Perdí la noción del tiempo, así como la esperanza de que parar de correr. De mala gana aprendí que cada cara tenía diferente velocidad y que la única forma de descansar es rodar acostado en las aristas.
Paso una hora, después tres y al final deje tomarle atención al tiempo que parecía ser eterno. No sabía cómo me mantenía de pie a ese punto. Todos acepto Dante y yo seguíamos corriendo. Los demás preferían rodar y lastimarse al cambio de cara de la habitación. Se sentía como una competencia hasta cierto punto por ver quien se rendía primero.
(Me rindo)
Baje el ritmo para poderme recostar cuando Dante me tomo del brazo y me obligó a correr.
Asentí y seguimos corriendo. Mis piernas flaqueaban y el aire no me era suficiente pero no me rendí y continué a su lado. Era difícil correr de esta forma, pero tenía sus ventajas con Dante de compañero.
Intermitentemente se nos unieron los demás, pero continuamos sin descanso hasta que el suelo paró de imprevisto logrando que cayéramos al suelo. Estar recostada era una sensación exquisita, aunque no estuviera cómoda y me costara respirar.
Conforme mi respiración se regularizaba mis ojos pesaban y me importaba cada vez menos la luz de la habitación en mi cara. Trate de levantar mi mano desguanzada para cubrirme de la luz cuando note que la seguía unida a Dante.
No tenía fuerza alguna. Todo mi cuerpo se había tomado un descanso por completo en protesta por haber continuado corriendo. Me sentía ligera y débil a la vez, así como también no soportaba la sed. Me sentía tan mareada desde hacía tiempo y en mis pies se intensificaba el dolor.
Frente a mí unas pequeñas botas de color negro surgieron. Al alzar la vista me encontré con Ariadna que se veía completamente renovada. No había rastro de la golpiza que le habían dado.
Me tomo de los brazos y me arrastró por el pasillo hasta llegar a otra habitación en donde había agua. Ariadna abrió la llave y se fue. Mucha agua se tiró mientras trataba de tomar del chorro que caía. No había vasos o si los había no estaban a la vista y no creo haber podido tomarlos en mi estado actual.
Al escuchar a Raquel dejé de beber agua y me fijé en donde estaba. Era una réplica casi exacta del lugar donde entrenamos y destrui. Era un poco más grande y parecía que todo estaba conectado como para que fuese un circuito o algo parecido.
(Para mí fue todo lo contrario)
Me reí y seguí bebiendo agua. A Raquel no le importó que no le contestara y me imitó.
(Por eso me agrada tanto)