Estaba completamente seria y tan solo de mirarla podía decir que llevaba llorando más de tres horas o tal vez más. Mi padre se acercó y en vez de tomar la bolsa la beso. Yo por impulso me voltee mientras Isidro se reía de mí. Al escucharnos mi padre se separó de mi madre y tomo la bolsa.
Todos reímos por aquel acto. Mi madre y yo nos unimos al abrazo. Aun podía sentir su calor rodeando mi pequeño cuerpo. Se separo de nosotros y salió de la casa. Por la ventana podía ver como se unía con mi tío y los soldados que habían venido por él.
Abrí los ojos. Había estado soñando con un recuerdo.
Miré al frente y me encontré con un chico de pelo rubio. Su rostro era delicado, aunque este tenía una cicatriz en su mejilla izquierda. Sus ojos eran de color miel. Estaba cubierto de barro y grasa. Me miraba curioso, pero no pude sostenerle la mirada. El dolor en mi cuello me recordó lo que había pasado en la noche. Trate de sobarme para aliviar el dolor, pero era inútil por el poco espacio que tenía para moverme. Estaba en una caja metal que tal vez fuera una caja de transporte o algo parecido.
La caja estaba llena de chicos. En su mayoría estaban inconscientes amontonados unos sobre otros como si estuvieran muertos. Había sangre en su ropa y en la pared. No olía tan mal adentro por lo que llegue a la conclusión de que la mayoría estaban vivos o eso parecía en la oscuridad ya que apenas entraba la luz.
Me limite a asentir y trate de moverme para buscar su foto. En cuando trate de moverme mi cuerpo este se empezó a quejar. Debía tener moretones por todos lados. Apenas me pude mover, pero no había nada.
Me sentía como un animal que va al matadero, esperando la hora del fin. Empecé a resignarme pensando cual sería la manera en la que iba a morir. Me preguntaba si así se sintieron mi padre y Antonio cuando estaban muriendo o era de diferente manera para mí.
Ya nada me importaba. Isidro debió de haber llegado a salvo con mi madre y se debieron de marchar de inmediato para no correr riesgos. Estarían bien ya que le enseñe todo lo que sabía a Isidro para sobrevivir. Tenían lo necesario para el invierno y no tardarían en encontrar algún refugio. Tendrían la vida que yo no puedo tener y con eso me basta.
Pero… mi corazón late con fuerza y apretaba mis puños a pesar del dolor porque no quería que se notara como mi cuerpo temblaba. Además, tenía una extraña sensación en mi pecho que no me deja respirar bien. Era como si hubiera un grito ahogado en mis pulmones buscando una salida. Creo que tenía miedo.
Abrí los ojos para fulminarlo con la mirada. Me dijo que guardara silencio con la mano y me di cuenta de lo que tramaba. Al parecer estábamos llegando a donde fuera que íbamos. La esperanza resurgió en mí. Podía escapar y tener otra oportunidad.
Asentí y volteé a la puerta de la caja estaba a tan solo centímetros de ella. Todo era silencio total excepto por el motor que hacía flotar la caja. No podía saber si estábamos cerca del bosque o de algún campamento por el silencio que abundaba.