Paso un rato y seguían sin bajar. Me debí de levantar muy temprano por mi mal sueño. Subí de nuevo y encontré todo igual de como lo había dejado. No lo desperté porque supuse estaba cansado además de que se veía tener un buen sueño por la sonrisa en sus labios.
(Supongo que no estuvo mal, aunque no recuerdo nada)
Tome una toalla y baje. Se me ocurrió que sería un buen momento para volver a probar sumergirme debajo del agua y ver si puedo seguir respirando.
Dejé mi ropa en el suelo cerca de la alberca junto a mi toalla y me sumergí hasta el fondo. No tengo una idea exacta de cómo lo hice, pero seguía respirando. Era fascinante el simple hecho de respirar y mirar hacia la superficie. Era como ver atreves de un velo de cristal el mundo. No me podría cansar de esto.
En el fondo comencé a pensar acerca de lo que había pasado anoche y el hecho de que no podía recordar nada. No sabia si decírselo a Félix y si se lo decía me atormentaba pensar en su reacción. Que se alteraría o me culparía, le tomaría importancia o no, terminaría nuestra relación o no, me odiaría...
(Que carajos voy a hacer…)
Después de un rato vi varias sombras distorsionadas en la superficie y esto me altero. Pensé de inmediato en guardias por el color negro. De mis manos salió aquel tipo de ceniza en consecuencia.
Ahora sabía que se asociaba a mis emociones. Estire mis brazos y deje que saliera de mi a placer. Las cenizas se fusionaron con el agua viéndose como un aceite de color negro sumergido en el agua que me rodeaba. Aquello me brindo cierta seguridad hasta que sentí el rechazo del agua. Es algo difícil de explicar, pero sentía como el agua me rechazaba como queriéndome escupir. Sentía como me empujaba y a la vez jalaba para que saliera a la superficie. No importo cuanto intentara aferrarme al fondo tiro de mi con fuerza y me arrastro a la superficie con cierta sutileza como si alguien me sujetara.
Vi a mis compañeros a mi alrededor cuando salí a la superficie. Félix estaba entre ellos mirándome con cierta desaprobación y alegría bien disimulada. Estaban todos en la orilla
Al parecer todos éramos muy temperamentales. A nadie le gusta que le hagan menos o que se burlen de el. Todas las personas reaccionan diferente a cada situación que se le presenta y en esta ocasión se demostró que ninguno de los que estamos aquí le gusta ignorar los hechos y dejar que las cosas pasen. Somos todo lo contrario. Nos tomamos las cosas a pecho y se eso le agregas que estamos drogados las cosas no van bien y nos causan amnesia.
Los ánimos bajaron y terminamos chacoteando como críos. Entre unas cuantas bromas y risas el ambiente se relajó y por un instante me sentí como si estuviera en casa.
Todos rompimos en risa y seguimos bromeando al respecto. Hasta ahora solamente sabía que cinco de nosotros incluyéndome teníamos habilidades. Aria y Raquel no habían dicho aun que eran o no capaces de hacer. De hecho, guardaban silencio y evadían el tema. No sabía si era porque no tenían poder alguno por ahora o lo querían ocultar.