La noticia corrió como pólvora, el sábado que viene la iglesia se viste de gala, para recibir a Ángela Jaramillo, conocida como Angélica con Don Rafael Antonio Serrano Colmenares, la familia en pleno asistirá y la ceremonia no se celebrará en casá de doña Emiliana sino en la nueva iglesia principal del Limón, "La Milagrosa".
Doña Inés María no estaba muy feliz, su conversación ya cansaba, sus hijos ya no querían escuchar, que la nueva esposa de Don Rafael es una viva, que se le arrimó por interés, y que el era un vagabundo que no quería a nadie, aunque habían fuertes rumores de que ella se entendía con uno de los comerciantes que pertenece a la cuadra dónde están los negocios de los Serranos, un tal Emilio Diaz.
—¡Ah, que digan lo que quieran decir, ese señor y yo, somos solo amigos!
Aurita a pesar de ser la más jovencita, también opinaba…
—¡Mamá quédese quieta no se angustie, mire que eso le hace daño!
—¡Pero hija, tu también me tienes preocupada, porque no le hablas a tu padre, no le diriges la palabra desde la boda de Lorena!
—¡Ah pues!...a usted le parece poco, el golpe que me dió esa noche con el anillo que carga, me lo paso por la cara, nada más porque estaba bebido! y recuerdo clarito su ofensa…
me dijo…"Usted se va a meter a puta o se va a casar"...y yo le respondí con la misma grosería…" Me voy a meter a puta"...y me volteó la cara con el anillo de oro, que parece de graduación.
No mamá, yo no le voy hablar más.
A pesar que doña Inés estaba algo desolada por qué su marido se le fue con otra, sus hijos la llenaban, y Lorena , Yolanda y Aura siempre estaban a su alrededor, pendiente de todo, y Carlos Alberto andaba con la novia que era más inestable que una tabla de subibaja, pero también estaba allí, el era su único varón y niño mimado.
—¡Bueno se casa mi papá!
Aurita repica…
—¡No creas que esa Señora va para el cielo por eso, a esa le va tocar la peor parte, va a tener que aguantarlo en la vejez y ser su enfermera y eso es duro; ahí si vamos a saber ¡si la burra es buena cuando la brincan!...¡Si señor!...así mami, déjeme decirle, que esa señora Angélica a usted le hizo un favor. Usted no se imagina de la que se salvó.
La señora Inés María siente tristeza, toda una historia que morirá definitivamente, ya ella será totalmente del pasado de Don Rafael Serrano.
En la casa de la futura esposa y madre de las otras hijas de Don Rafael, están todos concentrados en la fiesta del sábado.
Hoy Melba llevo a su mamá a la Casa Suárez para que le confeccionarán el vestido que llevará su mamá para recibir la bendición de su hogar. Angélica cómo es lógico no es una doncella de quince ni virgen, sino una mujer de treinta y siete años decide por un color verde.
Y el traje que llevará será inspirado en el gran estilo francés de Coco Chanel, con guantes y sombrero de cofia con tocado de tul verde oscuro en contraste con el resto que sería verde claro esmeralda. El traje le quedaba ceñido a la cintura, lucía unas curvas como una guitarra, y su piel hermosa blanca en contraste con su todavía pelo negro, que también lucía y de manera muy natural por herencia familiar un copete de cana blanca que le empezó a salir después de los treinta y cinco.
Don Rafael igual se confeccionó un traje con Don Pablo Suárez y le quedó regio, después ese traje le sirvió para otros muchos eventos que surgieron después.
—¡Pero que guapa te vez mamá, luces muy glamorosa!...¡Toda una dama de sociedad, serás la envidia de todas las viejas copetudas de la sociedad de Maracay!
Angélica siempre cándida y feliz, de gesto campestre e inocente se reía poniéndose las manos en la cara.
Luego vinieron las hijas que estarían dentro del cuadro de honor, y se mandaron a confeccionar sus trajes de azul aguamarina para ir con tonos familiares con la novia.
Todos se mandaron hacer sus trajes a la medida y la hora estaba pautada para bendecir el hogar de Angélica, que en realidad se llama Angela, la niña que vino un día del campo, corría comiendo mango y subía árboles cuando su tío la quería alcanzar con el chucho por portarse mal.
Don Rafael está preparado pero hay fuertes rumores de que viene un cambio político, las mieles de la vida cómoda están bajo una amenaza, pero todavía no es el momento de preocuparse, ahora lo que le interesa es hacer su fiesta y celebrar su matrimonio, dónde asistirá lo mejor del jet set de Maracay de los buenos tiempos.
…..
La iglesia está lista y Don Rafael está esperando a Angélica en el altar y va cortejada por sus hijas.
La marcha nupcial está sonando y el padre Lucas lo está esperando para bendecirlos para el resto de sus vidas.
Angélica se siente nerviosa, todas las miradas ella las soporta.
—¡Pero que bonita esta Angélica!—dijo Miriam la mujer de Bernardo uno de los sobrinos de Don Rafael—¡Tiene una figura de maniquí!
—¡Esa mujer es admirable!...¡Que suerte tiene Rafael!
Otras la criticaban…
—¡Hasta donde llegó la campesina esa, y logró que el viejo se casará con ella!
—¡Sabrá Dios cómo hizo para quitarle el marido a Inés!
Pero la fiesta siguió y las fotos quedaron para el recuerdo familiar. Melba se aseguró de contratar un fotógrafo que le dejara unas que perpetuaran ese momento.
Llegó el baile y el compartir familiar, las felicitaciones iban y venían, a la hora de hacer el brindis fue algo muy especial, alrededor de la mesa se escuchaba..
—¡Por la salud de los Serranos!
—¡Por los nuevos esposos!
y ¡Por Angela Jaramillo de Serrano!
—¡Que vivan los Serranos!
—¡Que vivan!
Bueno está historia tiene una segunda parte que está en proceso.
La mujer esa, la campesina Angélica levantó con su sabiduría y sus buenos deseos una familia bellísima, que tiene vicisitudes y anécdotas dejando un legado lleno de nostalgia. En la próxima parte pasaremos ratos muy emocionantes con las peripecias de esta historia.
Gracias por el apoyo recibido que Dios los acompañe.
La autora