Una vez que salí del dentista mis dos guardias me llevaron cargando por media hora a otro edificio y ya no había rastro de las chicas ya que las perdí en el consultorio del ginecólogo. Al parecer está demasiado lejos de donde llegamos inicialmente. En el camino pude observar varias cámaras y las puertas tenían contraseña para abrirse.
Al entrar en una pequeña habitación tocaron varios botones en la pared y de la nada apareció una puerta.
Entre a aquella habitación que por primera vez no era blanca sino gris. Había dos pequeños cuartitos de cristal esmerilado. Me quite la ropa y cerca de lo que parecía un espejo había dos bolsas metálicas ambas decían” No abrir hasta después de haber sido aseado”. Al quitarme la ropa la puse en el compartimiento que decía “ropa sucia”.
Me metí en uno de los pequeños cuartos de cristal y automáticamente empezó a caer agua caliente. Tome cada uno de los jabones que había y lo usaba como indicaban las instrucciones de cada uno. Había desde para el cabello hasta para cara, manos, pies, espalda, etc.
Los vidrios se habían oscurecido desde que entre, una vez que me termine de enjuagar el jabón, el agua dejo de caer por si sola. Tome la toalla que estaba en otra bolsa y me seque. Me envolví en ella y salí a vestirme en donde estaba el espejo.
Al salir medí cuenta de que al parecer otra chica se estaba bañando en la regadera de alado. No le tome mucha atención y me enfoque en mí. Tenía moretones de varios colores por todo mi torso.
Al abrir la bolsa que había visto al principio me encontré con uno juego de rompa interior negro. Me lo puse y me envolví el cabello con la toalla especial que venía en otra bolsita. Todo aquí lo daban en bolsitas al parecer.
El espejo estaba apañado así que pase mi mano por encima de él. Al verlo no podía creer lo que miraba. Enfrente mío estaba una chica de ojos color miel tirándole más al marrones con largas pestañas, una nariz llena de pequitas tenues que se expandían hasta los cachetes y mis labios que eran algo finos, pero eran lo justo.
(Esa soy yo)
No me había visto en un espejo desde que dejamos nuestra casa en aquel pueblito cuando todavía estaba papa. Mi complexión era delgada y a pesar de ello considero que tengo un buen cuerpo o tal vez se vea así por mi cintura. En mi cadera del lado derecho tengo una cicatriz de la cual ni siquiera me acordaba que existía.
Me la hice la primera vez que me enfrenté con un soldado, estaba con Isidro y Antonio. Salíamos de la escuela cuando Isidro se le ocurrió decir que los soldados eran la peor clase de humanos que existían, que no servían nada más que para molestar y que separaban familias porque ellos no podían estar con las suyas. Lo escucho un comandante y de inmediato lo jalo separándolo de nosotros para subirlo al camión.
Apenas tenía 5 años Isidro. Antonio y yo sin pensar nos fuimos contra el hombre que sujetaba a Isidro del brazo. Estuvimos peleando con él hasta que recuperamos a Isidro. Le dejamos tirado cerca de unos matorrales inconsciente tal vez. Cuando llegamos a casa y le dijimos a mi madre que sucedió nos prohibió ir a la escuela por 2 semanas. Temía que nos fuera a buscar el comandante en busca de venganza y además estábamos mal heridos por pelear con aquel hombre que nos doblegaba en fuerza y estatura. No me acordaba de esa y otras más cicatrices que tengo por todo mi cuerpo. Cada una con su historia propia.
Cuando dejamos la casa cargamos solo con lo necesario, pero jamás con un espejo. No lo podía creer. Esta era yo después de hace cuánto tiempo y no me reconocía.
El agua dejo de caer por el otro espacio de cristal lo que me regreso al presente de mis recuerdos. Decidí seguir sacando lo que había en la bolsa de ropa que al parecer era un pants y una camisa de tirantes, ambos grises. Me estaba poniendo el pants cuando escuche que la puerta se abrió. Yo no le tome importancia y continúe vistiéndome. Me quite la toalla del cabello y me voltee a ver en el espejo, quería saber cómo me veía con el pelo suelto.
No le quise contestar. Tomé el cepillo que estaba en la otra bolsita y empecé a cepillarme con el cabello. Estaba muy sedoso por las bolsitas que estaban en el baño por lo que fue fácil desenredarlo.
Para mí era normal el estar así con o sin presencia masculina. No hay mucha privacidad haya fuera todo el tiempo. Además, no iba a ponerme la camisa solo porque le molestara a la niñito. No era mi problema.