De La Sierra La Pasión segunda parte

Increíble

Miranda y Angélica estaban como siempre, en la faena doméstica; no descansaban estaban enfocadas en arreglar la casa, aunque no era lujosa, sentía el deseo y el empeño que reluciera como un sol; Miranda tenía diecisiete años la misma edad de Teresa, y estaba llena de mucha energía, Melba acababa de cumplir veinte años en octubre; la prima Elsa también tenía dieciséis años, estaban todas hermosas y casamenteras.
La boda más cercana era la de Teté, que poco a poco logró que su papá Don Rafael se acostumbrara a la presencia de Reinaldo Malpica los días domingos, que llegaba siempre cargado de regalos, no solo para Teresa sino para toda la familia. El muy enamorado estaba empeñando en ganarse el cariño de todos, con obsequios y atenciones.
Pero la boda no se iba a realizar con fiesta, como era la costumbre, por el deceso de las personas queridas, como la abuela Emiliana Serrano y la tía aunque lejana de Angélica; la señora Queta.
Todos colaboraban y ponían su granito de arena en la labor del hogar.
Lo más laborioso era mantener la parcela de quinientos metros cuadrados en perfecto estado y sin maleza, esta labor la realizaba Angélica y Miranda con sus hermanos, pero Angélica sudaba la gota gorda halando la maleza que insistía en aparecer. Angélica ya había cumplido treinta y siete años y se cuidaba mucho la piel porque a Don Rafael no le gustaba mujer fea, ¡y vieja menos!; y con el sol ardiente, se ponía un sombrero tipo mejicano, usando un sweater manga larga para tomar la escardilla y trabajar la tierra. Miranda no se cubría, pero siempre estaba allí a su lado y a las órdenes de ella.
Estaban saliendo de terminar la fuerte faena, cuando Angélica sintió un dolor en el vientre, una puntada muy fuerte.
—¡Ay Miranda me está doliendo el vientre!
—¡Ah le está bajando la menstruación!
—¡No, no creo, tiene que ser otra cosa!
—¡Venga agarrase de mi!
—¡Ay por favor búscame una silla!—De repente empezó a sangrar por la entrepierna.
—¡Ay no!...¡Voy a buscar ayuda!
Miranda salió corriendo y se presentó dónde estaba el señor Rafael y las hijas con el resto de la familia.
—¡Apúrense venga la señora Angélica está botando sangre por aquí!...—señala Miranda su entrepierna.
Don Rafael se levantó violentamente y se fue a prender el carro; Miranda ayudó a Angélica a prepararse para vestirla y arreglarla para llevarla al médico de la familia, y Melba por se la hermana mayor fue la que la acompañó.
Angélica entró por emergencia, y la atendieron rápido.
Afuera estaba Don Rafael, Melba y Miranda que no se quiso quedar.
Al rato apareció un médico que era muy famoso y además amigo de la familia, el Doctor Luis Echeverría.
—¡Caramba Don Rafael amigo querido!
El médico mando a sacar a todos del consultorio, examinó a Angélica y salió…
—¡Bueno pasen, pueden venir, por lo menos dos, no mucha gente a visitar Angélica que está de lo mejor!
—¡Ah bueno eso es lo que interesa dice Don Rafael!
Miranda queria pasar para ayudar, pero se conformó con ver desde afuera.
Angélica estaba recostada.
El médico y Don Rafael con Melba a su alrededor.
—¡Bueno chico, esta muchacha, de ahora en adelante la tienes que cuidar mucho!...¡Debe guardar reposo absoluto porque se esforzó demasiado y por poquito no pierde el bebé que viene en camino, tiene cinco meses de embarazo!
Un balde de agua fría les cayó encima.
Melba dijo…
—¡Ay no puede ser!
Don Rafael parecía que no había oído bien…
—¿Cómo dijo?...
—¡Mi mamá está embarazada papá, va a nacer un hermanito!
No menos sorprendida estaba Angélica…
—¿Embarazada yo?...¡A esta edad!
—¡Si mi señora le dijo el doctor, a su edad, y se me tiene que cuidar!
—¡Rafael!...
—¡Y va a ser varón!—enseguida dijo Don Rafael orgulloso se sentía más hombre que nunca.
Miranda veía desde afuera mucho movimiento y se moría de curiosidad y viendo que no se acercaban para contarle nada, ella pidió permiso…
—¡Disculpe!.. ¿puedo pasar?...
—¡Pasa Miranda!
—¿Cómo sigue la señora Angélica?
Angélica estaba colorada queria taparse la cara, porque era evidente que ella y el señor Rafael todavía.. se amaban.
—¡Miranda voy a tener un hermanito!...¡Mi mamá está embarazada!—le apunto Melba.
—¿¿Que??...¡No lo puedo creer!
—La señora tiene que reposar, hay que cuidarla mucho, dentro de cuatro meses ¡nacerá el niño!.
Miranda también quedó perpleja, viene un bebé para la familia Serrano, una bendición del cielo, después del matrimonio por la iglesia, hubo luna de miel, la señora Angélica estaba embarazada y no lo sabía.
Miranda se emocionó y se le humedecieron los ojos…
—¡Bueno felicidades!
—¡Vamos a brindar!...vaya Miranda a comprar una botella de vino champagnizado en la licorería del frente, y se trae unos vasos, que desde aquí vamos a comenzar a celebrar la venida de mi Bordón; el más pequeño de mi prole, ¡y será varón!...
Miranda salió en carrera y trajo la encomienda, celebraron en familia, algunos desconocidos se unieron a la pequeña fiesta, poco a poco levantaron a Angélica y abordaron el carro.
Por el camino comenzaron a comentar…
—¡Jamás jamás imaginé algo como esto Rafael, ahora yo embarazada y a mi edad!
—¡Mamá dígame yo, le voy a llevar veinte años a mi hermanito!
—¡Y yo pintando muchacho a los cincuenta y dos!—musitó Don Rafael.
—¡Que sorpresa se van a llevar en la casa!
—¡No tienen idea!
Cuando llegaron al frente, en el porche de la casa; se veían todos afuera, esperando al Impala negro que manejaba Don Rafael, todos estaban muy angustiados por la salud de Angélica.
Por fin abrieron la puerta del carro y ayudaron a Angélica a bajar y caminaba despacio.
Teresa saltó adelante muy angustiada…
—¿Cómo estás mamá, que dijo el médico?
—¡Bueno, se lo digo yo o se lo dice usted papá!—señaló Melba.
—¡Mija..!..¡Tu mamá está embarazada vamos a tener un muchachito!—Don Rafael lo suelta en medio de todos con alegría y vamos a celebrar!
—¿Que que un hermanito?
¿Un hermanito papá?—preguntaba Teresa.
—¡Si Teté, vamos a tener un hermanito!—le dijo Melba.
— ¡¡No puede ser un hermanito!!...¿Y para cuando va a nacer?
—¡Para carnaval!—musita Melba.
Miranda interviene alegre…
—¡Entonces vamos a recibir a Henry, con papelillos y serpentinas!
—¡Vamos hacer una fiesta de carnaval, con disfraces y todo!
—¡A mí me gustará bailar con una negrita de carnaval!—dice el primo Manuel que ya estaba grandecito también.
Dejen el escándalo, miren que todavía estamos de luto, y hay que guardar duelo por un año, mi señora madre se me fue recién, y tenemos que ser respetuosos.
Miranda al oír estás palabras se desinfló toda y se fue con un gesto de agobio para la cocina.
—¡No juegue!...
Melba entra…
—¡El no va hacer fiesta, sino nos vamos a ver el desfile de la carroza que viene con la reina repartiendo caramelos!...¡No te pongas triste, de todos modos el no va a dejar de hacer reuniones aquí!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.