De las Cenizas

Capítulo 13 “Las cartas sobre la mesa”

Estire mis brazos para recibir la muerte, pero no llego. Cuando los abrí vi como el chico que sujetaba al hombre de blanco empezó a gritar y me quedé sorda mirando en cámara lenta lo que pasaba. Miré hacia atrás y encontré a la chica en el suelo con los ojos abiertos viendo la nada. Le salía sangre por su nariz y orejas.

(¿esta muerta acaso?)

Sentí como alguien me tomaba del brazo y me jalaba para que estuviera de pie. En un primer instante pensé que era Félix, pero no fue así. Era le chico de pelo cobrizo. Los demás se habían abalanzado sobre de Félix y lo tenían contra una de las paredes mientras otros veían a la chica en el suelo. Él lo había hecho y ahora querían matarlo. Él le hizo eso porque iba a morir y ahora todos se habían ido sobre de él.

Mire a Félix a los ojos. Tenía miedo, pero lo escondía de mi al igual que Antonio, mi papa y en teniente Gregory. Los tres habían muerto para que yo siguiera con vida y al parecer se iba a repetir por cuarta vez.

(A la mierda no dejare que me vuelvan a quitar a alguien más)

Me levante y estire mis brazos. Salían grandes cantidades de ceniza que flotaban en el aire como si fueran parte de él. Todos parecían ignorarme e incluyendo al chico que tenia de rehén al hombre de blanco. Cerré mis manos y las cenizas que flotaban en el aire se convirtieron en agujas fijas en el aire inmóviles.

  • Cállense – grite y el ruido volvió a mi como un choque sordo, pero reino el silencio de inmediato – no lo voy a repetir así que escúchenme bien.

Todos me miraban estupefactos y me tome un segundo para ver lo que estaba pasando a mi alrededor. Tan solo tres chicos estaban en shock detrás mío viendo a la chica, los demás se abalanzaron contra Félix mientras Eva y Dante para mi sorpresa lo estaban defendiendo, pero era un reverendo caos de igual forma. El chico que tenia de rehén al hombre de blanco estaba llorando, pero seguía teniendo bien asegurado cerca de donde iba a ver una puerta muy pronto.

  • No es una maldita prisión normal – suspire y tome aire – estamos encerrados asilados. No le importamos al mundo y a ellos tampoco – el hombre de blanco sonrió con descaro cuando lo señale – somos sus ratas de laboratorio y nos pueden remplazar cuando quieran.  No les hagamos el trabajo más fácil así que hay que pa…
  • El la mato. Todos son iguales que esta basura – el chico de pelo castaño tartamudeo llorando mientras señalaba al hombre de blanco que apenas podía respirar – yo me voy a largar de aquí así que abre esa puta puerta anciano.
  • Una vez abriéndose es maldita puerta todos no vamos a joder – me reí de el mientras caía en cuenta de nuestra situación – vamos a poder avanzar apenas unos metros. Deben en estos momentos estar a punto de entrar listos para matarnos. Lo mejor que nos puede pasar es que nos castiguen en este momento así que suéltalo de una puta vez que no te quiero hacer daño.
  • Eso es mentira – miro al hombre de blanco que pareció susurrarle algo que tan solo él pudo escuchar y lo empezó a estrangular con fuerza.

Alce una de mis manos por impulso y raíces rompieron el cemento envolviéndolos ambos. Los inmovilice de tal forma que no podían hacerse daño ninguno de los dos. El hombre de blanco dio una buena bocanada de aire y el chico empezó a gritar mientras seguía llorando. Ahora no le podría hacer daño, aunque quisieran porque estaban inmóviles. Me gire al otro lado en donde tenían a Félix acorralado. Me sentí como un monstruo por cómo me veían los demás mientras se alejaban de él. Tal vez el chico tenía razón. Era igual que ellos o peor, pero dejaba de tener importancia cuando pensaba que seguía viva y que nadie más había muerto.

Se escucho un chirrido y de las paredes salieron varias puertas abiertas con varios guardias armados. Nos rodearon de inmediato y nos obligaron a pegarnos a la pared mientras otros recogieron a la chica que al parecer seguía viva. Por mi mente cruzaba la idea de que tal vez sería el mejor momento para huir ya que había tantas puertas abiertas.

Mire la puerta más cercana que tenía a dos guardias en el camino, pero antes de que pudiera avanzar alguien más se me adelanto.  Una pareja de chicos se fue contra los guardias y cruzaron la puerta antes de que los demás los pudieran detener. Se escucharon dos disparos enseguida.  Eso de inmediato apago toda esperanza en nosotros de escapar. Mis agujas seguían en el aire, pero con tan solo el roce de los soldados están caían al suelo lentamente así que no las podía usar para eliminar a los guardias si quisiera ya que no sabía cómo controlarlas.

Tenía a Félix lejos de mi al otro extremo de la línea que nos habían obligado a hacer. Apenas y le podía ver. Estábamos completamente desarmados y teníamos a 20 cm una pistola apuntándonos a la cabeza. Creo que si nos hubieran querido matar ya lo estaría hecho desde antes así que tenía un poco de tranquilidad, aunque mi corazón parecía que se iba salir de mi pecho.

Todos los guardias en la sala vestían con un equipo militar de color blanco en su totalidad y para cuando sacaron a la chica de la habitación entraron cinco nuevos guardias totalmente opuestos a lo habitual. Vestían completamente de negro y llevaban un casco que les cubría por completo el rostro solo dejando ver apenas por medio de un cristal polarizado sus ojos.

Se formaron en una línea frente a nosotros viendo hacia el chico y el hombre de blanco que seguían atrapados en mis raíces. Giraron a la derecha quedando cara a cara con nosotros y entró un hombre con dos escoltas. Este venia vestida por completo de negro con un pantalón recto liso, un suéter de cuello de tortuga y sus zapatos del mismo tono. Lo único que no encajaba con él era una pulsera gruesa de color plata que parecía ser un reloj por la pantalla que tenía incrustada. Se planto frente a nosotros y nos miró de reojo para posar luego su vista en el hombre de blanco y el chico. Los miro con cierta curiosidad mientras todo estaba en silencio y rio para sí mismo antes de fijarse de nuevo en nosotros.

  • Debí de sospecharlo desde un principio cuando trataron de escapar en el puerto – llevo su mano al rostro y se masajeo la sien – no esperaba que hubiera cuatro intentos de escape en menos de un mes y que tres de ellos fueran del nuevo cargamento, pero eso no es mi culpa después de todo.




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