Capítulo 8 ”Reencuentros y caídas”
- Mañana van a regresar dentro de una semana y sin mí – me susurro – te tienes que ir antes de que lleguen hacia el este.
El escuchar cómo me susurraba al oído no podía evitar sentir raro en mi estómago. El corazón me latía a mil. Se separo de mí y antes de quedar completamente frente a mí me beso la mejilla. Podía sentir como el calor se acumulaba en mis mejillas.
- Está bien mi cielo – me dijo mirándome a los ojos.
- Si – asentí con la cabeza sorprendida.
- Cadete se nos hace tarde – dijo el anciano
- Lose mi general – dijo mirándome a los ojos.
Le iba a decir adiós cuando me beso. Sentí como la tierra se movía bajo mis pies. Nunca nadie me había besado en los labios. Cuando se separó de mí solo me guiño el ojo y me sonrió mientras se alejaba. Podía ver cierta tristeza en sus ojos marrones. Él tampoco iba a volver y lo sabía.
Un vacío me empezó a invadir mi pecho junto con la perdida en cuanto se cerró la puerta. Caí al suelo, mientras trataba de analizar lo que había pasado. Caí en cuenta de que no había tiempo que perder si no quería que alguien más me dejara.
Al tranquilizarme salí corriendo de la casa. Antonio debía de estar en la huerta, pero al salir no lo encontré. Tenía miedo de que se hubieran llevado a Antonio, tenía apenas 16 años, pero parecía aún más grande. Corrí a la casa de mis tíos.
Al llegar los encontré asiendo maletas. Cuando les pregunte que pasaba no me contestaron. Busqué a Antonio por la casa para saber que pasaba, pero no lo encontré. Al parecer se lo habían llevado. La ira me invadió y camine hacia mi tía que estaba con una maleta.
- ¿Dónde está Antonio? – le grite mientras las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos. No me contesto solo me veía a los ojos llorando – ¿cómo pudiste dejar que se lo llevaran?
En ese momento mi tío me abrazo por atrás para alejarme de mi tía. Empecé a patalear y a gritar como loca para que me soltara. Me saco de la casa y espero a que me tranquilizara. Después un tiempo se acercó a mí.
- Mira Victoria sé que a tu padre se lo acaban de llevar y sé que esto es muy complicado – hizo una pequeña pausa – pero si te vuelves a acercar a mi esposa no tendré piedad de ti entendido – me alzo la voz – Tu madre no la apoyo cuando me fui y ahora que no tienen nada vienes para que me haga cargo de ella y tu hermano.
Al acabar de escuchar aquello no lo podía creer. Le miré directamente hacia los ojos y empecé a caminar poco a poco hacia él. Como se atrevía a decir aquello si siempre mi madre le ayudo con lo que pudo. No le importo cuidar de Antonio cuando su madre lo negaba por la pérdida de su bebe o cuando recaía en sus crisis.
No se movió ni un poco al ver cómo me acercaba.
- Como te atreves a decime algo así cuando ni siquiera estabas. Mi madre cuido de Antonio cuando ella lo rechazaba y lo golpeaba por su aborto o cuando caía en crisis. Nunca los dejamos solos. Y no te vengo a pedir ayuda solo quiero saber dónde está el – le grite. Al ver su cara fue cuando me di cuenta de que no sabía lo del aborto y al parecer menos de las crisis de mi tía. Estaba tan molesta que no me importaba siquiera lo que sentía – ¿Dime en donde esta? – le termine de gritar.
- No lo sé – cayo de rodillas al piso y empezó a llorar.
- Como vas a saber dónde está si ni siquiera sabias lo tu esposa – me sorprendí yo misma al escuchar lo fría que me oía.
Al verlo llorar di media vuelta y regresé a mi casa. Al entrar me encontré con Antonio y mi hermano tratando de consolar a mi madre. No entendía lo que estaba pasando. Pensé que lo habían capturado, pero al verlo allí fue un gran alivio.
Mi madre no paraba de llorar y para cuando se quedó dormida ya era de madrugada. La llevamos a la cama entre los tres y después obligue a Isidro para que se fuera a la cama ya que no sabía que nos esperaba por la mañana.
- Pensé que te habían llevado con ellos – dije en un susurro cuando nos quedamos solos en la sala.
- Estaba en huerta cuando me encontré con mi padre. Me pidió que hiciera un encargo. Al regresar escuche los gritos de mama y entre para saber que estaba pasando.
- Por eso no te encontré.
- Si – se me acerco y me abrazo. Fue ahí donde me quebré por completo y dejé salir todo lo que había contenido.
Llore por horas en su pecho, todo el dolor que sentía, la tristeza y el enojo de mi impotencia. Todo lo desahogue mientras lloraba. Cuando logre tranquilizarme como para separarme de él, lo voltee a ver a los ojos. Me estaba ocultando algo.
- ¿Qué pasa? – le pregunte mientras me terminaba de limpiar las lágrimas que habían caído de mis ojos.
- Me voy a ir de aquí – dijo en un suspiro. No lo comprendía ¿A dónde?, me habían dicho que teníamos que huir, pero sería el mismo lugar.
- ¿A dónde irán? - le pregunte.
- Con la familia de mi madre a Evers – hizo una pequeña pausa – al parecer ahí vamos a estar seguros, al amanecer pasara una caravana que se dirige hacia allá.
- Ok. Ya entiendo todo – y lo hacía de verdad, las maletas, su prisa por poder llevarse todo lo posible y la actitud de mi tío. No pensaba llevarnos con él.
- Quisiera que fueran con nosotros, pero mi padre se ha negado rotundamente.
- Si ya lo eh visto. Cuando llegue venia de tu casa.
- Yo quisiera quedarme con ustedes, pero mi madre al decírselo tuvo por primera vez una crisis enfrente de mi padre. Él no me ha preguntado el por qué y me voy a ir con ellos quiera o no al parecer.
- Enserio – le dije mientras las lágrimas regresaban a mis ojos – Te voy a extrañar mucho.
- Y yo a ti – dijo mientras me abrazaba – No llores no vale la pena que derrames tu lagrimas por mí.
- Claro que si valen la pena tonto – estaba tratando de hacerme reír como siempre.
- Se que se van a ir, pero los encontrare entiendes – al escucharlo las lágrimas regresaron con mayor fuerza – Los amo y no los dejare por mucho entiendes.
- Si – dije mientras seguía llorando en su pecho.
- Me tengo que ir, pero nos volveremos a encontrar Vic. Dales un beso a mi tía y a Isidro de mi parte. – me dijo mientras me abrazaba con mayor fuerza – Y promete que nunca vas a volver a llorar por mí, está bien.