De las Cenizas

Capítulo 5 “Declaraciones”

Un domingo regresando de casería vimos las luces de la casa prendidas como faros. Una camioneta estaba fuera de la casa con muchos hombres. De inmediato mi padre me dio el rifle y con mi tío salió corriendo hacia su casa. Mire a Antonio. Tenía tanto miedo. No sabía si ir detrás de ellos u ocultarme. Le mire y solo asintió con la mirada.

  • Voy a estar detrás del huerto en donde no me pueden ver – me dijo Antonio en un susurro.
  • Está bien – le conteste nerviosa.
  • Vic te voy a estar vigilando si algo pasa – hizo una pausa – no te preocupes voy a estar para ti.

Solo asentí mientras me alejaba corriendo.

En cuanto llegué al patio me sorprendí al ver el número de personas. Había decenas de hombres y por su cara se veía que no estaban de buen humor. Debieron de ser reclutados a la fuerza y por lo que veía unos ya eran acompañados por sus hijos que permanecían aterrados. Debieron de ser reclutados antes de tiempo por que reconocía a algunos chicos que eran compañeros de Antonio.

No perdí tiempo y entre a casa. Me sorprendí al ver a aquel soldado que había prometido regresar por mí. Me congele en ese momento. Hablaba con mi madre y mi padre. Ninguno de los dos me prestaba atención.

Parecía muy importante lo que estaban hablando ya que pasé a su lado cuando vi a Isidro. Estaba completamente pálido. Estaba muy espantado. Solo corrí y le abracé tratando de tranquilizarlo. Estaba llena de lodo y mojada por la llovizna de la noche. Ni a él, ni a mi nos importó. Tenía miedo de que le hubiera pasado algo a él o a mi madre.

  • ¡Soldado es tarde! – grito una voz ronca.

Me voltee para ver quién era. Yo esperaba a alguien mas no a un anciano con uniforme. Parecía que era general porque el soldado se volteo de prisa y tomo formación al igual que mi padre.

  • Lo lamento mi general – dijo el soldado – Solo estamos esperando que se nos una el hermano del cadete.

Cuando escuche eso se me hizo un nudo en mi garganta. Me levante del piso y trate de llegar a donde estaba mi padre para que me explicara que pasaba, pero Isidro me detuvo junto con mi madre.

  • ¿Qué tenemos aquí? – dijo el anciano mientras trataba de preguntarle a mi padre que estaba pasando.
  • Que le importa – le conteste descortés.

Mi madre me soltó después de fulminarme con la mirada. Sabía que eso no era de buena educación, pero no estaba de humor para hablar. Yo necesitaba una explicación en ese momento.

  • Vaya – dijo el anciano sorprendido.

No creía lo que veía al parecer.

  • Mire soldado – hizo una pausa y busco mi mirada – lamento que no le importe lo que hago aquí pero ahora es de su incumbencia.
  • ¿Enserio? – le dije burlándome.

No me importaba lo que me tuviera que decir. No sería nada nuevo lo que escucharía. Isidro trato de tomarme del brazo para llevarme lejos de ahí, pero tire de él. El soldado me volteo a ver. En sus ojos podía ver desesperación. Me suplicaba que me callara con la mirada.

  • Estamos reclutando a todos los jóvenes de dieciséis en adelante por el bombardeo que hubo en la frontera norte por lo que le sugiero que haga su maleta al igual que su padre.

Al escuchar aquello me quede pasmada. Iba a ir a la guerra. No sabía si había escuchado bien o que estaba pasando.

  • Mi general eso es imposible – dijo el soldado.
  • ¿Por qué cadete Gregory? – pregunto el general sonriéndome.
  • Porque es mi prometida – dijo el soldado mirándome, pidiendo que no le llevara la contra.
  • ¿Como es posible eso? – dijo el general confundido.

 

  • Victoria ya es hora de levantarse – escuche a Félix.
  • Está bien – conteste levantándome de mala gana.

Pasaron 4 días y seguíamos la rutina que nos había puesto el hombre de blanco. Desayunar, entrenamiento, comida, entrenamiento, ducha y dormir mientras Félix solo me molestaba ocasionalmente y arrepintiéndose por ello. Nuestra relación había mejorado. Nos empezamos a ser buenos amigos, aunque a veces es molesto. Seguía sintiendo cosas que no eran normales para mí, pero las ignore.

El quinto día para nuestra suerte nos dejaron salir una hora antes de lo normal así que solo tomamos una ducha. Como siempre Félix salía mucho antes que yo y cuando salí del baño lo encontré tratando de encender la TV que teníamos frente la cama.

  • Es inútil no se puede encender – y en cuando acabo de decirlo encendió.
  • Creo que son a comando de voz – me volteo a ver y por primera vez me miro desde abajo hacia arriba de una manera que nunca había hecho.

Sali en pura rompa interior como la primera noche en la que entramos en nuestro exilio. No me molesta en absoluto por el calor que, hacia la habitación, pero si me seguía viendo así tal vez consideraría el usar pijama.

  • Vas a empezar de nuevo a andar sin ropa por ahí. Creí que lo habías superado – dijo volteando a ver a la pantalla.
  • Y yo creí que tú ya habías superado estar cerca de una chica, pero en vista de que no es así – camine hacía el closet y tome una de sus playeras y me las puse.
  • Así está mejor – me dio el visto el bueno – ven aquí y ayúdame a cambiarle a esta cosa porque no quiero ver noticias.




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