Capitulo 19 "Un nuevo conocido"
Desperté en el suelo lejos de donde había perdido la conciencia. Me dolía la cabeza, pero el dolor se quedaba chico comparado con el mi corazón. Las palabras de Félix me obligaron a darme cuenta de que el hombre de blanco tenía razón. No tenemos control respecto a lo que sentimos y tal vez ni siquiera sea real.
Me levanté del suelo y continué por el pasillo que llevaba a la alberca. Avance apenas unos cuantos pasos cuando me di cuenta y frené. Había un hombre a lo lejos inclinado sobre la alberca como si trátese de ver a través de ella.
Todo lo que había sido agua de alguna forma se había trastorno a una sustancia negra tornasol y desprendía un olor a podrido que me picaba la nariz y daba ganas de vomitar.
(Tengo que salir de aquí…)
- ¿Eres la única de tu equipo que es inmune al somnífero? – lo escuche decir cuando daba vuelta.
(¿Qué mierda estás haciendo?)
- Eso parece – empecé a caminar hacia él. Parece ser un buen sujeto y tal vez podría conseguir algo de información – ¿eres un guardia?
- No – el sujeto seguía viendo agua y el olor se había desvanecido – soy como tu pero ya llevo un tiempo aquí.
Llegue a una de las orillas da la alberca y mire el agua. Reconocía ese líquido. Era lo que pasaba cuando mis ceniza se combinaba con el agua, aunque era diferente. Es como si hubiera evolucionado volviéndose una masa espesa y oscura. Me incliné y sumergí la palma de mi mano.
- Sácala ahora mismo o te quem… – el agua como si tuviera vida se deslizo sobre mi brazo asiéndome cosquillas apenas la había tocado – Así que tu hiciste esto – le mire. Llego muy rápido a mi lado teniendo en cuenta la gran distancia que había entre nosotros.
Supongo que podría decir que era bien parecido. Su piel era algo blanquizca y su pelo vagaba entre rubio y un castaño muy claro. Sus ojos azules eran muy llamativos por así decirlo. Era alto y fornido. Debía tener unos dos o tres años más que yo y si Raquel estuviera aquí diría que es un ángel caído.
- Supongo que si – sonreí por las cosquillas en mi antebrazo – aunque no sé cómo lo hice.
- Mi nombre es Leonardo – me tendió la mano – aunque todos me dicen Cruz.
- Victoria – pude ver el destello de asombro en sus ojos al oír mi nombre. Metió su mano en su bolsillo al ver que no le iba contestar el saludo.
- Entonces si tu hiciste esto – señalo el agua – debo detener frente a mí a “La Madre naturaleza de la destrucción”.
- ¿De qué hablas? – me puse de pie y me alejé de él. Algo en mi me decía que algo no estaba bien en todo esto. Era como si me estuvieran asechando desde las blancas paredes.
- Hace unas semanas llego las noticia de que uno de los novatos había destruido el área de entrenamiento por completo – se explicó mientras se inclinaba de nuevo frente lo que había sido alguna vez agua – todos se preguntaron como en tan pocos días y conseguimos el video.
- Así que lo vieron – sentía de nuevo que el aire me faltaba. No podría definir qué fue lo que más me sorprendió. Si fue el hecho de que se refirió a semanas para lo que a nosotros son días o que vio el video de cómo me desplome.
- De ahí surgió el sobre nombre de “ La Madre naturaleza de la destrucción” – me senté en la orilla de la alberca para poder sumergirme sin problema si la falta de aire continuaba.
- Que ingeniosos son con los apodos – me burle tratando de ocultar mi malestar.
- Lose – se sentó a mi lado sin tocar la sustancia – pero aun puedes conseguir cambiarlo en mi caso siempre seré llamado Cruz hasta la eternidad.
- Al menos es corto – me trate de reír, pero podía sentir lo ojos de alguien más clavados en mi espalda – ¿porque te lo ganaste?
Estiro su mano y apenas rozo la sustancia pude ver como esta comía su piel como si fuera acido. Salían se su piel ámpulas que se extendían con velocidad mientras la carne se caía como si fuese mantequilla derritiéndose de forma dispareja. Me miro divertido por mi expresión, pero solo basto que su otra mano tocase su piel para que todo frenase. Las ámpulas desaparecieron como si el tiempo fuera en reversa y su piel se regenero quedando como nuevo.
- Es Cruz porque me asocian a la cruz roja que hay en los hospitales – abrió y cerró su mano para mostrarme que estaba como nuevo.
- Eres increíble – sonreí incrédula – es como si fueras invencible.
- No lo soy – pareció molestare mi comentario – si lo fuera habría hecho que esto fuera tan claro como un manantial.
- Creo que te puedo ayudar con eso – me sumergí en el agua y pude sentir como aquella mirada desaparecía.
Aunque para Leonardo fue dañino el simple hecho de tocar lo que fuera esto para mí era todo lo contrario. Era como si estuviese en unos brazos gigantes protegiéndome y cuidando de mí.
Una vez en fondo estiré mis brazos y sentí como un aparte de mí que no me había dado cuenta de que había perdido regresaba haciéndome sentir plena. Para cuando abrí los ojos pude ver como se había aclarado todo. Nade a la superficie y tomar aire se había vuelto mucho más fácil.
- ¿Creo que te debo una? – escuche a Leonardo a lo lejos.
- Ya lo creo – nade a la orilla y sali del agua.
- Debo de admitir que yo nunca habría dejado así de cristalina el agua – tenía razón es como si el fondo estuviera a unos cuantos centímetros y aquellos mosaicos fuesen una pintura.
- Creo que me tengo que ir – ahora estaba completamente segura de que no estábamos solos.
- Todos duermen no creo que tu compañero ya haya despertado – Leonardo me tendió la mano – porque no nadamos juntos un rato.