De las Cenizas

Capítulo 9 “Cicatrices del pasado”

Al abrir los ojos me encontré con el familiar color blanco al que estaba acostumbrada. No sentía dolor en mi cuerpo, aunque respirar era lo peor que podía hacer en ese momento. Me trate de enderezar para saber en dónde estaba, pero estaba sujeta de mis brazos, así como de mis piernas. Volteé a los lados desesperada por saber en dónde estaba y me encontré con el armario de mi habitación.

Estaba en mi cuarto y eso era más de lo que merecía, pero no había nadie. Trate de zafar mis brazos, pero la cinta que me sujetaba era bastante fuerte. Tenía mucha hambre, así como ganas de ir al baño, pero me encontraba sujeta. La desesperación me consumía por no poder saber en dónde estaba Félix y los demás. Mi piel empezó a arder de manera sorprendente para luego tener una comezón insoportable. Me empecé a retorcer en la cama con tal de sentir algún rosé y poder librarme de aquella sensación.

Mientras me retorcía se escuchó como algo se movía a mi lado y cuando voltee a ver que era salió una pequeña pantalla. Había salido de pared y se estaba acomodando para quedar frente a mí. Me quede en shock momentáneamente por cómo se acercaba a mí, pero la comezón me volvía loca. Estaba postrada en una cama con ganas de ir al baño y mucha hambre mientras una pantalla se colocaba frente mi rostro. Creo que jamás había estado en una situación tan incomoda como esta. Me debía de ver ridícula retorciéndome en la cama.

  • Es inútil que luches son correas de metal – al voltear al techo me encontré con la cara del hombre de blanco.
  • Gracias ya me di cuenta de ello – repuse mientras me enderezaba para quedar frente la pantalla.
  • Mira esto es algo complicado – hizo una pequeña pausa mientras me veía a los ojos con esperanzas de encontrar arrepentimiento en ellos – destruiste toda una habitación y sus instalaciones. No queda nada de ellas.
  • Espere un momento – dije mientras me imaginaba lo que debí de haber hecho al desmayarme – deje fingir que me importa.
  • Ya veo que crees que es un gran logro, pero pusiste la vida de tus compañeros en gran riesgo y si a eso le agregas la tuya. Pero nadie sabía de qué eras capaz de hacer eso. Así que las reglas van a cambiar.
  • ¿Cómo que cambiar? – podía hacer más cosas y no lo sabía – Ahora tendré que estar postrada en esta cama.
  • No pero no podrás estar en una habitación sola al menos que sea con uno de tus compañeros. No podrás destruir nada de la casa y en caso de que lo hagas y se te sorprenda serán castigados. No podrás utilizar tus poderes al menos que sea para entrenamiento o defensa personal y no te puedes quedar en otra habitación que no sea la tuya.
  • Está bien – conteste mientras pensaba en todo lo que había dicho.
  • Ok – contesto y se apagó la pantalla para después encogerse y entrar a la pared de donde había salido.

Al ocultarse por completo la pantalla levante mis brazos y para mi sorpresa estaban libres. Al quitarme la manta que tenía encima mío puede encontrarme con las correas de malla que me sujetaban. Estaban rotas. Cuando tomé una en mis manos pude ver como se volvían polvo. Pereciera como si se hubieran oxidado y desintegrado.

Al tratar de mover mis pies no me encontré con ninguna dificultad. Me puse de pie y traté de correr hacia el baño, pero a la mitad del camino caí. Todo mi cuerpo dolía. Sentía como si me hubieran masticado y luego escupido por mi mal sabor. Tuve que ir al baño a gatas por el dolor.

Mientras me lavaba las manos me di cuenta de que la pulsera que me habían dado ya no existía. En su lugar tenía tatuado una cadena con flores y runas entrelazadas de color negro. Las flores no me eran conocidas, pero sabía que las había visto en algún lugar. Al tocar el tatuaje mi muñeca empezó a doler y en cuestión de segundos mi mano se empezaba a volver morada como si no tuviera circulación.

Al dejar de tocarla poco a poco volvió a su color original. Creo que la pulsera se fundió con mi piel. Al alzar la vista y verme al rostro me di cuenta de lo fatal que me veía. No solo me sentía de la mierda sino no también me veía. Tenía ojeras que me hacían parecer un cadáver y parecía que había bajado unos cinco kilos. Traía puesta una camisa de Félix y un pantalón holgado en el que parecía que nadaba. Debí de estar inconsciente por días o tal vez más.

Estuve luchando un buen rato con la puerta del baño porque cada vez que la empujaba el dolor en mis brazos era insoportable. Sentía como mis músculos agonizaban por el dolor. Al salir del baño cerré los ojos por el dolor y me dejé caer al suelo mientras me apoyaba en la pared. Todo mi cuerpo estaba desecho ni siquiera sabía cómo me había podido poner de pie para ser sinceros.

  • Estas bien Vic – al abrir los ojos me encontré con Félix inclinado frente a mi – ven te ayudo a levantarte.
  • No – dije en un susurro – no puedo el dolor me está matando.
  • Deja que te ayude – me puso a mi lado y me cargo mientras el dolor me mataba.

Tan solo el que me tocara era suficiente para hacer que me doblara del dolor, hasta me encogía en sus brazos por él tacto. La vista se me nublaba por aquella sensación abrumadora. Parecía como si me estuvieran moliendo cada uno de mis huesos.

  • Le estás haciendo daño que no vez – escuche la voz de Dante a lo lejos mientras cerraba los ojos por el dolor.
  • Cállate y lárgate de aquí. No es necesario que estés aquí – le contesto con un gruñido.
  • Claro que si porque no puedes cuidar de ella como nada de tu vida – contesto este desafiándolo.
  • Se pueden callar me duele la cabeza – dije antes de que Félix me dejara en la cama y fuera a golpear a Dante
  • Lo siento – dijo Félix mientras me recostaba en la cama – debes estar agotada.
  • Eso no importa, pero ¿cuántos días estuve inconsciente? – pregunté mientras me acomodaba.
  • Uno de hecho y me sorprende que estés despierta – contesto Dante
  • Félix me podrías traer comida me muero de hambre – dije ignorando a Dante.
  • Claro ahora vuelvo – se separó de mí y fulmino con la mirada a Dante mientras salía de la habitación.
  • Es algo intimidante pero no es nada que no pueda arreglar. Si quieres puedes ir a quedarte a mi habitación ahí cuidaré de ti – dijo Dante mientras se acercaba a la cama.
  • Él es mejor que tú y eso es suficiente para mí – le conteste mientras me acomodaba para cuando llegara la comida. De verdad no conocía bien a Dante. Tuvo el descaro de venir, aunque lo debía de hacer ya que no sabe que se lo de Eva.
  • ¿A qué te refieres Vic? – dijo algo sorprendido por mis palabras.
  • A que él no me engañaría con falsas promesas para que me quedara aquí mientras el escapa – en su cara se veía el arrepentimiento y sorpresa. Sabía perfectamente de que estaba hablando.
  • No es lo que crees. Se Félix te dijo eso, pero no escucho todo – dijo en su defensa.
  • Félix no lo escucho lo hice yo mientras te ibas a revolcar con Eva así que no me interesa lo que tengas que decir solo quiero que me dejes sola mientras me recupero.
  • Ya escuchaste no eres necesario – dijo Félix entrando con un gran tazón y una charola con pan, fruta y agua. Apenas podía caminar con eso.




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