Capitulo 30 "Contrato"
Leonardo me tomó del brazo y me tiró de mi para quedará enfrente de él. De inmediato trate de zafarme de su agarre que mantuvo.
- Creo que ya pasamos por todo esto así que porque no te das por vencida – dijo molesto – y vamos a un lugar con menos gente.
- Ey que te pasa – se trató de meter Raquel – suéltala desgraciado.
- Esto no te incumbe muñeca – le soltó Leonardo después de escanearla – así porque no sigues tu camino.
- Claro voy a seguir por mi camino – río molesta Raquel – pero con Victoria a mi lado.
- Raquel estaré bien – Leonardo estaba molesto no quería que le hiciera daño – ve con los demás.
- Victoria que dices – me dijo molesta ganándose las miradas de varios espectadores más – este tipo está loco.
- Estaré bien – le trate de sonreírle para ocultar mi miedo – tu ve y habla con él por mí. El sabrá si esperar o seguir con su camino.
- No tengo tiempo para esto – tiro de mí y llevo a una puerta en la pared.
Estaba completamente oscuras y caminaba a siegas detrás de él mientras tiraba de mí. Paro en seco y choque su espalda para que de nuevo tirar y nos llevara por un pasillo más estrecho.
- Me podrías decir porque carajos me han sacado de una misión – me dijo más tranquilo, pero aún molesto.
- No sé a qué te refieres – dije ofendida a la oscuridad.
- Me refiero a tu ataque a dos superiores y un miembro de otro equipo – me quede en silencio. No había mucho que contestar eso – supe de inmediato que eras tú la responsable por las heridas.
- Por eso estás tan molesto – trate de mantener mi postura.
- Si – me alzo la voz y después suspiro tratando de relajarse – iba a una misión con mis compañeros cuando me detuvieron para curarlos ya que la medicina no tenía efecto en ellos.
Al parecer sus compañeros eran muy importantes para él. Entendía su enojo y su arrebato. Comparado con los de Félix se quedaban chicos además que parecía más como un padre enfadado.
- Lo lamento no era mi intención lastimarlos – me disculpe – no tengo aún el control por completo de mis habilidades.
- Lose vi el video – río – le diste una buena paliza a Camile.
- Y ella a mi – se me escapó una risita – prometo que tratare no lastimar a nadie más para que estés con tus compañeros.
- Ven aquí – tiro de mi en la oscuridad y me abrazo – es difícil enojarse contigo.
Me congelé por un momento, pero le correspondí. Era como si abrazara a mi hermano o Antonio sentía aquella sensacion de destello de aquel lazo.
- Sabes no pensé que te regeneraras tan bien – se susurró aún abrazados – supongo que te adaptaste bastante bien a mi regalo.
- ¿Como lo hiciste? – me separé un poco y miré hacia arriba.
- Mi sangre tocó tu piel además de que yo así lo deseaba – me susurró al oído.
- Pero no estabas herido – me alejé un poco de él.
- Lose – río – no tienes por qué preocuparte nadie más sabe cómo hacerlo.
La única forma de que su sangre me tocara sin que lo viera debió de ser cuando beso mi mano.
- Así que es otro secreto – solté mi agarre, pero no me aleje – supongo que aquí viene otra amenaza de muerte.
- No – río divertido – pero lo mejor que sería que lo mantengas oculto.
- ¿Por qué lo hiciste? – apoye mis manos en su pecho – apenas y me conoces.
- Solo sentí que tenía que hacerlo – mordí uno de mis labios con fuerza – sabía que lo necesitarías.
- ¿Y quién te protege a ti? – río de nuevo divertido
- Tu lo viste soy inmortal – tomo mi rostro entre sus manos – no necesito que me protejan.
- Te equivocas – tire de su camisa y lo bese cerca de la clavícula ya que era más alto que yo
Me tomo del cuello de inmediato y me llevo contra la pared molesto.
- Que carajos hiciste – ahora si estaba molesto.
- Ahora estamos a mano – le dije con dificultad por cómo me ahorcaba – yo te cuidaré.
- Niña estúpida – encendí mis manos con llamas y vi lo molesto que estaba, así como una flor se dibujaba.
- Aquí están – el entrenador movió con fuerza una pared para encontrarnos – mierda.
Alcance a ver a Félix detrás de el antes de que soltara la pared con su sombra en forma de garra y esta tomará su antiguo lugar. Me soltó dejando tomar aire y me tomo del brazo llevando me por la oscuridad hasta un lugar con poco luz.
- No sabes lo que has hecho – le escuchaba aún molesto – es un contrato el que acabas de firmar.
- Es sencillo – me detuve – tú me cuidas yo te cuido.
- ¿Qué carajos dices? – se llevó las manos a cabeza desesperado – no sabes nada.
- Si estoy débil esto – me quité el guante y le mostré su marca – me da fuerza y me cura. No estoy segura de que hará mi marca, pero sé que no te mata porque sigues vivo.
- Así que me querías matar – río molesto
- No – conteste ofendida – pero sabía que existía la posibilidad.
- Esto es un contrato – me reprocho señalado su clavícula – si estoy en riesgo no importa lo que estés haciendo te pedirá poder y se lo tendrás que dar hasta que deje de estarlo.
- Sabía que tendría un costo – le reproche – no soy tan débil como crees además eso es un riesgo que tú también corres.
- Te podría matar – me reprocho – que aún lo entiendes.
- Tu apostaste tu vida por una desconocida y dices que yo estoy mal.
- No sabes nada aún – suspiro agobiado – querrás deshacer lo que hiciste y no podrás.
- Bueno si tú te quitas mi marca yo me quitaré la tuya – me plante – tienes que decidir que es más importante.
- No te rendirás verdad – negué con la cabeza – bueno entonces solo queda firmarlo.