Capítulo 4 “Aclaraciones”
Se lo pensó un rato. Yo no me moví de mi lugar tenía la esperanza de que contestara, pero solo se vistió. Estaba analizando lo que le había dicho. Solo le faltaba ponerse la camisa del mismo color de mi vestido y su chaqueta para que bajáramos. En ese momento decidí ponerme de pie y bajar yo sola.
(No me lo iba decir así que para que pierdo mi tiempo)
Me tomo de la mano antes de que pudiera dar un paso y me jalo hacia él.
Estaba frente a él. Podía percibir el olor del jabón. Agache mi mirada, no quería verle a los ojos. Esto era demasiado incomodo. Tal vez no debí de preguntar y así no me latería tanto mi corazón.
- Eva era una niña cuando mi familia la encontró – empezó a decir mientras se alejaba de mi – Mi abuelo la acepto dentro de la familia. Mi madre nos dijo que la tratáramos como una hermana y eso hicimos. La ayudábamos en sus estudios porque ella jamás había ido a la escuela. Con el tiempo mi familia se hizo cada vez más pequeña pues todos iban a la guerra y no regresaban como es común. Un día tocaron a la casa y mi madre abrió. Eran los del reclutamiento que venían por mí. Eva al ver eso me tomo de la mano y me saco de casa a escondidas. Me llevo lejos – se le empezaba a quebrar la voz – yo no quería irme sin mi hermana que aún estaba ahí. Cuando estaba regresando era demasiado tarde. Lo último que vi fue a mi madre asomándose por la ventana y un proyectil cayendo sobre mi casa con mi familia y los soldados dentro de ella.
Había pasado por cosas muy difíciles, perder a toda tu familia casi el mismo día, era complicado. Se parecía a mí en ese sentido. Yo perdí a mi familia no tan rápido como el, pero jamás desahogué el dolor que tenía dentro por el bien de los que me quedaban.
- Eva se sabía cuidar sola desde los 4 años, cuando mi familia la adopto tenía 8. Me llevo lejos cuando nos enteramos de que todos los chicos de 12 años en adelante iban a ir a la guerra. Nos empezamos a esconder en los mercadillos y a movernos junto con ellos. Ella sabía cómo mantenerlos vivos y hacia lo que dijera. Con el tiempo la deje de ver como mi madre me había dicho y se volvió algo más serio para mí, pero para ella no. Nos mantuvimos así por mucho tiempo. Empecé a pelear en espectáculos para ganar un poco más de dinero en vez de hacer pequeños trabajos, pero mientras yo peleaba ella se iba y se acostaba con tipos que no conocía. Cuando me entere de ello de inmediato le reclame, me pidió perdón y la perdone – dijo cada vez más serio – Siguió haciendo eso a mis espaldas por 2 años más, cuando me entere le pregunte el porqué de eso y me contesto que necesitábamos el dinero para vivir y de que de alguna manera lo debíamos de conseguir. Se lo prohibí, pero ella me dijo que quien me creía yo para darle órdenes y me termino o eso creo. Me trate de disculpar después, pero solo se negó.
- Mi mundo era Eva y al no tenerla caí en picada. La empecé a seguir pidiéndole perdón y que no me dejara. Me perdono al poco tiempo y empezamos de nuevo. Conseguí un mejor trabajo y dejo de hacerlo. Con el tiempo creí que lo mejor era dar el siguiente paso. Quería hacerla mía y ella lo sabía desde hace mucho tiempo, aunque siempre se había negado por que decía que cuando llegara el momento sería tan especial como para ella no lo fue. Sabes a lo que me refiero no – asentí mientras daba vueltas por la habitación analizando la información que me estaba dando – No me importaba aquello así que esperé y un día cuando regresaba del trabajo hacia a nuestra casa la encontré en la cama con un amigo mío cercano.
Ahora comprendía mejor lo de anoche y sin duda no debí de preguntar. Me sorprendió el cómo me confió toda aquella información. Yo soy tan reservada que no me habría arriesgado a contárselo a un extraño y no pude evitar recordarme a mi hace unos años cuando tenía la esperanza de que el siguiera vivo, pero no era así.
- Me fui a la cantina a beber. Me alcanzo ahí y me pedio perdón, pero la ignore. Decía que no era lo que parecía y que lo podía explicar. Estaba lleno de odio y esa misma noche me fui de ahí. Con el tiempo lo supere. Encontré un nuevo empleo con un carnicero y me empecé a mover con el de ciudad en ciudad hasta que atacaron el mercadillo y me capturaron.
Eso tenía más sentido para mí, pero no sabía en donde eso me dejaba a mí. Seguía con la misma cuestión. Porque había dicho mi nombre. Si tenía una pesadilla significaba que me odiaba y en ese caso el sentimiento podía ser correspondido.
- Eva ya no sígnica nada para mí – ni yo se lo creí cuando lo dijo. Había cierta nostalgia en su voz como si la extrañara – le di varias oportunidades y me fallo. No estaba dispuesto a compartir algo que solo quería para mí. Lamento si te hice daño anoche pero siempre abrazaba así a Eva. Se me quedo la costumbre y no pensé que lo volvería a hacer.
- No importa – parecía un animal enjaulado – hay que ir abajo.
Bajamos juntos hacia la barra en donde ya estaba el desayuno servido. Era fruta picada, avena y te. Lo devoramos todo, no sobro nada. Cuando nos estábamos levantando se escuchó como habría una puerta.
- Veo que ya se hicieron buenos amigos, me alegra – al ver que nos estábamos levantando agrego – O no se levanten mi aviso es rápido.
Se paso enfrente de nosotros con sus dos guardias. Vio los platos de vacíos y abrió un poco más de lo normal sus ojos, parecía que iban a saltar de su rostro.
- Si que tenían hambre – fingió una sonrisa – Bien escuchen se cambiarán dentro de 30 min y bajaran a la sala en donde se abrirá una puerta y harán los ejercicios que se les pida. Regresarán un poco cansados se los advierto, comerán y de nuevo irán a entrenar. Al regresar podrán hacer lo que quieran. Así será a cada día hasta nuevo aviso – dijo el hombre de blanco viendo nuestro rostro – se les dará una pulsera y no se la pueden quitar hasta que se les avise.