Al principio di como unas veinte vueltas al patio, pero no fueron de gran ayuda. Al ver esto el entrenador por así decirlo comenzó a ponerme ejercicios como la última vez.
El disfrutaba gritarme y yo poder alejar de mi mente esa noche. Perdí la noción del tiempo y de en donde me encontraba. Sentía un gran alivio cuando la ceniza salía de mí y mis manos ardían en flamas moradas a voluntad. El enojo desapareció, así como también la tristeza.
La puerta que conectaba al comedor se abrió. No me había percatado de que esta se había cerrado, pero supuse que era obvio porque jamás nos molestaron. Cuando entre solo encontré mi plato de la comida en el comedor. Todo el lugar estaba vacío. No sabía si irlos a buscar o comer.
Me senté en comedor y comí en silencio pensando en una nueva forma de salir de aquí.
Estaba a punto de tomarla del pelo y hacer que se su rostro chocara con el vidro de la mesa cuando Félix apareció entre nosotras.
Ambos estaban muy cerca. Era una situación incómoda de por sí y ver sus rostros a centímetros no es algo que me guste mirar. Todos los demás nos miraban a lo lejos. Se respiraba una tensión horrible.
Vi como Dante se acercaba y antes de que llegara a nuestro encuentro me aleje de ellos. Escuche a lo lejos al voz de Eva y Félix discutiendo acerca de mí, así como la de Dante tratando de tranquilizarlos mientras los demás solo estaban parados mirando.
Subí a mi habitación y me quité la camisa mojada. Trate de llegar al baño, pero me quede a medio camino tirada en el suelo. No podía respirar y el aire me era insuficiente. Mi garganta era un nudo y mi cabeza dolía. Mi piel empezó a arder. Sabía que esto no estaba bien así que dirigí toda energía a mis manos y vi como escupían fuego morado que alcanzaba el techo. Duro tan solo unos segundos, pero comprendí que los sentimientos van de la mano con el poder que hay dentro de nosotros.
A medio camino me arrepentí ya que no sabía como carajos iba a detener esto. Escuchaba los gritos de Eva diciéndole a Félix que me dejara mientras Dante la tiraba de loca. Me dio un poco de risa escuchar a Dante ya que después de todo se había dado cuenta que no le querían. Escuché como Lucas y Raquel se quejaban de que como estuve a punto de casarme con un soldado apoyando a Eva mientras los otros repetían que no sabían los hechos o que nos castigarían.
Cuando baje vi al entrenador cerca de la puerta de entrenamiento que estaba cerrada. Nadie parecía prestarle atención o darse cuenta al menos de su presencia. Todos estaban discutiendo. Ni siquiera a mí me estaban prestando atención cuando quede a la vista. Caminé al entrenador y este me tendió una carta cuando estuve lo suficientemente cerca.