zorro con ella.
Melba muy ingenua se alegra de su interés…
—¡Claro primo!... Ella es mi gran amiga Melissa Suárez, hija de Don Pablo Suárez el sastre de esta familia, y de las mejores familias de esta ciudad. Juntas acabamos de cumplir con todos los requisitos para recibir próximamente, el título de maestra de primaria.
Alfredo era muy blanco, medio pelirrojo, un poco pecoso, muy parecido a los Serranos, y de una gran sonrisa, aunque de dientes pequeños, tenía un truco, un artilugio para caer simpático. Pero Melissa no fué muy simpática, y se levantó para dar su mano por pura educación, pero no porque le interesará conocerlo, ella solo tenía pensamiento e interés por Roger Muradián.
Alfredo se atreve a besar el dorso de su mano. Ella la retira de inmediato.
Cómo Melissa se mostró tan altiva, Alfredo decidió retirarse y seguir la fiesta en paz, pero cuando se reunió con su grupo de primos en la parcela dónde jugaban bolas criollas, comenzó a comentar…
—¡Primo Bernardo, ahora sí me voy a cambiar mi vida, ahora sí, conocí al amor de mi vida!
—¡Tu cambiar tu vida, no creo, tu no tienes arreglo Alfredo eres loco y mujeriego!
—¡No, ya vas a ver, me voy a casar con Melissa!
A Bernardo le dió mucha risa y llamó a todo el grupo, eran muchos primos y sobrinos de Don Rafael, la mayoría hombres.
—¡Oigan lo que está diciendo este loco, que se va a casar con la hija de Don Pablo Suárez!
El hermano de Alfredo que se llama Miguel al que Don Rafael le puso por sobrenombre "El sapo", por lo bajito y rechoncho se acerca para preguntar…
—¿Quién es Melissa?
Bernardo le aclara…
—¡La muchacha que está con la prima Melba!
—¡Oye, esa mujer está bien bonita hermano, y el cuerpo que tiene ese fundamento bien grande, en cambio Melba es planchadita, yo no sé qué le ve el primo Alfonso!
—¡Es muy flaquita no tiene carnita!—dijo René.
—¿Y la hermana?
—¡Tete!...esa si es una hermosura, por dónde la mires, pero arisca la carricita!—habló Arnaldo.
—¡Pero me dijeron, no se, y que tiene un novio escondido!—opinó Miguel.
—¡No me eches esa vaina Miguel!
—¿Por qué? ¡Tú estás enamorado de ella!—pregunta el Mono Titi, otro apodo que le puso el tío.
—¡No, claro que no yo soy muy bajito para ella, además mi tío dice que los primos no se deben casar porque los hijos nacen mongólicos!—dijo el sapo.
—¡Ay cuando sepa Rafael que uno de los hijos de su hermano Consolación está pretendiendo a la flaquita!
—¡Mi madre Rafael se va a poner furioso!
Todos eran sobrinos, echadores de broma, y tomadores de caña brava, pero de la buena, así decían, pero ninguno le decía tío.Le decían Rafael.
El grupo jugaba el lanzamiento de bolas criollas, bebían y brindaban. Todos estaban alegres disfrutando todavía de la buena vida que tenían los Serranos, pero en el camino vendrán sorpresas que cambiarán sus vidas para siempre.
Alfredo desde lejos estaba pendiente de Melissa, era para el, como una princesa, una doncella de la realeza difícil de alcanzar y eso lo que más lo motivaba, que podía suceder para que un día esa muchacha acepte bailar con él.
—¡EPA Alfredo!.. ¿en que piensas?
—¡Ay que no te vea Rafael en eso, el es muy celoso con las muchachas de la casa!
Y Melba no dejaba de agarrar al vuelo todo lo que sucedía a su alrededor, porque eso sí, ella no era de un cuerpo sensual y llamativo, pero era muy inteligente y despierta.
—¡Mi primo Alfredo, te está mirando desde lejos, parece que le gustas!
—¡Ah, si!..¡Debes decirle que yo tengo novio!
—¡Ay Melissa a ese no le interesa eso!, el también anda con una y con otra, todavía no ha encontrado la que lo ponga en cintura!
Yo sé que mi papá se dió cuenta, y su actitud lo tiene nervioso.
—¡Mi novio Roger me dijo que me venía a buscar en con un Impala nuevecito que acaba de comprar, y sería bueno que tú primo me viera con mi novio, para que deje de estar haciendose fantasías conmigo!
—¡Ah qué bien, entonces vamos al porche para esperarlos y me lo presentas!...¿Pero te vas solita con el, tus padres saben?
—¡Ay Melba no seas tonta yo no soy gafa, ellos creen que estoy en la fiesta de tu mamá, ellos no se van a enterar y tú te vas a quedar callada!
—¡Ay no se, lo voy hacer amiga, pero no me siento cómoda encubriendo, ¡¡eso va en contra de mis principios morales!!
—¡Melba no seas ridícula, estamos en otros tiempos, ahora las mujeres somos más libres que antes, Roger me ha abierto los ojos, dice que porque sea mujer eso no impide que pueda disfrutar de mi juventud!
—¿Disfrutar?
—¡Melissa nosotras hemos estudiado toda la vida en un colegio de monjas, y nos enseñaron principios morales, como es que te estás liberando, tu novio te beso sin el consentimiento de tus padres, si Don Pablo sabe que estás saliendo con tu novio así, escondida y "disfrutando", se va a molestar!
—¡Yo me se cuidar amiga, me voy sin despedirme, no quiero armar escándalos!
Alfredo no estaba cerca pero si las seguía con la mirada.
Melba estaba muy incómoda con las decisiones de Melissa, en el corazón sentía tristeza. Melissa se levantó y Melba silenciosamente la acompañó hasta la salida. Alfredo se fue caminando escurridizo por las paredes para ver hasta donde iban a llegar. Cuando se detuvieron en el porche, Alfredo se quedó cerca, oyendo la conversación de Melba y Melissa.
—¿Pero Alfonso no te ha besado?
—¡No!...¡Primero tiene que ser mi novio formal, después que me den el título de Maestra, hablaré con mi papá!
Alfredo escuchaba con detalle, y se sorprendió de lo correcta que era su prima Melba. Sonó el claxon de un automóvil.
—¡Es Roger!
—¿Es tu novio?
Alfredo se acercó muy sigilosamente. Melba le dice a Melissa...
—¡Vamos a recibirlo y me lo presentas!
—¡No!..¡Mejor te quedas aquí, otro día te lo presento!
—¡Ay si eres odiosa, bueno que te vaya bien!
Se despiden con un beso en las mejillas y Melissa corre y aborda el vehículo que sale veloz como un gavilán con la pollita en sus garras.
—¡Prima!—Alfredo llama a Melba.
—¡Ay, Alfredo estabas aquí!
—¿Se fue tu amiga?
—¡Ah si, la vinieron a buscar!
—¡Prima dígale que se cuide, ese hombre no tiene buenas intenciones, ya me di cuenta de todo!
—¿Por qué dices eso Alfredo?